Capitulo 1
Hoy me tocaba ordenar el taller, antes de la llegada de todos.Por lo cual tenía la llave, Ulises estaba guardando cada artículo sin cruzar mirada: conmigo.
Al entrar al pequeño galpón, de dos por dos: Ulises me vio de manera intensa, tomó mi mano y me puntualizó:
—Te extraño —, acaricio el dorso de mi mano,con su dedo.
—Tu... quisiste esto —aclaré, intentando alejarme de su agarre.
—Lose... pero te extraño. Quiero tus besos en mí.
—Estas casado y bueno también me dejaste tú, Ulises. Ya habíamos acordado que lo mejor era no volver a lo mismo —expliqué y me alejé.
Pero me quedé parada en el lumbral de la puerta, al girar sobre mis talones: él estaba mirándome con unos ojos tristes. Me acerqué sin poder evitarlo, y lo abracé.
—Yo también te echo de menos, Ulises —contesté.
—Tienes razón, me comportaré y te voy a olvidar, Julia.
—Si...—susurré, sin poder soltarlo.
Pero no pude evitarlo, me puse en puntillas de pie y lo bese. Cerré mis ojos, saboreando sus tibios y tiernos labios: los cuales añoraba cada día. Ulises, me sentó en una pequeña mesa al fondo.
Su mano fue detrás de mi cabeza y la otra a mi cuerpo. Clavé mis uñas con fuerza en su fuerte espalda, saboreo su lengua y boca en cada rincón posible. Cuando nos quedamos sin aire, nos separamos unos centímetros.
—No... está bien —exclamé agitada.
—No, no está bien.
Y volvió a tomar mis labios, primero mordió el labio superior y siguió con el inferior. Me quedé perdida entre el mar de sensaciones que él causaba en mi, no pude evitar atraerloas a mí. Necesitaba sentir cada punto de su fuerte y varonil cuerpo.
Una llamada me saco de mi ensoñación, era Nico. En ese momento: me sentí la peor persona del mundo y comencé a llorar.
—Julia..
—Esta es la última vez.
—Entiendo, y te entiendo —me hizo saber, con una sonrisa triste.
Me alejé sin poder evitarlo ver, alejándose de mi cada vez más; hasta el punto que ya no lo alcancé a ver con mis ojos.
Todo comenzó de la siguiente manera:
—Pondré el cartón encima —murmuré.
—¿Quieres que te ayude? —podía sentir su mirada penetrante en mi.
—Estoy bien...
Intenté: estar en puntas de pies para llegar, a la parte de arriba. Por el rabillo del ojo, pude observar como mis compañeros se iban marchando uno por uno. Suspiré, no quería estar a solas con él.
—¿Te pongo nerviosa, Julia? —preguntó Ulises, acercándose a mi.
—¿Qué?... no para nada —murmuré, intentando llegar al estante de arriba, sin éxito alguno.
Por mi afán de no depender de el, mi pie se doblo y sabía que caería al suelo, con los cartones encima de mi. Él, estaba frente mío: sosteniendo mi pequeño cuerpo entre sus brazos. Me quedé estática, sin saber bien que hacer.
Sostuvo mis caderas, con sus fuertes manos. Quedé a la altura de sus labios, hasta que me dejó en el suelo. Me latía con prisa el corazón, pero era por si cercanía.
—Ten cuidado, te dije que te ayudaría.
—¿Ahora también salvas alumnas, en apuro? —pregunté divertida.
—No me pagan por eso, pero si.
—Gracias por salvarme —exclamé aún avergonzada.
—No es nada, mañana recuerda traer los materiales que pidieron.
—Permiso —susurré, huyendo lo más rápido de él y las emociones que me producía su cercanía.
A la mañana siguiente: ya había llegado a la escuela. Estaba dividida en varios sectores,en una especie de alambrado. A la entrada, estaba primero el taller de mecánica, seguido del de costura y en la parte trasera de carpintería. Aunque pasando los pasillos: te encontrabas con las aulas, de informática y demás que no tenía idea.
Cuando atravesé el extenso pasillo, ya habían algunas compañeras saludándose entre sí, todas teníamos barbijo.
—¡Hola chicas! —exclamé contenta al verlas.
—Hola Julia!! —me saludo Sami, una señora de cincuenta años muy agradable.
—¿Cómo estás Julia? —pregunta Cami, una chica jovencita.
—Hola Juli —dijo Dehy.
Después de pasar saludando con el puño, tocó hacerlo con mi compañero. En el momento de chocar mi puño con el, todo en mi vibró.
—Hola Julia —me miró con una intensidad, que me alborotaba.
—Hola Ulises—susurré un poco penosa.
Cada una:habíamos ido a una máquina de coser. Yo elegí la doble arrastre, era bastante veloz pero comenzaba a adaptarme a ella.
La profesora,nos había dado indicaciones acerca de cómo hacerle el dobladillo a un al almohadón.
—¿Entendieron?
—Si—dijimos todas al unisono.
Ulises, estaba sentado en la parte de adelante: una máquina frente a mi. Me quedé un poco perdida , viendo su perfil. Su espalda ancha, estaba apoyada en el respaldo de la silla y su rostro estaba serio. Moví mi cabeza despejando todas las ideas retorcidas, de mi mente.
Cuando ya había dado la vuelta en una esquina al almohadón, decidí pararme e ir al baño. Al ingresar, me senté bastante pensativa.
"¿Por qué tenía tanto calor en su cercanía?"
No debía, estaba casada hace cuatro años. Me sentía mal, por desear tanto a un hombre, que no era mi esposo.
Lave mi cara, y vi mi rostro sonrojado en el reflejo del baño. Resople, y camine a la salida del mismo.
—Lo lamento —exclamé,al chocarme de lleno con un duro pecho.
—Yo no te Vi, perdón —Una voz conocida me habló.
—¿Ulises? —pregunté apenada, aún sostenía sus brazos con mis pequeñas manos.
—Julia —susurro, pude sentir su fresco aliento rodearme.
—¿Venías al baño?... bueno es obvio que si. ¡Que pregunta más boba! —dije tartamudeando.
—Si, permiso.
Suspiré, así era el: educado, paciente y jodida mente atractivo. Al llegar a mi máquina, pude ver por el rabillo del ojo como las mujeres de otros salones suspiraban por el.
Puse los ojos en blanco y empecé a terminar el almohadón. Pero...¡el hilos se había atascado!.
Siempre me pasaba cuando estaba por terminar, bufé molesta intentando rellenar la bobina que al parecer no quería ser llenada.
—¿Te ayudo? —Ulises estaba frente a mi, antes de decir algo ante su pregunta: había tomado el pequeño objeto y lo había introducido de nuevo dónde iba.
—¿Siempre metes las cosas así de rápido? —pregunté sorprendida, aunque luego mis mejillas se tornaron rojas por mi pregunta,parecía de doble sentido.
—Supongo que si... —dijo, para después volver a su sitio.