Nochebuena acelerada

2236 Words
CAPITULO 1 Hoy es nochebuena y yo trabajando como si fuese un día nada especial, aunque después de alejarme tanto de mi hogar lo parece. Froto mis sienes cansada, leo una y otra vez el informe y la declaración no me cuadra, no sé hasta cuando el jefe va a tolerar esto. —Hey inspectora, es hora de irnos. Habrá una rica cena en casa.  Miro a mi compañero y luego miro el altero de papeles que debo revisar aún. No me complace tanto la idea de pasar la nochebuena con un montón de extraños.  —Creo que me quedaré un rato más. Tengo mucho trabajo y el estrés me esta consumiendo. –confieso.  Él se acerca y se pone justo detrás de mi cuerpo, coloca sus manos en mis hombros y empieza a masajear. Debo admitir que sus manos grandes  presionan justo donde deben presionar. Relajo mi cuerpo y tiro mi cabeza hacia atrás un poco, sin querer un gemido de verdadero gusto sale de mis labios, mi compañero sube sus manos a mi cuello y masajea la zona.  —Tienes que relajarte. –me susurra cerca del oído.  Su cercanía me estremece, puedo sentir como los vellos de mi piel se erizan con la calidez de su aliento. Deposita un beso en mi cuello y va bajando un poco, me gira en la silla para quedar frente a él, conozco esa mirada.  Con sus largos dedos desabotona mi blusa, besa mis senos y los acaricia por encima de la tela del sostén, sus manos recorren la piel de mis piernas iniciando en el tobillo y alzandolas un poco para besarlas, sin aviso se las pone en los hombros y sube un poco mi falda, agradezco que sea holgada y me de más facilidad de movimiento.  Sus ojos se clavan en mi ropa interior,  acaricia suavemente la tela mientras la baja e inmediatamente hunde su cabeza entre mis piernas, siento la tibieza de su lengua centrarse en un punto de mis pliegues, tomo su cabello tratando que guiarlo a donde quiero que vaya, pero sus movimientos son estáticos, trato de visualizar el orgasmo, siempre funciona cuando la cosa con Leo no es como la necesito, lamentablemente es lo único que sirve en casos de estrés abundante.  Puedo sentir mi cuerpo tensarse y en cuestión de nada esa sensación desaparece. Ojalá durara más tiempo. Leo deposita un tierno beso en mis labios aun sensibles mientras mi boca trata de suprimir un gemido. Acomoda mi ropa interior y mi falda mientras me encargo de abrochar mi blusa.  Se levanta y va al baño a asearse un poco, esto es esporádico pero muy rutinario, siempre terminamos teniendo este tipo de encuentro s****l, aunque no sé si deba llamarlo así  ya que solo yo disfruto un poco de ello.  —¿Mejor? –cuestiona en cuanto sale del baño.  Asiento sin querer hablar. La puerta es abierta sin previo aviso, mi superior se encuentra con gesto de pocos amigos en el marco, observa a Leo y luego a mi, niega con la cabeza.  —Supongo que ya revisaste el perfil de Bianchi.  Asiento sin poder articular palabra. Él asiente y vuelve a mirar a Leo quien entiende el mensaje y sale sin decir nada.  Mi superior cierra la puerta y se sienta en la silla frente a mi escritorio.  —Mira Khatia, sé que puede ser difícil toda esta situación, sé que no es lo que esperabas y que venir de Rusia a este lugar no debió ser fácil. Pero confío en ti y sé que no te será difícil adaptarte, además tienes a tu compañero y mira que accedí a ello solo por que con esa condición te viniste a mi departamento.  Asiento y vuelvo a sentir esa vergüenza, él sabe perfectamente que Leo y yo a veces somos más que simples compañeros.  —Ahora ve y diviértete, después de hoy caza a ese hijo de perra. –sentencia antes de instarme a salir. Quiero pedirle un momento para por lo menos revisar ahora si el perfil del susodicho pero ni tiempo me da.  Tomo mi abrigo y mi bolsa y salimos de ahí los dos. Me acompaña hasta mi coche y antes de que pueda encenderlo habla.  —Atraes más moscas con miel que con vinagre.  Mi cara debe ser totalmente de desconcierto y por lo tanto ríe.  —Señor...  —Seduce a tu presa Khatia, y si te sirve de algo, puedes empezar por ir a tomar una copa a ese bar al que a Leo no le gusta ir. Diviértete.  Asiento antes de que empiece a caminar al interior de la oficina. Conduzco hasta mi departamento y analizo mis últimos tres meses aquí, es verdad que llegué de Rusia cuando más feliz me encontraba, pero estar aquí significa mejor rango, mejor sueldo, por supuesto menos seguridad también. Al llegar a mi departamento lo primero que hago en cuanto cierro la puerta, es dejar zapatos y ropa a mi paso, puedo ver al vecino de enfrente mirar por la ventana mientras me paseo desnuda por mi habitación, le saludo con la mano y cierra las cortinas rápidamente.  Dejo la pistola en la mesita de noche y me meto a la ducha, agua caliente para relajar mis músculos, luego agua fría para despejar mi mente. Es viernes y son las ocho de la noche, aun tengo que trabajar mañana pero un par de copas no esta mal.  Tomo un top rojo de encaje y me doy la libertad de no usar sostén, debo admitir que me encanta que los hombres posen sus ojos en mi y noten que me hace falta cierta prenda. Lo acompaño con una corta falda negra de cuero, me calzo mis zapatillas rojas haciendo juego con el top y alboroto solo un poco mi cabello. Ni siquiera me molesto en maquillarme  no creo que dure más de una hora. Me debato entre llevar la pistola o no, con esta poca ropa seria difícil ocultarla, así que solo me llevaré mi navaja favorita. La tomo entre mis dedos y acaricio las letras, "para mi rusa" casi quiero sentir nostalgia, la guardo dentro de mi falda y me rocio un poco de perfume, tomo mi bolso pequeño y guardo celular y dinero.  Salgo de mi lugar en camino al bar, puedo perfectamente tomar un taxi pero prefiero mil veces caminar, siendo presa de las miradas de la gente, miradas cargadas de lascivia, deseo, coquetería, incluso de envidia por parte de algunas mujeres, de otras no tanto. Cada paso que doy me hace sentir más sexy que el anterior, amo como se siente.  Llego hasta la puerta del bar y puedo ver los adornos típicos de esta fecha, incluso el cadenero porta un gorro rojo, él me recibe con una sonrisa.  —Hola Khatia, que gusto verte por aquí y sin perro guardián. –se burla.  —De vez en cuando me gusta venir sin él. –respondo con mi mejor sonrisa.  —Solo por que eres quien eres te dejaré entrar.  Acaricio su brazo mientras rio.  —Tú nunca vas a cambiar adulador.  Quita la cadena para mi y entro, ahí todo es desastre, cuerpos pegados, música fuerte y un par de delitos.  Me abro paso entre el mar de gente y llego hasta la barra, me siento y pido mi bebida favorita.  —Dame un vodka. –pido al chico de la barra quien me mira idiotizado.  —¿Qué no escuchaste a la dama? ¡Dale un vodka! va por mi cuenta. –le exige un tipo a mi lado.  No me molesto en mirarlo pues no me interesa. El chico de la barra me da mi shot de vodka y lo bebo sin reparo, así es como se toma el vodka una verdadera rusa.  Estoy dispuesta a irme a bailar pero su mano alrededor de mi brazo me detiene, no voy a negar que sentí un poco de miedo pero no se lo hago saber.  —Me merezco por lo menos un gracias. –señala.  Casi quiero arrancarme las bragas y lanzarlas a su cara pero me contengo.  —Gracias. –me limito y me suelto de su agarre.  Él sonríe malditamente guapo, es un adonis, su cabello es castaño, casi tirándole a rubio oscuro, perfectamente peinado, sus ojos no puedo ver de que color son en realidad, pues la oscuridad del lugar no me lo permite, pero sí puedo ver esos labios, carnosos, besables, y esa barba, ese cuerpo firme enfundado en un traje, con lo mucho que me excitan los hombres de traje. Lamentablemente tiene la marca de Chert voz'mi, (infierno) y esos son los más peligrosos.  Camino lejos del diablo en persona y me mezclo entre la gente, el ritmo de la música me envuelve de inmediato, música sucia dice Leo, un ritmo latino, reggaetoon creo recordar que se llama.  Muevo mi cuerpo al ritmo, no es difícil bailarlo pues pareciera que mi cuerpo ya lo conoce.  Siento como me abrazan por la espalda, me tenso al instante pero mi olfato me anuncia que se trata del hombre de la barra.  —Eres una chica difícil, ¿no crees? –cuestiona en mi oído. Siento todo mi cuerpo tensarse.  No respondo, solo me dejo llevar por el ritmo, sus manos se mantienen en mi cintura, puedo sentir la tela de su traje en mi espalda desnuda, levanto mis brazos y las paso por su cuello manteniéndome de espaldas, puedo sentir su erección en mi trasero, eso me está excitando tanto que duele.  El hombre en cuestión tiene la osadía de tomarme del cabello y girar un poco mi cabeza para darle acceso a mi cuello, me besa y pasa su lengua hasta mi oído, muerde el lóbulo de mi oreja y siento ese escalofrío recorrer mi cuerpo. Sube sus manos hasta el inicio de mis pechos pero no los toca, hace formas con sus dedos sobre el encaje de mi top.  —Quiero que tú y yo nos vayamos de aquí ahora. –demanda.  Casi quiero reírme en su cara pero no lo hago, me giro y quedo frente a él. Sonrío con ternura.  —¿Por qué haría eso?  Sin esperar respuesta camino hasta la barra nuevamente y pido otro shot de vodka, me lo tomo sin reparo y pido otro más. El tipo viene hasta mi, ¿nunca se cansa?  —¿Me dirás por lo menos tu nombre? –cuestiona.  —Andrea. –digo y pido un par más de  shots. El chico de la barra me los da y luego comete un error imperdonable.  —Estos van por cuenta de la casa, Khatia. –me guiña un ojo y se va.  Me tomo el primer shot y luego el siguiente, todo bajo su atenta mirada, se acerca a mi invadiendo mi espacio personal.  —¿Entonces, Andrea o Khatia? –susurra en mis labios, huele a alcohol y menta, su perfume es tan embriagador que parece irreal.  Acaricia mis labios con su dedo dejando como consecuencia un leve cosquilleo, mi cuerpo está respondiendo a él como nunca le ha respondido a nadie, ni siquiera a Leo.  —Para mí ambos nombres están bien, –acaricia mi cuello, casi como midiendo mi pulso–, solo dime quien es mejor en la cama, ¿Andrea o Khatia?  Acomodo su corbata y sonrío de lado.  —Para ti ninguna, Chert voz'mi. –le dejo claro antes de sacar un par de billetes de mi bolsa y dejarlos en la barra.  Camino decidida a irme de ese lugar, este hombre emana peligro por todos lados, no me quiero arriesgar.  —¿Te vas tan pronto? –cuestiona el cadenero en cuanto me ve salir.  —Suficientes emociones para mi por hoy.  –¿Encontraste lo que buscabas?  Su pregunta me confunde un poco, pero obviamente no se lo diré.  —Posiblemente.  Camino de vuelta a mi departamento, voy demasiado molesta conmigo misma, ese tipo me hizo sentir muchas cosas, cosas calientes para ser exacta, veo una tienda de licores abierta y no dudo en llegar a comprar una botella de mi vino favorito, amo la mezcla de alcohol y chocolate. Puedo notar como el chico de la caja me mira sin disimulo, le regalo una sonrisa cuando me mira por fin a los ojos.  —¿Son na-naturales? –tartamudea mientras señala mis senos.  —¿Tú que crees?  Él sonríe tímidamente y se disculpa.  Salgo de nuevo de ahí y camino ahora si sin interrupción alguna hasta mi hogar, pondré una tonta película, beberé vino, tendré que usar pilas nuevas para mi compañía nocturna... Otra vez.  Saco las llaves de mi bolsa y abro la puerta, antes de siquiera poder hacer algo, siento unas manos tomar mi brazo y girarme, mi entrenamiento es bastante bueno, por lo que su intromisión es anulada por un golpe en su rostro, él cae al suelo y puedo notar que se trata del tipo del bar.  —¿Tú no te rindes nunca? –le pregunto y él me mira desde abajo.  —Si fueses otra mujer quizás haya desistido de ella, pero tú, eres otro nivel, belleza. –asegura con un acento extraño.  Sé levanta y se acerca hasta mi, mi cuerpo reacciona alegremente a su cercanía, acaricia mi cara y yo aún no puedo ni respirar de manera correcta.  —Tengo muchas maneras de beber vino contigo, sin necesidad de una copa y no necesariamente de la botella. –susurra en mi oído–, puedo poner un poco en tu ombligo, o lamer cada centímetro de tu cuerpo, bañado en él.  Mis entrañas se contraen con esa declaración, sé que puede que me arrepienta mañana pero al carajo, solo debo persuadirlo de ir a otro lugar.  —Mi departamento no está disponible.  —Mi casa sí, y yo estaré feliz de beber de ti en mi cama.  Continuara...
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