Capítulo 3: El pasado esta de vuelta

1891 Words
—Ahí está mirándome, parece un venado herido —me dice Max, vinimos al gimnasio como todos los días, me limpio el sudor de la frente y miro hacia Matías, que al verme baja de inmediato la mirada. —Mierda, hasta me siento mal —digo. —Debió ser gay, yo no lo habría hecho sufrir —dice, yo rio. —Mira, él sabía que era por una noche, yo no le hice ningún tipo de ilusión —me excuso. —Tú negativa o mejor dicho miedo a enamorarte hará sufrir a más de uno —dice, yo niego. —Yo no les prometo nada, solo es una noche para pasarla bien, a diferencia de lo que Adam hizo conmigo —digo, tomo un sorbo de agua, no me gusta cuando Max saca estos temas. —Vámonos —dice, yo asiento, son las cinco de la tarde ya, y la verdad no quiero seguir viendo a Matías, pocas veces me pasaba esto. Normalmente los chicos sabían que era algo de una noche, ellos disfrutaban y yo también. Al llegar a casa, yo entro al baño de mi habitación y Max entra al baño de la pieza de invitados. +++ Cuando llegamos al bar, ya estaba abarrotado de universitarios, todos reencontrándose. Miro por encima de las tantas cabezas buscando a los chicos, pero no los veo. —¡Los encontré! —me dice Max tocándome el hombro, miro hacia dónde me apunta y los veo. Caminamos hacia ellos, y Amparo al verme me sonríe. —¡Por dios, estás bellísima! —dice abrazándome, yo rio. —Fitness es mi pasión nena. Cuando Stefan nos contó de Amparo, todos estábamos completamente sorprendidos, es decir, Stefan era un conquistador también, y que de un día para otro hubiera cambiado su mirada nos sorprendió. Pero todos estábamos felices, cuando conocimos a Amparo entendimos por qué se había enamorado tanto de ella. Es especial de una forma que pocas personas lo son. —Quisiera tener la fuerza de voluntad que tienes —dice cuando nos sentamos, yo ruedo los ojos. —Te aseguro que no lo necesitas —respondo. Tarde me doy cuenta que hay un chico que antes no había visto, de pelo claro, piel bronceada, y con unos ojos penetrantes que me miraban. —¿Quién es ? —le pregunto a Max que esta sentado a mi lado. —Chicos, Amparo y yo, como ya saben, nos vamos a casar —comienza Stefan, yo asiento y saco una papa del plato de Max, bueno era el plato de Stefan, pero está tan ensimismado intentando hablar que no se dio cuenta—. Lo haremos en tres meses —dice, todos quedamos asombrados , yo con mi tercera papa a medio camino a mi boca. Stefan y Amparo nos miran sonriendo, muy emocionados. —¡Digan algo! —dice Amparo riendo, muevo la cabeza y les sonrío. —Bueno esto no me lo esperaba, pero estoy feliz por ustedes —digo. —¡Si bebés, que rápido crecen! —dice Max, todos reímos, Stefan y Amparo serán maridos, es algo que no calza en mi vida. —Quiero que seas mi dama de honor, o sea, junto a Vania y Romina —me dice Amparo. Le doy una sonrisa confirmativa, no me gustaría casarme pero sí que me gustan las bodas. —Es por eso que mi primo está aquí —dice apuntando a los dos chicos, el rubio sonríe, y dios que sonrisa, creo que esta noche no tendré que buscar a nadie. Le pego un codazo pequeño a Max, y este me guiña un ojo—. El es Mateo. Mateo, un bello nombre para un bombón de su clase. Él asiente hacia nosotros. —Ella es Juliette y Max —nos presenta Stefan, no puedo dejar de mirar al chico, y pareciera que él tampoco, simplemente un adonis, tal como dice el diccionario “Joven de gran belleza”. —Ellos están aquí, porque queremos hacer damas de honor y también chicos que las acompañen, ustedes entrarían todos de la mano antes que nosotros —dice Amparo sonriendo—. Vania con John, Romina con Max y tu Juli con Mateo. Perfecto, Amparo me estaba alisando el camino. —Y Vesta con Evan —termina Stefan. Seguimos conversando con los chicos, al rato aparecen John y Vania. Esa mujer me hace la competencia. —¡Por dios mujer, mírate! —exclamo obligándola a darse una vuelta, ella ríe y luego toma mi mano para darme vuelta a mí, puedo ver a Mateo con su vista en mi trasero. —Estoy siguiendo al pie de la letra tus recomendaciones —me dice. Yo había comenzado a hacer ejercicio hace unos seis años, con el tiempo había aprendido mucho. Le hago espacio a Vania para que pase a mi lado, y no sé porque, pero mi vista se va hacia la puerta, un chico esta entrando, no es cualquier chico, es Adam. Me quedo tiesa, literal, ni siquiera soy capaz de pestañear, parece que él siente mi mirada porque sus ojos se dirigen hacia donde estoy, esta sorprendido de verme, esta mucho más guapo. Siento que alguien toma mi mano, miro hacia abajo y veo a Max mirándome confundido. —Adam —digo como puedo, él mira nada discreto hacia Adam y abre los ojos tirando al mismo tiempo de mi brazo para obligar a que me siente. —¡Jesús, estás blanca! —dice preocupado, los chicos me miran de la misma forma, intento sonreír, varios de ellos saben lo de Adam. —¿El imbécil que te engañó? —pregunta Stefan, yo asiento, él mira hacia atrás dándole una mala mirada, Adam aleja la vista y sigue caminando con los que son al parecer sus amigos. —¿Qué demonios hace aquí? —digo pasándome la mano por la cara. —No lo sé bebé, pero mejor que ni se acerque a ti —amenaza Max. —Ya no soy aquella chica, si se me acerca le haré frente como la mujer madura que soy —digo suspirando y levantando mi mentón, las chicas asienten y me aprietan la mano. —¡Esa es mi perra! —dice Max dándome un sonoro beso en la mejilla. Sonrío, pero a pesar de lo que digo, siento una pequeña punzada en mi pecho. Cuando pensé que había dejado aquel horrible momento atrás, ahora aparece por la puerta. Mis ojos se dirigen nuevamente a donde está Adam, me da la espalda así que no me ve. —Bueno nenes, hoy me emborracho —dice Max, todo ríen, Max tiene un don para cambiar los temas naturalmente, lo amo por eso. —Voy a pedir los tragos entonces —digo, ellos asienten. Me dirijo a la barra a pedir lo de siempre, la primera ronda de cervezas, y una Coca Cola para Amparo, luego Max viene en busca de los tequilas, aunque siempre termina tomándoselos él. Espero que el chico de la barra me traiga mi pedido, él me sonríe de medio lado, porque sí, ya nos acostamos, y bueno hemos repetido algunas cuantas veces, pero es de esos chicos que solo busca divertirse. Además, me deja las cervezas más baratas, ya que es su bar. Siento una presencia a mi lado, un pequeño escalofrío, y no del bueno. Miro hacia mi lado para encontrarme con Adam, me mira fijamente, con su sonrisa de medio lado. Aquella misma sonrisa con la que me invitó a salir, vuelvo mi vista hacia la barra esperando que se vaya, pero aún puedo sentir que esta ahí. —Hola, ¿ya no me recuerdas? —pregunta, pongo los ojos en blanco. —¿Qué quieres Adam? —le pregunto. —Hablar contigo —dice, lo miro levantando una ceja—. Estás muy guapa. —¡Claro qué lo estoy, siempre lo he sido! —le digo, él ríe. —Claro que sí, te veo bastante más segura de ti misma —dice, yo me doy vuelta enojada. ¿Qué esperaba?, ¿qué me hubiera vuelto aún más tímida después de la cochinada que me hizo? Pobre idiota. —¿Qué quieres Adam?, lo menos que quiero hacer es hablar contigo, así que, hazme un favor y lárgate —respondo cortante mirándolo con desprecio, él se acerca, es obvio que no le gusta que lo mire así, me toma del brazo. —¿Por qué nos vamos al baño y recordamos viejos tiempos? —propone, lo miro asqueada. —¡Sigues siendo igual de imbécil! —De verdad me estoy enojando, Adam aún tiene el agarre de mi brazo—. ¡Suéltame! —¿Qué pasa aquí? —pregunta una voz masculina. Miro a la voz, y grande es mi sorpresa cuando veo a Mateo, él mira la mano de Adam apretando mi brazo y levanta una ceja—. Creo que esa no es manera de tocar a una mujer —le dice con voz autoritaria, Adam suelta mi brazo por fin. —¿Quién eres tú? —le pregunta Adam, yo me adelanto a contestar, digo lo primero que se me viene a la mente. —Es mi novio, así que, ¡déjame en paz! —digo, Mateo me mira un poco sorprendido y Adam, la verdad no puedo descifrar algo. Agarro a Mateo del brazo y lo acerco a mí. —No te creo —me dice Adam, por dios ¿acaso le dan apagones cerebrales? Agarro a Mateo y sin que pueda resistirse lo beso, primero lento, pero luego cuando pone sus manos en mi cintura, intensifico el beso, sus labios se sienten suaves junto a los míos y el olor de su perfume me prende bastante. Abro los ojos, Adam ya no está, me separo de sus labios y doy un suspiro. —¿Qué fue eso? —dice Mateo, me mira, sus ojos verdes estás mucho mas oscurecidos, y sé que se ha sentido de la misma forma que yo. —Lo siento, pero fue lo primero que se me ocurrió —digo, él asiente. —Si querías besarme solo debías decirme, no me iba a resistir —dice, yo levanto una ceja sonriendo. —De eso ya me di cuenta. Mateo se acerca a la barra justo a mi lado. —¿Un ex novio? —pregunta, yo me río amargamente y niego. —Un idiota —digo, él asiente. —Parecía bastante interesado en ti —dice, yo niego. —Es un chico que conocí en mi pasado, y ahí quiero que se quede, en mi pasado —digo. Las cervezas llegan, Mateo me ayuda a tomarlas y juntos caminamos hacia la mesa—. ¿Cómo fue que apareciste? —Te estaba mirando, es decir, es imposible no hacerlo, pero tú eso ya lo sabes —dice sonriendo, le guiño un ojo—. Y bueno noté tu cara de incomodidad y decidí venir —dice. Lo miro agradecida. —Te lo agradezco, en serio, Mateo. —No fue nada, de hecho creo que fue lo mejor que pude haber hecho —responde subiendo las cejas. Sonrío. —Concuerdo contigo, nene —digo. La verdad tenía razón, y qué ganas de volver a probar esos labios. Si con un beso me ponía así, me imagino con lo otro.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD