Capítulo 2: Actualidad

1574 Words
El despertador me había sacado de aquel horrible recuerdo, de vez en cuando volvía a aparecer, pero eso solo me recordaba en lo que me había convertido, en una mujer segura de sí misma, y aquella promesa que me hice esa noche la había cumplido al pie de la letra. Luego de aquella vez, me fui a los cinco días. Mi madre me compró un departamento y me apoyó en aquella decisión, luego de llorar esos cinco días y de no querer salir a la calle, ella también pensó que era lo mejor. Mi autoestima había caído al piso más bajo, me habían usado y humillado como si no valiera nada; es algo que nunca he podido olvidar, pero que he superado porque maduré. Me costó volver a crear autoestima, sin embargo, me di cuenta de que soy linda, que soy inteligente y que él era un tonto, podría decir sin cerebro, porque nadie en su sano juicio puede provocar daño de esa forma. Me enseñó muchas cosas, es de lo único que puedo estar agradecida, me hizo ver las cosas de manera diferente, de comenzar a valorarme como la gran mujer que era, y ahora como varias chicas me dicen, soy un perra empoderada. Y que más, si es lo que todas debemos ser, este mundo es muy difícil cuando se es mujer, aún la sociedad sigue viendo al hombre en un estatus más alto, de menos manera que en otros tiempos, aunque que aún se da. Un claro ejemplo de ello es cuando una mujer disfruta de su vida s****l, al igual que lo hace un hombre; nosotras somos las putas, y lo que más dicen es que a los hombres no les gustan las chicas así. Pues, que poco me importa encontrar un hombre, para qué quedarme con uno si tengo a varios que ruegan una noche en mi cama. Yo soy un conquistador en versión mujer, no me avergonzaba y vivía mi vida en plenitud, no necesitaba del amor de un hombre ni de tampoco su dinero porque yo era una perra que se conseguía sus cosas solita. Depender de un hombre era lo último que yo haría en la vida, porque qué mejor que tu libertad, de hacer lo que quieras y de estar con quién quieras. Miro hacia el lado en mi cama. Una espalda ancha y musculosa estaba a mi vista, sonrío al recordar la noche anterior; había sido mucho mejor de lo que pensé y eso ya es mucho. Pero, hace rato debería haberse ido, así que lo muevo y escucho un gruñido de su parte. Pongo los ojos en blanco. —Debes irte —digo, él se da vuelta y sonríe cuando ve que aún estoy desnuda. —¿Va a llegar tu novio? —pregunta, yo niego. —No tengo novio. —¿Cómo es que eres tan hermosa y no tienes novio? —pregunta mirándome confundido. —No necesito un novio, me gusta la vida que llevo, así que sigo esperando que te vayas —respondo, me levanto y me coloco una camisa que me alcanza a tapar el trasero. Matías se levanta de la cama, comienza a ponerse sus pantalones mientras no deja de mirarme. —Quizás podríamos salir esta noche… —comienza, niego de inmediato. —No lo creo. Fue algo de una sola noche, no me interesa conocerte así que por favor, ándate —digo, él me mira confundido y yo levanto una ceja, ¿es que ahora los hombres se sienten heridos porque los usan para una noche?, pero cuando ellos lo hacen se sienten unos campeones. —¿Qué? —Dios, ¿qué pensabas?, ¿que quería una relación? —pregunto riendo, él niega y cuando termina de ponerse la ropa sale de mi departamento sin decir adiós. Voy al baño a darme una ducha, queda hora y media para mi primera clase del día, ya estaba en cuarto año, y hoy después de unas merecidas vacaciones comenzaba un nuevo año. A Matías lo conocí en el gimnasio, iba al mismo que yo y era un chico muy guapo, lo que se traduce en un chico caliente, habíamos pasado una buena noche, estaba bien dotado y hacía unos buenos movimientos. Rudo hasta cierto punto, lo que a mí me gustó, pero ya lo habíamos hecho, y la verdad ya no me interesaba hablar con él. Solo había necesitado decirle “hola” y en una hora estuvimos haciendo cardio en mi cama. Cuando estuve lista me preparé el desayuno con avena yogurt y frutas; es lo que más me gusta. Además, ahora ya no me quedaba demasiado tiempo, aunque cuando tenía clases en la tarde podía prepararme algo más elaborado. Una vez estuve lista, tomé las llaves de mi bebé y manejé a la universidad. Hace como un año y medio me había comprado un jeep, aunque mi madre me había ayudado, yo había trabajado bastante para comprarlo. Siempre había sido mi sueño y lo amaba. El color n***o lo hacía ver imponente. —Juliette, cada vez estás más buena —dice Max una vez llego donde los chicos a la sala de reunión, era algo que hacían todos los años y ya no le encontraba mucho sentido. —Nene, no hace falta que me lo digas, tengo espejos grandes en mi departamento —digo riendo, él asiente. —Si me gustaran las mujeres ten por seguro que me habría acostado contigo —dice, ruedo los ojos. —Hola, Stefan, ¿qué tal esta Amparito? —lo saludo, él me sonríe grande—. Asumo que bien, por la cara de tonto enamorado —asumo, Stefan suelta una carcajada, y yo me siento a su lado. —Hola, Juli. Amparo esta deseando verte —saluda de vuelta, muevo la cabeza en afirmación—. ¿Qué tal tus vacaciones? —me pregunta. —Pues bien, estuve trabajando la verdad… —comienzo pero Max me interrumpe. —Y follando claro está. Traes el aire de un polvo —dice acercándose para olerme, me río. Él acostumbra a decir un polvo o un polvito dependiendo de cuánto dura el chico. —Pues los hombres me buscan, no soy de piedra bebé —digo guiñándole un ojo. —¡Claro que no, perra! —Stefan y yo nos reímos, Max es igual que yo, de hecho salimos juntos a “cazar” como a él le gusta llamarlo, según yo, es solo disfrutar de nuestra juventud. —¡A puesto a que me extrañaban! —Rodrigo llega abriendo los brazos cuando nos ve, esta más moreno, pero seguía viéndose guapo, que lástima que eran mis amigos. Nunca me había acostado con ninguno, una de las primeras reglas era no acostarme con mis amigos, ya saben, cuesta forjar una amistad y a veces el sexo las arruina, yo ya los consideraba mis hermanos. Habíamos estado juntos desde que entramos a la universidad. —Creo que hoy Amerita una junta —dice Rodrigo, yo asiento. —Por supuesto —dice Stefan, Max me mira y me guiña un ojo, sabemos perfectamente en qué terminan las juntas. —¡Se pensó y se hizo! La charla que da el rector de la carrera es aburrida, es decir, no se cansa de decir siempre lo mismo. ¡Por dios, cuatro años diciendo lo mismo! —Ahora viene tu momento de fama —me codea Stefan, hago una mueca porque sí, soy la mejor de mi generación. Algo de lo que estoy orgullosa, de hecho ya me habían recopilado para varios puestos una vez que me graduara. Tenía el futuro que siempre soñé. —Demos una gran felicitación a Juliette Verón, que una vez más, es la mejor de la generación —dice el rector, Me levanto y sonrío como todos los años, recibo varias miradas de chicas intentando mirarme en menos, por dios nena, el tiempo ha cambiado, no debemos sentir rivalidades entre nosotras. Y por supuesto las miradas de varios compañeros, sus miradas de deseo; les guiño un ojo a los que encuentro guapo, ¡soy la puta ama bebés!—. Y también a Stefan McAdams, que por primera vez es el segundo mejor —dice, con los chicos nos reímos y Stefan mueve la cabeza. —Que hijo de puta —dice, yo asiento. Cuando por fin el rector se cansa de hablar, se despide y nos manda a nuestras clases, lo único bueno de este día es que solo hay una introducción de lo que serán los ramos y cómo serán los exámenes, así que al medio día ya estamos listos. —¿Quién fue el afortunado? —me pregunta Max. Vamos a mi departamento, ya que con los chicos nos juntaremos a las ocho de la noche en el bar universitario de siempre. —Matías del gimnasio —digo, Max abre los ojos grandes. —¡Mierda, Juliette! Yo estaba segura que era gay —exclama moviendo la cabeza, niego riendo. —La noche estuvo genial, pero luego al otro día me pidió que nos conociéramos —Hago una mueca y Max echa una carcajada. —Solo tú mandas a la friendzone a un papucho como él —dice—. La indomable Juliette, mejor conocida como “el ángel de la seducción” —La verdad nunca supe quién me había dado ese apodo. —Pero te viene como anillo al dedo, eres tan hermosa que asusta —dice.
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