—¿Estás bien allá atrás, Isla? —Simon me miró de reojo en el espejo retrovisor. Junté los labios y asentí.
Simplemente iba a estar bien.
Mi madre estaba libre de dolor ahora y mi padre.
No pude evitar sentirme un poco aliviada de que ella estuviera en paz.
El tío Ed ya debería haberse enterado de mi madre y esperaba que supiera que estaba camino a Eclipse.
Ese lugar era mi hogar.
Nunca me sentí en casa en Pembroke.
La idea de ver a Zara pronto me hizo sonreír y miré por la ventana a los árboles y la carretera abierta.
No faltaría mucho.
Conducimos en silencio la mayor parte del camino hasta que Simon decidió que era un buen momento para hacer una parada rápida, pero creo que secretamente ansiaba la idea de un desayuno grasoso tanto como yo.
—Disculpe, señorita— Me giré e
