—¡Oye, tú! Quita tus mugrosas manos de encima, colega, antes de que te destroce en pedacitos —Rugió, y una sensación de emoción recorrió mi cuerpo.
No podía creer lo que estaba pasando.
¿Estaba soñando?
—Esto no puede estar pasando —refunfuñó Miller, pero lo escuché.
Sentí un zumbido satisfactorio que me abrumaba, y era tan bueno.
Miller lucía devastado al ver que había sido bendecida con una segunda oportunidad, colega.
Bueno, hizo un trabajo patético como mi primera oportunidad, la verdad. Me hizo un favor, realmente, al igual que Mora. Sin ellos, nunca habría conocido a este pedazo de hombre absoluto.
—¡Diosa mía! —Zara se tapó la boca con la mano, asombrada, lo que me hizo mirarla con una sonrisa emocionada— El rey licántropo Max es tu pareja.
Sonaba tan bien.
Miller se apartó
