Nochebuena acelerada 2

2231 Words
CAPITULO 2  Me tiende su mano y no dudo en aceptarla, estoy cometiendo un error pero por muy loco que parezca, quiero hacerlo.   Cierro la puerta de mi departamento y camino hasta su coche, así que me siguió hasta acá.   —¿Eres un acosador asesino? –me encuentro preguntando una vez que él mismo se encargó de abrochar el cinturón de seguridad.   Su risa hace eco en lo más recóndito de mi cuerpo, es tan excitante.   —No, pero digamos que tampoco me voy a ganar el cielo. –me guiña un ojo.   No puedo evitarlo, este hombre está haciendo estragos en mi cuerpo, se sube al asiento del conductor y le da marcha al motor, el rugido de este solo pone más atentos mis sentidos, siento esa adrenalina correr por todo mi cuerpo.   Avanzamos por las calles decoradas con luces y árboles navideños, amo esta época del año en Rusia.   —¿Secretos o verdades? –cuestiona sin despegar la vista del camino.   —Verdades. –aseguro.   —¿Cuál es tu nombre real? –me mira fugazmente y sonríe.   —Khatia Markova. ¿Y el tuyo?   Él ríe y niega con la cabeza.   —Regla número uno, nunca elijas verdad ante un desconocido.   Pone su mano en la piel desnuda de mi pierna, una corriente eléctrica me recorre completa al sentir como sube su mano hasta cierto punto, roza ligeramente mi ropa interior y yo como toda mujer caliente no hago más que gemir.   —Algo me dice que no eres de las calladas y eso me gusta.   Quita su mano de mi centro y siento mis mejillas arder, tengo mucho calor.   —¿Te gusta la adrenalina, Khatia?   Pienso en todas las veces en las que Leo y yo tuvimos un encuentro a su modo justo después de una persecución. Recibir un oral frente a nuestro delincuente esposado era de las mejores sensaciones de adrenalina que tuve antes de llegar aquí.   —Claramente.   —Pues prepárate, por que esto puedo apostar, que nunca en tu vida lo haz hecho.   Sin aviso, sus dedos largos van hacia mi centro y se hunden en mis pliegues, cierro los ojos instintivamente y me dejo llevar por la nueva sensación que sus dedos provocan en mi.   Siento y escucho como acelera el coche, eso me hace abrir los ojos, vamos a una velocidad ridícula, si chocamos a esta velocidad seguro seríamos puré.   —Para, por favor. –pido apenas pero él no se detiene, acelera sus movimientos en mi punto que ahora está hinchado de placer.   —Sueltalo, Khatia. —me pide mientras acelera aún más.   Siento como el coche vibra en respuesta a la velocidad, al igual que mi cuerpo en respuesta a sus caricias.   —¡Bozhe moy! (Oh dios mio) Ne ostanavlivaysya pozhaluysta. (Por favor no pares) –me escucho pedir en ruso.   —Maldita sea. –escucho que murmura.   —Más rápido, por favor no pares.   Él acelera el ritmo de sus dedos y puedo sentir en mi vientre bajo como todo ese placer contenido se acerca, mis gemidos son ridículos y él dice cosas en un idioma del que no me aseguro de distinguir, pero suena malditamente sexy.   Siento como sus dedos dan un último roce y mi orgasmo se dispara, puedo sentir como todo mi cuerpo se tensa y la sensación recorre cada lugar de este. Se siente tan irreal.   Él, baja la velocidad del auto y quita su mano de mi, yo apenas puedo respirar correctamente, pues aún siento los estragos de la reciente sensación.   —Quiero tomarte aquí, pero me voy a contener. Me has puesto tan duro con solo escucharte. No falta mucho.   Conduce un par de minutos más y mi cuerpo se siente tan a gusto que no dudaría que quedase aquí dormida.   Mis sentidos se ponen alerta mientras veo como abre la verja que tenemos enfrente. Esta casa es inmensa, no sé con quién diablos me metí.   Conduce por un camino empedrado lleno de jardines. Una fuente en medio decorada con luces, esto es precioso.   Estaciona el coche y me ayuda a salir de el. Toma mi mano y sin aviso previo besa mis labios, haciéndolo tentador.   Caminamos hasta las escaleras de mármol blanco, la puerta es abierta por un mayordomo, quien saluda de manera profesional.   —Señor, señorita.   —Buenas noches. –me limito.   Caminamos por la enorme casa, la decoración es elegante y navideña, es preciosa, tanto que olvidé que venía caliente en el auto.   —¿Te gusta? –cuestiona con una sonrisa.   —Es muy bonito.   —Ven, la habitación es mejor.   El estómago se me contrae, con solo un par de dedos me hizo gemir, no me quiero imaginar de que será capaz.   Caminamos escaleras arriba y no dejo de sorprenderme con lo que veo. Huele a él, todo aquí. Incluso la habitación a la que acabamos de llegar. Sin darme tiempo me atrae hacia él y cierra la puerta con el pie, me besa deliciosamente y va quitando mi ropa a tirones, lo cual hace que se rasgue un poco en el proceso, mis manos ansiosas quitan su ropa y al ver rastro de piel mi mente empieza a imaginar muchas cosas, se separa de mi un poco y me mira.   Quedo casi desnuda ante él, solo con una tanga de encaje.   —Me encantan tus curvas, eres perfecta, Khatia.   Mi cuerpo reacciona a su voz, joder que lo hace. Cierro la distancia entre nosotros y lo beso, se quita la camisa y los zapatos, desabotono su pantalón y lo bajo, queda en bóxer y sin vergüenza miro en esa dirección, por el cielo que no me disgusta lo que veo.   Me carga y enredo mis piernas en su cuerpo mientras camina hasta la cama, me deja caer sin cuidado alguno y la verdad no me importa, besa mis pechos, muerde mis puntas y siento esa mezcla de dolor y placer, sus labios bajan por toda la piel de mi vientre, entre más se acerca a ese punto más me enciende. Quita la única prenda que se interpone entre sus labios y los míos, deja un beso en suave en mi centro y baja por toda la piel de mis piernas, lame desde mis tobillos hasta mis rodillas, yo solo puedo aferrarme a la suave sábana y callar mis gemidos.   Vuelve a subir a mis pechos y siento su piel rozar la mía.   —Déjame escucharte preciosa, no te contengas. –pide mientras aprieta mis senos y baja de nuevo a mi centro, pasa su lengua por mi hendidura y puedo sentir todo, hunde su cabeza y su lengua y sus labios hacen maravillas con los míos, arriba, abajo, en círculos. Me jala hacia su boca y lame y devora con vehemencia, mis labios susurran palabras que van del ruso al español y viceversa, él gruñe en respuesta e intuyo que eso le gusta.   —No pares, por favor no pares. –gimo sintiendo que puedo tocar el mismísimo cielo.   Su lengua se hunde más en mi y mis dedos se cuelan en su cabello instandolo a ir más allá.   Sé detiene y sin esperarlo muerde la piel de mi pierna de manera dolorosa pero luego redirige sus labios a mi centro y todo explota, es una sucia combinación de dolor y placer, mucho placer. Gimo más alto de lo que pretendía pero no importa, pues esa sensación se me hace eterna.   Él sube hasta mi y me besa con desespero, va hasta mi cuello y vuelve a morder, puedo ver que su bóxer ha desaparecido, y lo que veo es muy bueno. Siento mi cuerpo tan relajado que apenas siento que me levanta de la cama, se acomoda en un sofá blanco de cuero y yo como buena chica me dispongo a disfrutar de la vista mientras se acomoda el preservativo.   —¿Te gusta lo que ves? –cuestiona con esa sonrisa coqueta.   —Mucho.   —Ven acá. –me tiende su mano.   Me siento a horcajadas sobre él, sintiendo como mis pliegues se abren dándole paso a su m*****o, puedo sentir rozar los puntos correctos, escucho como gime ante mi cuerpo, me toma de las caderas y me mueve de a poco, voy agarrando el ritmo que él quiere, lento. Sube sus manos hasta mis pechos mientras lo monto, me siento poderosa aquí. Sus manos van a mi cuello y lo presionan, y ahí esta otra vez esa sensación, dolor y placer.   —Hazlo Khatia, gime, quiero escucharte.   Sus peticiones me prenden mientras acaricia mi cuello, baja sus manos a mis caderas y me presiona, dolor y placer, ambos me gustan y él me los está dando, cabalgo más rápido sobre su m*****o sintiéndose nuevo esa sensación en mi cuerpo.   —Joder. –murmuro mientras vuelvo a sentir un increíble orgasmo que me deja con las piernas temblando.   Él se levanta conmigo en brazos y sale de mi con cuidado, me pone de rodillas en el sofá y acaricia mi espalda, entra en mi nuevamente y en esta posición es mucho más placentero sentirlo, entra y sale varias veces de mi, estoy tan concentrada cuando su mano cae en mi trasero haciendo ruido en la habitación, gimo, vuelve a nalguearme y mi boca simplemente no pretende callarse más.   Enreda sus manos en mi cabello y lo jala. Embiste como dios, tan irónico en él, pues es tan  peligroso como el infierno.   —Oh Khatia. –susurra.   Me levanta de mi posición para quedar con la espalda pegada a su pecho, toma mi cuello y muerde mi oreja.   —¿Quién eres Khatia? –cuestiona en mi oído y yo solo puedo pensar en lo bien que se siente.   —¿Quién... Eres tú? –cuestiono de vuelta.   —Tu maldito Chert voz'mi. –confiesa y mi cuerpo se estremece–, ¿quién eres tú? –repite la pregunta.   Mi cuerpo se siente lleno con él adentro, sus manos tocan mis senos, los aprietan, juegan con sus puntas, jalan mi cabello y presiona mi cuello haciéndome sentir esa mezcla que me encanta.   Sus embestidas se vuelven duras y precisas, estoy tocando el cielo con un hombre desconocido, y no me arrepiento.   —Oh, Khatia, Khatia. ¿Qué me estás haciendo?   Mis ojos se mantienen cerrados, esto es demasiado bueno, los abro de golpe al sentir la afilada punta en mi garganta, pero él no deja de darme placer.   —¿Quién eres, rusa? –cuestiona con la navaja apuntando a mi garganta y por muy loco que parezca mi cuerpo se pierde en un maravilloso orgasmo igual o más arrasador que los primeros dos.   Siento como aumenta el ritmo y se tensa en mi interior. Deja caer la navaja en el sillón y es ahí cuando me doy cuenta de que es la mía.   Aún dentro de mi, nos conduce a la cama, se quita el preservativo y se pone frente a mi.   Me mira a los ojos y vaya que ojos, siento miedo y placer, debo estar loca.   Su mirada va a mi cuello y se agacha para besarlo, luego siento la tibieza de su lengua.   —Lamento eso.   Deshace la cama y  se mete en ella, así desnudo, me toma la mano y me sienta a su lado, me arropa y me besa, me besa de manera lenta mientras me acaricia.   Yo estoy totalmente aturdida, no sé qué demonios pasó.   —Quédate esta noche Khatia. –me pide besando mi cara, mis labios, mi frente.   No tengo nada mejor que hacer en realidad, así que acepto. Olvidando todo lo que he aprendido e ignorando mis alarmas, me quedo con este hombre del cual no sé ni su nombre.           ●▬▬▬▬๑۩۩๑▬▬▬▬▬●   Me estiro en la cama sintiendo mi cuerpo más descansado que nunca, entonces recuerdo todo de noche, él no está a mi lado, entro en pánico, pero mi ropa y mi navaja siguen ahí, acomodados. Tomo la bata que se encuentra en la cama y tapo mi desnudez.   Me levanto de la cama y lo busco en la habitación, no hay señal de él. Miro mi ropa que está algo dañada por la emoción de anoche, no puedo usarla así.   Golpes en la puerta me hacen sobresaltar, una voz femenina se anuncia desde afuera.   —¿Señorita Khatia puedo entrar?   —S-si. –tartamudeo.   Una señora de sonrisa amable entra a la habitación con una caja en sus manos.   —Esto es para usted, el desayuno está listo, y cuando termine estará un chófer a su disposición para que la lleve a casa. –anuncia antes de irse.   Cuando la puerta ha sido cerrada corro hasta la caja que dejó en la cama, hay una nota y ropa.   Una blusa calentita y un pantalón.   Tomo la nota y la abro, huele a él, conforme voy leyendo no puedo evitar sonreír, pero sus últimas palabras me dejan helada.   “Espero que hayas tenido una nochebuena acelerada, y feliz navidad. Lamento lo de tu cuello y lo de la ropa, lo voy a recompensar. Fue una noche increíble, me divertí mucho y dejame decirte que eres el paraíso andante, gracias por todo, espero volver a verte, inspectora” Con deseo peligroso, Bianchi, tu Chert voz'mi.   —Mierda.  Fin del relato: Nochebuena acelerada. Autor: Alexandra Figueroa.
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