ALEXA
El miércoles siguiente es la fecha límite de solicitud y estamos listos para enviarla. El plan es ir directamente a la casa de Nolan una vez que salga del trabajo.
Ese ha sido el plan casi todas las noches de hecho. Apenas ha habido un día desde la boda de River, hace dos semanas y media, que no hemos hablado por video ni pasado la noche planeando juntos. A estas alturas, parece que llevamos años viviendo así.
Estoy tarareando con BTS, si otro favorito secreto, de camino al apartamento de Nolan. Son casi las nueve, y todavía es de día a esta hora, un marcado contraste con la rutina invernal de anochecer a las cinco aquí en el norte de Wisconsin. Cada centímetro de mi está saltando de emoción. Nos hemos estado esforzando mucho para llegar hasta aquí, y aunque no todo está completamente listo, estamos lo más lejos que podríamos llegar apresurándonos en dos semanas.
Entro en un lugar de estacionamiento vacío en el complejo de apartamentos de Nolan y subo apresuradamente las escaleras, tropezando con mi prisa. Mi rodilla golpea el último escalón y gruño al desplomarme. Una carcajada resuena por el hueco de la escalera.
–Oh, mierda, ¿viste eso? – pregunto.
Nolan está de pie en la puerta, apoyándola con el brazo. –¿Ves que, torpe? –
Me pongo de pie fácilmente, gracias a mi casi constante practica de hacer el pino, riéndome disimuladamente mientras entro corriendo en su apartamento. A veces, siento que somos la versión sin marihuana de Cheech y Chong. Tal vez la versión con cerveza y hamburguesa artesanal, Alex y Nolan. Dentro, su apartamento es fresco, las grandes ventanas dejan entrar corrientes de aire de ensueño. Tiene vistas completas al agua desde su sala, lo que hace que su casa sea mejor que la mía. Bueno, la vista del agua y el hecho de que Nolan viva aquí.
La bahía está tranquila a esa hora, los rayos anaranjados del atardecer comienzan a extenderse por el horizonte. Las nubes se iluminan en extrañas y preñadas bocanadas en el cielo, más apropiadas para un episodio de Los Simpson que para la vida real. Dejo mi mochila junto a mi sillón favorito y me quito los zapatos mientras Nolan abre su portátil en la mesa de centro.
Estoy a punto de preguntarle si está listo para someterse cuando el tentador aroma de algo delicioso me golpea. Algo está chisporroteando en una sartén en la estufa.
–¿Qué estás cocinando? –
–Mi nuevo plato estrella– me envía una sonrisa criptica mientras regresa a la cocina. Su camiseta negra esta ajustada sobre sus hombros y, por alguna razón, me deja sin aliento. No, tal vez sea el olor a ajo lo que me quita el aliento. Después de todo, me encantan el ajo. Pero cuando toma la sal y sus músculos se tensan bajo la camiseta, tengo mi respuesta.
Definitivamente es Nolan. Trago saliva y aparto la mirada. De alguna manera se siente ilegal babear por Nolan cuando tantas lo han hecho antes que yo. Mi baba ni siquiera se registra en la bandeja de recolección.
–¿Algo para la competencia? – pregunto, tratando de sonar despreocupada e informal, cuando en realidad me pregunto cuando se puso tan musculoso.
–Tal vez. Pero sobre todo para celebrar–
-Bueno, todavía no hemos enviado el trabajo, amigo. Pero dame unos minutos–
Coloco la computadora portátil frente a mí y abro los documentos familiares, asegurándome de que tenemos todo en orden.
El borrador del logo tipo: listo.
Plano del camión con la lista de equipo: listo.
Ejemplo de menú: listo.
Video de introducción: …
–¿Nolan? – pregunto, notando lo tensa que suena mi voz. –¿Viste que necesitamos un video de introducción? –
Está a mi lado un segundo después. –¿Uh, que? –
Murmuro mientras releo las instrucciones de envió, que estan en tamaño de fuente cinco por alguna razón inexplicable. Probablemente par que bien intencionados los concursantes como nosotros tenemos todo listo excepto un aspecto crucial para la fecha límite. –Video introductorio. Un video sencillo para presentarse a los jueces, que se puede usar en futuros materiales promocionales, no debe exceder un minuto– Me vuelvo hacia Nolan con los ojos muy abiertos.
–Umm, tenemos que hacer esto. Inmediatamente–
–De acuerdo. De acuerdo. Estoy listo– Se deja caer en el reposabrazos de la silla. –Tienes la espátula en la mano–
Busco a tientas mi teléfono de la mochila. –La comida se está cocinando–
–¿No son esos puntos fuertes? – Salta para atender lo que sea que está cocinando y regresa un momento después. –Voy a decirles a los jueces que me enojaré con ellos si este video nos quema la cena–
–Bien, nos daremos prisa– Me deslizo a la aplicación de la cámara, cambio a video y nos alineo para que Nolan aparezca detrás de mí, sentado en el reposabrazos. –¿Estás listo? –
–Supongo–
–No lo suficientemente entusiasmado– le digo.
–Mierda, ya estoy listo– dice, y su expresión inexpresiva me hace reír. Me compongo para cuando el video comience a grabarse. La forma en que nuestras caras se iluminan en la cámara inversa es oro puro.
–¡Hola, chicos! –Mi voz sale una octava más alta de lo normal. Nolan se echa a reír.
–¿Quién demonios era ese? – pregunta.
Suspiro secamente, terminando el video.
–Vamos, Tenemos como unos segundos para terminar esto–
–De acuerdo. Maldita sea– Se recompone y vuelvo a presionar el botón de grabar. El saluda y yo hago lo mismo.
—Hola, América– Comienza.
Esta vez resoplo. –¿En serio? – Dejo de grabar.
–No estamos en “Buenos Días América”, aquí–
Gruñe y regresa a la estufa. –No está mal saludar a tu país–
–Bien, bien, tienes razón–
Regresa un momento después, con la espátula agarrada en la mano como si fuera usarla para apuñalarme. Me agarra del hombro. –Presiona grabar–
Ya estoy conteniendo la risa, así que puedo decir que el tercer intento también ha fracasado. Nos alineo la pantalla y presiona el gran botón rojo.
–No sabemos lo que estamos haciendo– le digo de golpe, lo que le hace resoplar.
–Pero sabemos quiénes somos– añade, y luego me señala con el pulgar. –Esta es mi mejor amiga, Alex–
–Y este es mi mejor amigo Nolan–
–Somos como Cheech y Chong– dice, y jadeo, girándome para mirarlo.
–¿Sabías que estaba pensando en eso antes? – pregunto.
Sonríe a la cámara. –¿Ves eso? somos tan buenos amigos que somos psíquicos–
–Pero no drogadictos– añado, mirando seriamente a mi cámara. –No tienes que preocuparte por nosotros trayendo sustancias ilícitas– hago una mueca y me vuelvo hacia Nolan.
–¿Deberíamos reiniciar? –
–No, mostrémosles quienes somos realmente– dice, con una sonrisa de oreja a oreja. –Después de todo, esto es una introducción–
Seguimos divagando inútilmente y terminamos nuestro video a los cincuenta y ocho segundos. Es ridículo. Posiblemente divertido solo para nosotros. Pero tendrá que servir. Nolan regresa rápidamente a la cocina para terminar su cena misteriosa y comienza a emplatar mientras yo hago el repaso final del paquete de envió. Esta vez, tenemos todo en orden. Y después de que finalmente presiono ENVIAR, jadeo.
–Lo hice– grazno.
Nolan suelta un grito de alegría, dejando caer nuestros platos de comida en la pequeña mesa del comedor. –¡No pudo ser en mejor momento! ¡Comamos y emborrachémonos, mierda! –
Me uno a él en la mesa y chocamos los cinco con ambas manos por la comida. Es entonces cuando me doy cuenta del fantástico plato de carne que tengo delante.
–¡Dios mio! ¿Qué es esto? –
Descorcha una botella de vino con un fuerte Thhup. –Bocados de carne cocinados en mantequilla de ajo. Una guarnición de pure de pieles rojas–
Gimo dejando caer la cabeza entre mis manos. –Ya es mi plato favorito–
–Y ni siquiera lo has probado– Chasquea la lengua, sirviendo dos copas generosas de cabernet Sauvignon.
–Maldita sea, estas elegante esta noche– Bebemos cerveza por regla general.
–Es hora de celebrar– se hunde en el asiento frente a mí y levanta su copa de vino. –Salud, chica–
Me río y chocamos las copas. El filete esta para morirse: delicioso, jugoso, cocinado a término medio, pero no seco. El pure de papas rojas de Nolan es del tipo que podría comer 15 kilos y aún así querer unas cuantas cucharadas más. La cena transcurre rápidamente, ayudada por el vino, las risas y las bromas interminables, y luego giramos a su balcón, donde continuamos bebiendo, hablando e imaginando como seria realmente en un reality show.
–Sabes– dice Nolan, una vez que hemos acabado la botella de vino y hemos cambiado a la cerveza, como Dios manda. –me pregunto si el programa va a parecer que estamos juntos–
Mi ritmo cardiaco se acelera de la misma manera que lo hace cada vez que veo un poco los abultados bíceps de Nolan, lo cual es molestamente frecuente esta noche o recordar el suave c*****o de su cama…y cuanto deseo probarlo ahí dentro. Un extraño abismo se abre en mi pecho, tragándose mi sentido común.
Pregunto: –¿Qué quieres decir? – Aunque sé exactamente a que se refiere.
Se encoge de hombros, mirando la oscura bahía. Llevamos más de una hora mirando el lago. –El otro día me encontré con mi madre en el almacén. No paraba de hablar de la idea de que hiciéramos esto juntos y seguía actuando como si le estuviera ocultando algo sobre nosotros–
Todo dentro de mi cuerpo, hasta el brazo, esta tenso y ansioso. –¿Sobre nosotros? –
Suelta una carcajada, que transmite a la perfección lo ridícula que es la idea. Cuando se gira hacia mí, tiene la sonrisa casual perfecta en su rostro, con la botella de cerveza a medio camino de sus labios. –Si. Como si hubiéramos estado saliendo en secreto o algo así–
En este punto, mis órganos se congelan y comienzan a desmoronarse. Realmente no tengo idea de lo que está pasando dentro de mi cuerpo, pero no es bueno. –Oh. Oh. Dios–
–Si. Le dije que era la cosa más loca que había oído en mi vida. Como salir con mi hermana– Se ríe de nuevo y toma un trago de su cerveza. Ese abismo me engulle el corazón a continuación, rompiéndome una costilla en el proceso.
–Esto es absurdo– repito, tratando de sonar tan alegre como él. Es absurdo. No miento. Entonces ¿Por qué siento que esto es una farsa? –Nunca podría salir contigo. Ni en un millón de años–
–¿Ah, ¿sí? – Me mira, con un destello oscuro y curioso en su mirada.
–Te has acostado con todo Bahía Azul– le digo con una sonrisa burlona. –No me gustan los chicos con tanto recorrido– Cuando no reacciona de inmediato, añado. –O, ya sabes, chicos que son básicamente mis hermanos–
–Cierto– Nolan da otro trago a su cerveza. –Estás buscando a ese chico estable–
Me río, pero se siente vacío. –Buscando, pero no lo he encontrado–
–Si, lo encontraste–
Finjo mirar a mi alrededor, debajo de mi silla. –¿Dónde lo perdí, entonces? –
Nolan me mira de reojo, diciendo. –Justo donde lo dejaste–
Niego con la cabeza, volviendo a coger mi cerveza. –No actúes como si Andy estuviera llorando por mi–
–Si que lo está. Bueno, más bien…suspirando–
–¿Te está diciendo que volvamos a estar juntos o algo así? – mi ritmo cardiaco se acelera de nuevo, pero no por los bíceps de Nolan, por una vez. Odio la idea de que Andy este actuando como un chico triste y con el corazón roto casi tanto como odio la idea de que Nolan nunca, ni siquiera una vez, pueda verme como algo más que su hermana. Hay una claridad sorprendente en mi estado de achispa: quiero que Nolan me desee.
Pero nunca lo hará. Y menos cuando esta presionando para que Andy y yo volvamos. Así que voy a empujar ese pensamiento de vuelta al extraño agujero del que vino. Donde puede marchitarse y morir. Porque, aunque me encantaría que me viera como una mujer deseable, quiero que conservemos más nuestra amistad.
Nolan no me responde de inmediato, así que me pongo de pie, agitando mi botella de cerveza vacía.
–¿Quieres otra? – pregunto. En realidad no quiero otra, pero necesito algo, cualquier cosa que me distraiga ahora mismo.
Nolan asiente, y me dirijo a la cocina para tomar otra ronda de cerveza y oficialmente empezar a olvidar lo que acabamos de hablar. Pero cuando llega la medianoche, apenas puedo mantenerme en pie, y mucho menos mantener los ojos abiertos.
Nolan intenta ayudarme, pero le hago un gesto para que se vaya. Puedo arrastrar los pies hasta el sofá, muchas gracias. Estoy bastante segura de que le digo esto. Pero luego mis ojos se cierran y ya no me importa.
Cuando me despierto, la luz del sol me da directamente. Como un rayo láser del cielo. Entrecierro los ojos, tratando de orientarme. Definitivamente es de día. No hay duda. Gruño, rodando sobre mi espalda. Extrañas oleadas de nausea me atraviesan el cráneo. Suspiro, con la lengua seca pegada al paladar. Hay aquí. Aún así, tengo esperanza para el día.
Me tiro hacia el otro lado, lejos del vengativo rayo de sol. Y una vez que me doy la vuelta, mis ojos entrecerrados se abren de par en par inmediatamente.
Porque no estoy en la sala como pensaba. No estoy en el sofá de dos plazas, como siempre. Estoy en la maldita cama de Nolan. Y el mismísimo Señor Sin Camisa y glorioso duerme tranquilamente a mi lado. Un hermoso bíceps abultado, su brazo cruzado sobre su pecho. Su cabello esta revuelto y le cae sobre la frente. Y maldita sea, de alguna manera es más hermoso cuando esta dormido.
Abro la boca y lo miró fijamente durante lo que parece una media hora entera. Para cuando recupero el sentido, me doy cuenta de que debo irme. Ahora. El reloj de su mesita de noche marca las nueve de la mañana, y necesito darme prisa si quiero hacer algo de ejercicio antes de ir a trabajar hoy.
Una vez que empiezo a deslizarme fuera de su cama, me doy cuenta de lo cómodas que son las sábanas. Suaves. Grises. Atractivas. Cada movimiento libera una ráfaga del olor de Nolan. Y para cuando mis pies tocan el suelo, me doy cuenta de que ni siquiera llevo mi ropa puesta. Llevo su ropa. lo que hace que todo sea a la vez mejor y mucho más terrible.
–Mmmmmrrrhhmm– Nolan se mueve y se cubre los ojos con su hermoso bíceps. Estoy una vez más clavada en mi sitio. Pero no digo nada. Porque, ¿Qué puedo decir? ¿Gracias por vestirme platónicamente, oh, hermano no biológico?
Me tapo los ojos con una mano mientras otra oleada de incomodidad desgarradora me recorre. La misma incomodidad que surge cada vez que intento incriminar a Nolan en todo este asunto, él es solo mi hermano luz. La claridad de un nuevo día tampoco hace nada para detener esta incomodidad, no de la forma en que lo hacen el alcohol, las noches largas o las intensas sesiones de entrenamiento.
De hecho, la luz del sol cegadora y su aroma, almizcle y cuero, envuelto en mí, y el hecho de que no solo estoy cerca, sino también envuelta en sus pertenecías, me envían a algo tan crítico y crudo que casi quiero vomitar.
Estoy enamorada de Nolan. Y él es el último hombre en la tierra con el que podría considerar empezar algo.
Me levanto de su cama como si fuera un charco de angustia derretido. Muy diferente de la angustia solidificada. Por supuesto. No, soy móvil y pura. Como debería ser la angustia.
Una vez me arrastro como un ejército hacia mi ropa de trabajo, que esta cuidadosamente recogida en una silla en la esquina, Nolan gruñe. Hago una pausa, con una mano sobre mis jeans de trabajo.
–Alex–
Su voz es como el papel de lija, excepto si fuera de grado sensual y se aplicara directamente al clítoris. Mis muslos se aprietan involuntariamente y me giro para mirarlo.
Tiene un ojo cerrado con fuerza, las sábanas recogidas alrededor de su cintura como si fuera una especie de criatura mítica nacida de sábanas grises perfectas. Estoy segura de que hay una colonia entera de hombres atractivos viviendo bajo esas sabanas, porque todo en su cama parece sospechoso y de otro mundo.
–Hola. Hola. No quería despertarte– continúo agarrando mi ropa sigilosamente.
–¿Por qué te escapas como si fueras una aventura de una noche? – La esperanza de su voz de recién despertada es suficiente para deshacerme. Mis ojos se cierran y me doy cuenta de que ya no puedo estar aquí. Necesito desesperadamente retirarme a algún lugar donde pueda abordar las sensaciones que recorren mi piel.
–Yo, eh, yo, ya sabes. Me dirijo a casa– Estoy sentada en la alfombra frente a la silla, concentrándose intensamente en vestirme sin volver a mirarlo. Es mejor si no miro al centauro de las sábanas directamente a la cara.
–Vuelve a la cama– Su voz esta más aturdida ahora, lo cual es a la vez irresistible y una señal de alerta.
Pros: podría escabullirme en sus brazos ahora mismo y ver que ha pasado, y estar protegida por la cláusula de “era temprano por la mañana y me dijiste que lo hiciera”
Contras: Probablemente este dormido y no se dé cuenta de lo que dice. además, probablemente piense que soy otra persona. Ah, y, además, técnicamente no estoy interesada en ahondar en Nolan como una aventura de una noche.
Así que la decisión se toma sola, –Necesito ir a casa- digo, con la voz llena de arrepentimiento.
Refunfuña de forma ininteligible, y me agarro de la ventana para volver a ponerme mi ropa. Me quito sus pantalones cortos deportivos ultracomodos y su camiseta de baloncesto de la preparatoria Bahía Azul. Era uno de los mejores bases de la historia de la preparatoria, aún mejor por el hecho de que no le importaba cuantos puntos anotara, si era o no jugador, o básicamente nada en absoluto. A Nolan solo le importaba tener sexo.
Y la camiseta me recuerda que, en realidad, no ha cambiado mucho. Todavía llevo mi sujetador deportivo n***o básico y las bragas con las que vine, y me pongo la ropa de trabajo tan rápido que ni siquiera estoy segura de respirar. Salgo corriendo a la sala donde recojo mis cosas a la velocidad de la luz. Hay evidencias por todas partes de la gran noche que tuvimos: los platos sucios, la botella de vino vacía, el cuaderno de Nolan desparramado con bocetos de ideas para el servicio de alimentos.
Huyo de todo, me subo a mi coche y conduzco de vueltas a mi apartamento. Siento como si alguien me hubiera sacado el cerebro con una bola de helado y, sin embargo, de alguna manera dejó suficiente materia gris para que pudiera conducir un coche. Gracias, resaca. De vuelta en mi apartamento, me quedo mirando mi esterilla de yoga enrollada solo por una fracción de segundo antes de darme cuenta de que tarea tiene realmente prioridad en ese momento.
Dejo mis coas y corro al baño, abriendo el grifo para una ducha caliente. Me desnudo e inmediatamente mi mano se desliza entre mis piernas. Ni siquiera llego al agua cuando mis dedos se deslizan entre pliegues jugosos, encontrando una humedad que no ha estado esperando solo unos minutos, pero tal vez años cuando se trata de este hombre.
>. No puedo pensar en ello. No sé qué hacer con esta información. Es decir, siempre he sabido que amo a Nolan, en lo más profundo de mi ser, pero de la misma manera que tú sabes que necesitas un coche para moverte por esta ciudad, o como haría cualquier cosa para ayudar a mi hermana, incluso cuando no quiero.
¿Pero estar enamorada del?
Mis dedos se deslizan sobre el apretado c*****o de mi clítoris. Todo lo que puedo ver en mi mente es Nolan. La banda de su mandíbula y la forma en que combina con el vello de su pecho. Esos brazos que parecen capaces de levantarme con demasiada facilidad, de lanzarme, de mantenerme presionada contra él. Esos abdominales marcados que se estrechan hacia un país de las maravillas que ni siquiera he considerado, del que no se nada, pero que me muero por explotar.
Un recuerdo de Nolan con su cuchillo de chef en su mano grande y áspera pasa por mi miente, y mi coño late contra las yemas de mis dedos. Dejo escapar un grito ahogado. Ups, ahí está. Gran orgasmo logrado en menos de un minuto.
¿Cuánto tiempo ha estado esperando ese orgasmo para salir? Estaba tan excitada que la mera idea de Nolan en la cocina me hacía perder el control. En una dimensión alternativa, le contaría a Nolan como alcance el orgasmo simplemente imaginándolo, cortando zanahorias. Pero de ninguna manera se lo voy a decir en esta dimensión.
Entro en la ducha, dejando que el agua tibia me envuelva, lavando los sentimientos extraños. Una cosa esa segura. Lo que sea que sienta por Nolan necesita ser desechado hoy.
La idea de Alex y Nolan en un sentido romántico va a seguir siendo una fantasía. Y nada más.