Capítulo 7

1199 Words
Observo mi libreta escrita a mi puño y letra en color azul, llevo una hora planeando la venganza, y ya estaba lista. Manuel, diez miedos. Esto le iba a dejar claro que conmigo no se juega. Me levanto y miro el reloj blanco sobre mi escritorio, agujas marcan las diez y media. Me levanto y bajo con mi pijama mugriento todavía puesto, me ducharé después de cenar. Bajo a saltos las escaleras de madera y me adentro en la cocina, donde veo a mi madre con los codos apoyados en la encimera tomando un café y leyendo un libro, se da cuenta de mi presencia y levanta la cabeza, y, a la milésima de verme abre los ojos como platos, inspeccionandome. -¡Clara! ¿A quien has asesinado? -Me pregunta con los ojos todavía muy abiertos, haciendo destacar sus ojos verdes, como veréis, se nota que somos todos igual de sádicos en esta familia. -A nadie, mamá, a nadie.-le respondo sentandome en el granito al lado de ella. -Clara ...- me dice en advertencia. -¡Que no he matado a nadie, mamá! -Digo abriendo los ojos tanto como ella. -Vale, te creo.-acepta sonriendo. -¿Que hay para cenar? -La pregunto bajandome de la encimera y abriendo la nevera blanca. -¿No me vas a decir porqué estas así? -Me pregunta levantando una ceja y alejando la taza de café de su cara. -Ah, nada fuera de lo normal, el imbécil de Manuel me llevó al culo del mundo y me dejó allí tirada vestida de pijama, descalza y sin móvil.-digo haciendo un gesto con la mano quitándole importancia. -Ah, que susto, creía que era algo importante.-responde mi madre volviendo a fijar la mirada en su libro. -¿¡WHAT!? - grito abriendo los ojos y poniéndome frente a ella, con la encimera separándonos. -Que creía que era algo importante, son solo tonterías de adolescentes.-dice sin levantar la vista de esas paginas. -Claaaaro, muy normal que secuestren a tu hija y no sepas de ella durante dos horas y pico y tú ni te alteras ni un poquiiiiito.-digo rebosando sarcasmo en mis palabras. -A ver, solo ha sido que tu novio te ha hecho una broma, no me voy a enfadar por eso.-resume mirándome, e inmediatamente sigue con su lectura. -¡QUE NO ES MI NOVIO! -Exclamo, y, al decir eso me acuerdo de algo.-Ah, por cierto, el domingo voy a ir a una boda con él, me recoge el sábado y vuelvo el lunes, él me paga el vestido.-digo volviendo a abrir la nevera, buscando algo para cenar. Mi madre escupe todo el café que tenia en la boca, se limpia la comisura del labio con la mano y me mira con los ojos abiertos. -Yo no voy a limpiar eso.-advierto señalando las baldosas blancas con manchas marrones. -¿¡Primero me dices que no es tu novio y ahora me comentas que te vas un fin de semana con él!? - me dice con los ojos apunto de desorbitarse. -¿What? Y no soy su novia, solo me ha pedido que fuera y punto. Además, no voy a rechazar la oportunidad de vestido gratis.-digo sonriendo y continúo mi búsqueda de cena. -Ya, claro.-me responda rodando los ojos y volviendo a sorber su café. -¿Qué? -Pregunto mientras me giro para mirarla y alzando las cejas. -A ti te gusta.-dice sin mirarme. Estallo en carcajadas, ¿como me va a gustar ese gilipollas deficiente de neuronas? A ver, algo hay que admitir, feo no es, pero no significa que me guste. Pero lo que tiene de belleza le falta de cerebro. Me estoy riendo tanto que estoy, con la espalda apoyada, esta resbalando hacia el suelo sobre la superficie blanca de la nevera. -Que ... Él ... ¿Me gusta ...? - pregunto hiper ventilando por las carcajadas, se me acaba el aire, las manos apoyadas en el estomago, el cual me duele. -Vale, vale, ya veo que no.-puntualiza mirando como nostálgica, con una sonrisa en la cara. Mis pulmones deciden respirar como una persona normal, y, después de esperar unos segundos hasta tener una respiración calmada, me pongo de pie. -Después de decir esas lerdeces, ¿me dices que puedo cenar? -Pregunto pasandome una mano por el pelo. -Queda ensalada de pasta de ayer, cometela que si no se pone mala.-Responde sin apartar la vista de su libro. -Vale.-respondo sacando el cuenco de macarrones y sus condimentos de la nevera. (...) Al terminar de cenar, cojo el plato y los cubiertos que había usado y los dejo en el fregadero, salgo de la cocina en dirección a mi cuarto, y al subir por las escaleras, a medio camino, una corriente eléctrica recorre toda mi espalda y unos pinchazos aparecen en mis encías al ver restos de mi sangre en un peldaño. -MAMÁÁÁÁÁÁ. QUEDA SANGRE EN LA ESCALERAAA.-grito para que mi madre la limpie continuando mi camino hacia mi habitación, sé que cualquier persona habría cogido un trozo de papel y lo habría limpiado, pero, ¿cuando he dicho yo que sea normal? Atravieso el marco de mi cuarto adentrándome directamente en el baño para darme una ducha, dejando que el agua caiga sobre mí. (...) Salgo de la ducha con las puntas de mi pelo goteando, dejando un pequeño rastro de manchas transparentes en el camino que recorro, me cambio el pijama y miro la hora. Once y cuarto de la noche, mañana tengo clase, así que decido revisar por ultima vez mis r************* y lo pongo en silencio, para que los trasnochadores no me despierten a la madrugada. Dejo el móvil cargando en el escritorio y me dejo caer con los brazos extendidos entre mi universo de sabanas y edredones, a lo que inmediatamente me cubrió con éstos y encojo hasta quedar hecha una bolita humana con los párpados empezando a pesarme. Hoy ha sido un día muy largo. En ese momento me quedo profundamente dormida. (...) Me despierto con el bello sonido de las olas chocando contra la orilla con el bello sonido de las gaviotas de fondo. NO. Ya empezáis a pillarlo, ¿eh? El invento éste sigue sonando como si alguien raspara el tenedor por el plato, de verdad, lo odio. Me pongo de pie, dando un respingo cuando las plantas de mis pies entran el contacto con el frío y bajo las escaleras de madera a saltos. Entro en la cocina de baldosas blancas por suelo y paredes, donde veo a mi hermano desayunando sobre un mantel de cuadros blancos y amarillos. Me acerco a él y cojo una tostada del plato que hay en el centro de la mesa y la doy un mordisco. -No me quites el desayuno, idiota.-me dice mi hermano cogiendo el plato, envolviéndolo con los brazos de forma protectora mientras me mira poniendo pucheros. -Vale, vale.-digo alzando las palmas de las manos mientras me levanto a buscar comida. Me acerco al frutero rojo de encima de la encimera y cojo una manzana roja, tras lavarla me vuelvo a sentar en la mesa con Marco. -Que guapa estás.-comenta mi hermano sarcástico sonriendo. -Callate.-digo mirándolo con pucheros. Terminamos de desayunar y cada uno se dirige a su habitación. Como no, nos peleamos por quien subía las escaleras antes. Y como no, obviamente, gané yo. Entro en mi cuarto oyendo los gemidos de dolor de mi hermano de fondo. No os voy a decir que le he hecho porque entonces me tendréis miedo. Me visualizo en el espejo del baño y mirando mi reflejo pienso. Hoy hay gimnasia. Balón prisionero. Chicos contra chicas. Esto va a ser divertido. Se me forma una sonrisa diabólica típica de mí.
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