Tres horas apenas han transcurrido desde que desperté para darme cuenta que retrocedí y volví a caer en la pesadilla de la cual he intentado mantenerme alejada. Dos años atrás tomé la decisión de separarme definitivamente de este círculo vicioso, y mírame ahora aquí nuevamente esperando para velar el cuerpo de mi hermano, para darle una despedida que no hubiera querido para ninguna de las personas que más quiero en este mundo, no del modo en el que murió. De cuatro, solo quedamos dos, y pese a que estamos rodeados de tantos hombres, todos pagados para proteger a Atkins en vida y a mi padre, igual se siente un vacío enorme y pesado. —Señorita —Eugenia, el ama de llaves, quien había estado a mi lado desde que nací y más después de la muerte de mi madre, después de tocar la puerta a la hab

