8- Lo logramos

2117 Words
NOLAN Hay una espera de dos semanas para los resultados de las presentaciones, y oscilo entre la arrogancia total y la incertidumbre paralizante como un reloj todos los días de esas dos semanas. Por un lado, estoy completamente seguro de que pasaremos el corte, porque Alexa y yo hicimos un trabajo increíble. Pero, por otro lado, ¿Quién sabe cómo será nuestras competencia? Podríamos ser el hazmerreír de la pila de propuestas. Descartados de inmediato. Y, sinceramente, mis pensamientos se desvían por este camino mucho más a menudo de lo que me gusta admitir. Porque, ¿por qué escogerían algo de mi cerebro, de la punta de mis dedos? Si Wyatt lo hubieran hecho, por supuesto que estaría en la lista de concursantes. Mierda, si fuera Xander, el sería el maldito juez del programa. Tanto Enzo como River se abrirían paso a codazos hasta los tres primeros de alguna manera, ya lo sé. ¿pero yo? Estoy destinado a ser el que casi logra, pero no lo hizo. Siempre he sido ese tipo. Apuntando a las estrellas, pero aterrizado en el patio trasero del vecino. No puede aprobar la universidad. No pude demostrarte ni a una sola chica que Valia la pena arriesgarse, cuando creía en la fantasía del romance. Esta es la píldora amarga que he tragado demasiadas veces, pero que pensé que había tragado por última vez una vez que me asenté en mi carrera en el taller mecánico. Y tal vez Alexa no se da cuenta, pero me está dando la píldora y un vaso de agua. Entonces, ¿Qué hace cualquiera cuando se enfrenta a una inseguridad paralizante? Beber. Y normalmente follar, pero estoy demasiado ansioso estos días. O tal vez no sea ansiedad. Tal vez sea algo más que no quiero pensar ni siquiera fingir que es real. Algo que tiene mucho que ver con Alexa, pero maldita sea, si le daré tiempo a esos pensamientos. Ella hace que sea fácil evitar pensar en eso en lo que no debería permitirme, porque básicamente esta desaparecida desde el día en que enviamos la solicitud hasta ahora, dos semanas después. Alexa hace muchos turnos libres y está constantemente ayudando a su hermana y a esa excusa de mierda de novio que tiene esa mujer, así que hay periodos en los que nuestros horarios no coinciden y simplemente no la veo. Normalmente, está bien. ¿pero últimamente? Me tiene rechinando los dientes. Es miércoles por la tarde cuando finalmente salgo del trabajo y de camino a casa para lavarme la grasa y olvidarme de cuantos chistes sobre p***s hicimos este día. Hay un concurso informal de chistes malos sobre p***s entre todos nosotros, y el ganador de hoy fue Eliot con esta joya: ¿A dónde van los p***s malos? Al penitenciario. Y mi pene necesita ir a un penitenciario con la frecuencia con la que he pensado en encontrarme con Alexa y su tanga hace unas semanas. Nunca pensé que esa lamentable excusa de ropa interior, en serio, es solo un hilo, gente, surgiría tanto en mis pensamientos cuando dejo que mi mente divagara. ¿Siempre ha tenido nalgas como manzanas jugosas? Conociéndola, seria manzanas orgánicas. Tiene un culo orgánico Honeycrisp, y ni siquiera puedo decírselo. Mi sentencia penitenciaria se extiende un año después de que mis pensamientos divaguen una vez más hacia la idea de doblar ese culo crujiente como una manzana sobre el borde de mi cama y darle una bofetada lo suficientemente fuerte como para hacer que la manzana brille. Mierda. tengo que dejar de pensar así sobre Alexa. O si no, mi sentencia penitenciaria incluirá un confinamiento solitario por la polla. Es una mala broma. Alexa todavía se habría reído. Dentro de mi apartamento, me quito la ropa y me meto en la ducha. Si, me masturbo, ¿y que? Me obligo a pensar en una bomba sin rostro, pero tiene el culo de Alexa, así que ahí está. Una vez que estoy seco, vestido y todavía cachondo por algo que me niego a ceder, cojo mi teléfono y checo mi correo electrónico. He estado mirando todos los días después del trabajo, por si a caso envían algún correo electrónico de actualización. Hasta ahora no ha llegado nada. Desde algunos días, me pregunto si siquiera recibieron nuestra propuesta, pero Alexa me ha enviado suficientes mensajes de texto tranquilizadores con capturas de pantalla como evidencia de nuestra propuesta, así que tengo que creer que se envió. Los correos electrónicos se cargan. Me desplazo perezosamente, medio resignado, medio esperanzado. Y ahí está. Re: El Gran Reto del Camión de comida del Medio Oeste. Se me revuelve el estómago y tiro el teléfono al sofá. No puedo mirar. No sin Alexa. No puedo soportar el peso de las malas noticias solo. Ella necesita estar aquí. Así que esperaré. Miro el reloj de la cocina. Son las seis y media, maldita sea. De ninguna manera puedo esperar dos horas hasta que Alexa salga. ¿y si no puede venir? Tengo que saberlo ahora. Mi estómago se traga el vacío y luego se da vuelta mientras vuelvo a coger mi teléfono. Tirarlo de algún manera hizo que el correo electrónico se abriera y las palabras me estan esperando. ¡Felicidades! ¡Tu negocio de comida ambulante! “Tenedores sobre ruedas” ha sido seleccionado para competir en el Gran Desafío de Camiones de Comida del Medio Oeste! Mis ojos se abren cada vez más a medida que sigo leyendo: Tú y tu equipo recibirán alojamiento con todos los gastos pagados en cada una de las cinco ubicaciones del desafío; serán responsables de llegar a cada ciudad de destino en su propio vehículo; cada desafío eliminara un equipo competidor hasta que quede solo quede un ganador en la última parada en Mineápolis, Minnesota. Hasta que me duelen los ojos y tengo que parar para procesarlo. Leo el correo electrónico una segunda vez. Una tercera. Y luego una cuarta. Y entonces grito: –¡Lo logramos, mierda! – Mis piernas se mueven antes de que pueda tomar la decisión consciente. Salgo corriendo por la puerta, con los pies retumbando por las escaleras. Estoy emocionado que podría correr por todo el camino hasta El lago, pero el auto será más rápido. No estoy seguro de respirar durante todo el camino hasta el restaurante. Una vez que me estaciono, prácticamente me caigo del auto. Ya no puedo caminar. Ni siquiera puedo pensar. La pura emoción de la clasificación probablemente sea suficiente para mí. Ni siquiera necesito competir ahora. Este subidón por sí solo me tiene arriba. Unas cuantas personas se arremolinan en la entrada de El Lago mientras me acerco a toda prisa a las puertas dobles de cristal. Abro un lado de golpe, pasando junto a una joven pareja distraída que se detiene en la puerta mirando un teléfono. El aroma a bistec flota en el aire mientras entro en el alegre clamor del restaurante. Estiro el cuello para encontrar a Alexa dando saltos en algún lugar cuando la alegre anfitriona me saluda. –¡Hola! Bienvenido a El Lago. ¿Cuántos hay hoy? – –¿Dónde está Alexa? – Su rostro se arruga ligeramente confundida. –Creo que está en la cocina…– Mi corazón se acelera. Me agarro la nuca. –¿Puedo sentarme en el bar? – –Claro. Adelante– Empiezo a sentirme como un loco. Necesito diez copas para celebrar inmediatamente. Y decírselo a Alexa, por supuesto. Me deslizo en un taburete vacío, atenta a mi mejor amiga. El camarero está ocupado con otros más abajo en la fila de taburetes, así que me quedo rebotando la rodilla y pasándome la mano por el pelo compulsivamente. Debo parecer desesperado por una dosis de algo. Supongo que esa dosis es Alexa. Un momento después, cruza las puertas batientes de la cocina. Me levanto de un salto de mi asiento, como para evitar que se caiga por un precipicio. Excepto que este es un restaurante muy informal frente al lago, no un intento de vida o muerte para salvar a Alexa de caer en picada por un barranco. Jadea cuando la agarro. Cuando su mirada se posa en mí, puedo leer todo en su rostro. La sorpresa. La calidez. La diversión. –¡Nolan! ¿Qué estas…? – –Alexa– De repente, no puedo recordar que se supone que debo decir. La estoy mirando a los ojos después de dos semanas de dosis muy bajas de Alexa en mi vida, y su sonrisa se siente como sentarse después de caminar durante días. ¿Siempre ha sido así de bonita? Sus mejillas estan rosadas y me mira con una pequeña sonrisa que me ruega que la borre con un beso. Beso. Alexa. –¿Estás…? – comienza. –Lo logramos, mierda– las palabras salen de mí. El atasco comienza a relajarse. Sus ojos se abren de par en par, sus labios carnosos se separan, y esa maldita idea vuelve a aparecer en mi cabeza: >. Excepto que no. A ella no. No ahora. Nunca. ¿Verdad? -¿Hablas en serio?– –Si. Estamos en la competencia– Ella chilla, cubriendo su boca con las manos. –¿Hablas en serio? – –¡Si! ¡Lo logramos! – Grito y la abrazo con mis brazos, sin pensar, sin siquiera decidirlo. Se derrite contra mí, y mis entrañas liberan un suspiro colectivo. Malita sea. Se siente un poco mejor de lo que pensaba tenerla aquí. aprieto más fuerte, levantándola del suelo por si acaso. –¿Hablas en serio? – pregunta una vez que me convenzo de soltarla. –No bromearía con esto, ni una mierda– la camarera se me acerca finalmente y me giro hacia ella. –Este es un día increíble. ¿puedes prepararme dos mojitos? – la camarera me guiñe un ojo y agarra el vaso. –No puedo beber en el trabajo– sisea Alexa. –Te lo guardaré – le digo con una sonrisa malvada. –Hasta que salgas y podamos empezar a celebrar como es debido– Otra camarera entra por las puertas dobles detrás de ella y Alexa vuelve a mirar hacia la cocina. –De cuerdo. Tengo que volver al trabajo. ¿Qué estaba haciendo? – –Disfrutando de nuestro éxito– Ella resopla. –Bien. Antes de eso, quiero decir– –Ni idea. Pero sabes dónde encontrarme cuando estés lista para tomar un sorbo secreto de celebración– Se ríe, sus ojos verdes brillan mientras se dirige al comedor principal para atender sus mesas. La camarera es una rubia guapa que parece estar en su último año de universidad o algo así. justo mi tipo. Normalmente. –¿Tienes buenas noticias? – pregunta. –La mejor noticia- también la más aterradora, porque ahora que la emoción se está desvaneciendo, la verdad se está asentando. ¿Qué viene después? ¿Cómo es la competencia? ¿Como le digo a mi jefe que de repente necesito las próximas una a cinco semanas libres del trabajo? ¿Qué demonios voy a cocinar para estos jueces del concurso? Y lo más importante, ¿Qué demonios creemos que estamos haciendo? –¿Y qué noticias son esas? – Abro la boca, listo para soltar la sopa, pero recuerdo que debemos tener tacto al respecto. Alexa necesita hablar con su supervisor. Esta es nuestra aventura. Juntos. No puedo ir soltando mi carga en el primer par de orejas que se me cruce. –Digamos que una gran aventura está a punto de suceder– Cuando la camarera me da la primera bebida de dos, la levanto en señal de saludo. –Por nuevas aventuras– Me dedica una sonrisa coqueta, guiñándome un ojo mientras tomo mi primer sorbo. Termina de preparar mi segundo mojito, su mirada se detiene demasiado tiempo en mí. El rosa tiñe esas redondas mejillas. Me mira por tercera y luego por cuarta vez. Conozco esta situación por lo que es. En el mundo de los playboys, se llama La ventana. Me está dando la oportunidad de perseguirla, de entrar por la ventana, de llevar esto al territorio del coqueteo en toda regla. El sutil cambio de dinámica es apenas perceptible, y solo los sabuesos de coño finamente entrenados como yo pueden oler el cambio hormonal. Pero, oh, ha cambiado. Abre la ventana. Y solo hay que entrar por ella. Tomo otro sorbo de mi mojito. Lo extraño es que no quiero entrar por la ventana. En absoluto. Solo quiero que Alexandra del trabajo para que podamos actuar como bichos raros celebrando nuestras victorias. No es extraño querer pasar tiempo con una amiga. Entonces, ¿Por qué siento que de alguna manera está mal?
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