O L I V I A
Tras una hora y media de haberse retirado losnotros habitantes de la casa, me dirigía la puerta trasera de la mansión. Abrí para asegurarme de que no hubieran guardias y salí dando pasos cautelosos, mientras ajustaba mi bolso con pocas cosas en mi hombro.
Afuera no se encontraba ningún otro guardia vigilando la puerta, ya que era la hora del cambio de turno, por lo que tenía cinco minutos exactos para escapar antes de que llegara el siguiente a cuidar la mansión.
Afortunadamente no habían rejas que complicaran aún más mi huida. De igual forma, apuré lo más que pude el paso para evitar ser atrapada si mis cálculos no eran tan exactos como aseguraba.
Me detuve tras un largo rato caminando al notar que finalmente había llegado a una carretera llena de autos que esperaban impacientes que el tráfico avanzara más rápido. Seguí mi camino por la orilla hasta adentrarme a la ciudad. En verdad me había cansado mucho, casi no sentía mis piernas y tenía un gran dolor de espalda que intentaba ignorar.
Opté por tomar un taxi antes de caer desmayada en algún callejón, había traído el dinero suficiente para ello porque suponía que algo así podría pasar. Sin embargo, primero haría una pequeña parada antes de ir con Jackson.
Le agradecí al taxista y le pagué antes de salir del vehículo. Entré al gran edificio al no ver a nadie en la recepción, después me metí al elevador. Quizás estaba mal y sería peligroso que estuviera aquí, pero necesitaba estar al menos una última vez antes de que Sebastian me encierre en la mansión posiblemente para siempre.
Lo primero que noté al entrar fue que todo estaba impecable, incluso más limpio que cuando vivíamos aquí. Fruncí el ceño, pero luego me dije a mí misma que seguramente el pelinegro le había pagado a alguien para limpiar este lugar por alguna razón que no entendía.
Tomé una de las fotos que se encontraba en un mueble, era el mismo que mi fondo de pantalla. Las lágrimas empezaron a caer, pero las sequé y tomé una honda respiración antes de entrar al cuarto de Freya, todo estaba igual que siempre: hecho un completo desastre. Ropa tirada en el suelo, muchos libros desordenados sobre el escritorio, su laptop sobre su cama, varios cuadros con fotos de nosotras colgados en las paredes. Extraño tanto el regañarla por ser tan desordenada, y hasta algunas veces llegar a limpiar yo misma el cuarto.
Salí de ahí para dirigirme a mi cuarto y empecé a meter algo de ropa, fotos, mis libros, uno que otro peluche para el cuarto de la bebé, etc.
Ya era momento de irme, esta vez para siempre.
En el camino recordé que me había enterado mediante una publicación en el perfil de Jasper que había remplazado tan rápido como Flash a Freya por otra chica que había conocido como su "mejor amiga". Grandísimo idiota. Aunque lo mismo había pasado con todos nuestros falsos amigos: continuaron con sus vidas a pesar de que habíamos "desparecido".
Claro que la razón había sido que Sebastian, para tomar precauciones, me obligó a mandarles a cada uno un mensaje explicando que nos habíamos mudado debido a una nueva oferta laboral para mi difunda hermana.
Salí por fin del edificio agradeciendo no ser vista por ningún vecino y me dirigí al lugar en el que Jackson me había citado —el cual no quedaba tan lejos de mi antiguo departamento—. Era una fábrica abandonada, por lo que dudé por unos segundos.
¿Debería entrar? ¿Estaba tan desesperada por conseguir respuestas? Sí, debía hacerlo. Ya estaba aquí, no podía echarme atrás ahora mismo que estoy a punto de descubrir la verdad acerca de todo lo relacionado biológicamente conmigo.
Entré por la puerta trasera y me sorprendí al ver a Jackson sentado en un sofá. Había convertido en lugar en una especie de sala bastante linda en mi opinión.
Levantó la vista cuando cerré la puerta ruidosamente. Tiré mi bolso por alguna parte de la habitación, importándome poco dónde.
—Olivia. Qué bueno que decidiste venir. —me recibió con una sonrisa en el rostro. Me mantenía seria, pero también sentía curiosidad.
—¿De dónde sacaste la foto, Jackson?
Fui directo al grano, sabiendo que no tenía tiempo para formalidades o ponernos a hablar sobre cómo nos iba en la vida, aunque me importaba realmente poco cómo era la suya.
—Es una historia larga, así que siéntate.
Me indicó el lugar a su lado en el sofá y, tras soltar un suspiro, lo hago. Nos quedamos en silencio, sin embargo, él mantiene su mirada enfocada en mi rostro, como escaneándolo. Me incomoda la forma en que me presta tanta atención.
—Jackson, en verdad necesito que me digas todo lo que sabes. No tengo mucho tiempo. —murmuro un poco desesperada.
Aparta rápidamente su mirada de mí y aclara su garganta, mientras entrelaza sus manos.
—Bien. Te lo diré de a poco porque es una historia algo complicada. Y por favor, deja las preguntas para el final. —algo extrañada, solo asiento con la cabeza—. Olivia, nosotros...
Frunzo el ceño cuando se queda callado, parecía estar buscando las palabras correctas, pero no tenía tiempo para pausas.
—¿Qué, Jackson? —lo incité a seguir—. Como ya dije, no tengo tiempo para esto. Arriesgué muchas cosas para venir aquí, así que si no me lo dices en este mismo momento, me iré.
—Está bien... Mereces saber toda la verdad. —murmuró bajo.
Estaba nerviosa, ¿tan malo era lo que iba a contarme? No puedo acobardarme ahora, no después de todo el tiempo que he esperado para obtener información sobre mi origen
—Olivia... Cuando fui a la mansión y me viste saliendo de tu cuarto, no fue porque no supiera dónde estaba el baño, la verdad es que conozco de memoria ese lugar. Pero tenía una gran sospecha que no me dejó pensar en toda la noche, así que tomé uno de tus cepillos para el cabello y ordené que hicieran una prueba de ADN... —explicó y nuevamente me miró a los ojos para soltar lo siguiente—. Yo soy tu hermano.
Empecé a sentirme mareada de repente, muchas emociones se juntaron: confusión, sorpresa, un poco de enojo... y más que nada, miedo. Era algo muy difícil de asimilar. ¿Yo, hermana de un mafioso? Y no de cualquier mafioso, sino que del peor enemigo de Sebastian Hayes, el otro loco mafioso que se cree el rey de todo y es padre de mi futura hija. Temía por cómo él reaccionaría si llegase a enterarse, si es que no lo sabía ya.
Pequeñas lágrimas cayeron de mis ojos sin que me diera cuenta.
—Por favor, cálmate, Olivia. Tranquila, yo estoy aquí ahora.
Jackson me abrazó, y debo admitir que por un momento sentí una inmensa paz interior, justo como cuando abrazaba a Freya. Me separé lentamente de él, acomodándome nuevamente en el sillón, aún conmovida por su revelación.
—Dímelo todo, y no des por alto ni un detalle. —mantenía una postura firme, aunque mi voz saliera un poco temblorosa.
—Muy bien. —dijo y relamió sus labios—. Todo sucedió hace veinte años, cuando las tres familias con más poder eran amigas; estaban formadas por los Hale, los cuales somos nosotros, los Liberatore y los Hayes. Pero después de un tiempo las familias tuvieron un gran conflicto.
—¿Por qué? —pregunté con curiosidad. Él respondió haciendo una mueca.
—Mi padre se enteró de que mi madre estaba embarazada. —fruncí el ceño—. Pero esa bebé... no era de él, sino que de otro hombre: su mejor amigo... Esa bebé eras tú, Olivia.
Cerré los ojos con fuerza, oprimiendo en mi interior todos los gritos, lágrimas y dudas. ¿Yo provoqué una guerra entre mafiosos? Creo que en cualquier momento voy a desmayarme. Volví a sentirme mareada, por lo que llevé mis manos a mi frente.
—Lo mejor será que no sepas el resto. Esto está haciéndote mal y no quiero ponerte en peligro, tampoco a mi sobrino.
Negué con la cabeza. No puedo parar ahora que estoy descubriendo la verdad. Porque aunque duela, sigue siendo la verdad. Es mi historia, cómo empezó todo y debo saberlo; todos y cada uno de los detalles que salgan de su boca me ayudan a descubrir quién soy realmente.
—Continúa. —me miró con cierta preocupación—. En serio, Jackson... hazlo, por favor. Estoy bien, solo que me tomaste muy por sorpresa.
—Con el embarazo también vinieron las peleas entre mis padres y las amenazas. Mi padre quiso ocultar el embarazo de nuestra madre. Él te quería muerta, Olivia. —su voz sonaba un tanto quebrada. Negó un par de veces con la cabeza—. A nuestra madre no le importaba nada de eso, ella te amaba, al igual que yo. Tenía planeado todo lo que haríamos juntos cuando nacieras... Y nada de eso pudo cumplirse.
Me quedé callada, no sabía qué decir. Creía que lo único que me involucraría con ese mundo sería que el padre de mi bebé. Mas, resultó que estaba mucho más involucrada desde antes, sin siquiera saberlo.
—¿Sabes a qué pertenece la marca en tu espalda? —respondí a su pregunta haciendo un gesto negativo —. Es la marca de nacimiento de la familia Liberatore... El nombre de tu verdadero padre es Alan Liberatore, él solía ser el rey de la mafia. Su familia tenía más poder que cualquier otra, por lo que hicimos alianzas para no comenzar una guerra la cual seguramente perderíamos. Al principio todo era por poder y beneficios, pero luego se transformó en una amistad entre nuestros padres y los Hayes.
Alan Liberatore, mi padre biológico.
—Después todos se enteraron de la infidelidad de tu madre, los tres pelearon y todos los años de amistad se olvidaron. ¿No es cierto? —deduje, a lo que este me miró confundido.
—No solo el embarazo fue la razón de esa guerra. Lo que pasó no fue culpa tuya, Olivia.
Puso su mano sobre la mía, y la aparté con algo de incomodidad.
—Lo siento... No estoy acostumbrada a todo esto del cariño y las palabras dulces. Mucho menos a que tengo un hermano. Es demasiado difícil asimilar lo que me estás contando en tan poco tiempo. — Expliqué, echando la cabeza hacia atrás.
—Eso es todo lo que puedo contarte por ahora. Ahora es tu turno, Olivia. —lo miré confundida—. Quiero que me cuentes lo que viviste luego de que mi padre te apartara de nuestro lado y te diera en adopción. Quiero saber lo que pasó contigo, por favor.
Este era el momento. Por primera vez le contaría a alguien todo lo que viví por culpa de las infidelidades de mis padres. Alguien además de mi difunta mejor amiga sabría todo lo que sufrí, el dolor que aún guardo dentro de mí aunque ya han pasado doce años.
♡
¡Hola, mafiosxs! ¿Cómo están? Espero que muy bien. Quería pasar a decirles que he leído los comentarios acerca de la redacción de los capítulos e informarles que realmente no estaban escritos así originalmente.
Lo sucedido fue que al pasarlos aquí fueron "traducidos al español" automáticamente por esta aplicación, pero no se preocupen que ya estoy corrigiéndolo.
Ojalá tengan un lindo día, adiós