DEFINITIVAMENTE NO

2369 Words
Estoy a tan solo diez minutos de la estación. Mi hermana me ha estado mensajeando desdes hace un buen rato insistiendo en que tengo que llegar de inmediato, pero, ahorita lo que tengo en mi cabeza es idear la mejor estrategia para contactar a Summer sin parecer un loco. —Supongo que no hay una forma sutil de abordar este asunto del contrato matrimonial con Summer, ni modo, seré directo y se lo diré sin anestesia —planeo mientras sigo tras el volante. Veo la hora en el reloj que llevo en mi muñeca y, después de pensarlo un segundo, indico con las luces que voy a cambiar de carril y tomo la primera salida a la autopista. —llamar a Katrina—digo para que el comando de voz enlace la llamada con mi hermana. LLAMADA: KATRINA: Dom, dime que estas por llegar a la estación. DOMINICO: Mejor no te digo. KATRINA: Recórcholis. Te necesito aquí y ahora holgazán. DOMINICO: ¡uy! Pero que ruda te has vuelto hermanita. Recórcholis y todo —bromeo. KATRINA: Cállate, Dom. Sabes que no me gustan las malas palabras —la escucho resoplar — pero ya, en serio, tengo una situación aquí en la estación, necesito que vengas. DOMINICO: eso no va a pasar, Kat. Tengo una diligencia de última hora. KATRINA: Pero... DOMINICO: Pero nada, tú eres la gerente general de la estación, resuelve lo que tengas que resolver. KATRINA: mmm... ya suenas igual que a papá. DOMINICO: ¡dios me libre!... Kat, en verdad, no puedo ir ahorita a la estación, necesito resolver un asunto personal. KATRINA: Bueno, bueno. Ok. Veré que hacer. Pero luego no te quejes. DOMINICO: Hecho. Te quiero Kat. KATRINA: y yo te quiero a ti. ¿vendrás a tiempo para tu programa? DOMINICO: Por supuesto. Pero no me dio chance de buscar el tema de hoy. ¿Me buscas algo rápido y sencillo? KATRINA: Esta bien —suelta resignada. FIN DE LLAMADA. Serán unos cuarenta minutos de recorrido, tal vez un poco menos si la ruta sigue despejada —veo la pantalla de mi teléfono. Estoy tentado a llamar a Summer. Quizá resulte más cómodo tratar este asunto de esa forma. —No, no. Lo mejor es hacerle mi propuesta en persona, de manera que si veo un atisbo de duda puedo argumentar lo necesario hasta convencerla de firmar. Solo espero que todo resulte bien a mi favor. [...] SUMMER: Estoy llegando a mi casa luego de pasar gran parte de la tarde en el hospital. En definitiva, sigo odiando ir a ver al médico. —Y... ¿Cómo te fue? —pregunta mi mamá desde la cocina apenas escuchó que abrí la puerta principal. —Bien mamá. Me quitaron el yeso, pero me dejaron las molestas muletas —. Le cuento mientras me acomodo en el sillón de la pequeña sala de estar. A diferencia de mi, mi madre sigue haciendo su vida en Nueva York, pero desde que la contactaron por mi fractura se tomó unas vacaciones y se vino a Berlín a cuidarme. —De todas maneras debiste dejarme acompañarte, Summer —. Se queja después de traer mis almohadas y acomodarlas detrás de mi. —Mamá, no hablas el idioma por lo que iba a tener que traducir para ti cada cosa que me dijeran mientras me hacían el chequeo. Además, necesitaba un poco de espacio —. Espeto y mi madre solo me mira en silencio— Lo siento mamá. Se que me quieres ayudar, es solo que estoy cansada de estar sin hacer nada. —No te preocupes, hija. Se que te frustra mucho el que no estés dirigiendo los ensayos de tus estudiantes. —Si... pero también me molesta que durante la revisión Jaan parecía estar ocultando algo importante. —¿Jaan? —Ese es el nombre de mi doctor —respondo, y al mismo tiempo subo los pies al sillón dejándolos extendidos. —Aaaah... Pero no se supone que los doctores le tienen que decir su diagnóstico a sus pacientes. —Si. Bueno, supongo que estar saliendo con mi doctor lo hace menos imparcial al respecto. —¡Summer! —suelta mi madre escandalizada— que poco profesional. Se supone que debería atenderte otro doctor. No puede haber ninguna relación amorosa entre médico-paciente. —En su defensa, nadie en su trabajo, ni en el mio, sabe de nuestra relación. Además, no es como si él hubiera elegido atenderme, le tocó porque estaba de guardia en ese momento. — Pero hija, ¿Por qué tienen su relación en secreto? Recuerda, en este mundo todo se sabe. Siempre habrá alguien que observa desde las sobras, con o sin intención de hacerlo. —Lo sé. Es solo que no estoy segura hacia donde vamos Jaan y yo. Lo mejor es mantener todo en un perfil bajo, por el momento. —Es tu decisión, Hija. Pero, con respecto a lo otro, pues, pregúntaselo directamente, o busca una segunda opinión. —Si. Estaba... —el sonido del timbre me interrumpe. —¿Esperas a alguien? —cuestiona mi mamá antes de ir a ver quien espera en la puerta. —Que recuerde no. Mi mamá llega a la puerta y abre la de madera pero mantiene la reja protectora cerrada. —Buenas tardes, señora. ¿Se encuentra la señorita Summer Contreras? Desde donde estoy puedo escuchar la voz de un hombre. Es una voz ronca, muy varonil, y sé que lo he escuchado en otro lugar, pero... ¿dónde? —Si. Ella se encuentra. ¿Quién la busca? —indaga mi madre con su típica actitud de mamá osa. —Oh, que descortés de mi parte, disculpe. Yo soy Dominico Snyder. Soy amigo de su hija. ¿Dominico? ¿mi amigo?... ¿Qué es lo que se trae entre manos? Si ni el saludo me responde. —¿Mamá? —Hija, es tu amigo Dominico quien esta en la puerta. —Eso escuche, mamá. Hazlo pasar por favor. —Bueno, ya escuchaste, Dominico. Pasa, Summer esta en la sala de estar —le indica mi madre luego de abrir la reja protectora. —Esta bien. Muchas Gracias... —Luz. Mi nombre es Luz —le hace saber mi madre al entender que la pausa que hizo fue porque ella no le dijo su nombre. —Oh... un nombre tan lindo como quien lo porta —escucho que halaga a mi madre. Ambos cruzan el umbral de la puerta y me sorprendo un poco al ver a Dominico allí, parado junto a mi madre sonriendo con tanta amabilidad. —Que amable muchacho —suelta mi madre con ternura. Ruedo mis ojos ante la escena que estoy presenciando. Me incorporo un poco, cruzó mis brazos bajo mi pecho y frunzo mi ceño para lograr verme un poco más molesta. —¿Qué haces en mi casa, Snyder? —inquiero tajante. El hombre de ojos café, cabello rubio y de presencia imponente no se inmuta ante mi actitud grosera. Por el contrario, tal parece que le he alentado a quedarse. —¿Entonces?... —insisto si cambiar mi actitud. Y por primera vez en tres años, he podido ver una linda sonrisa en ese rostro de facciones tan duras; es una sonrisa apenas perceptible pero le hace ver irresistible. —Summer. Tanto tiempo sin verte. Me enteré de lo que te pasó durante el ensayo del lago de los cisnes, es por eso que quise venir a ver como estás —, responde tan dulce que me molesta —¿puedo tomar asiento? —Claro, muchacho. Siéntate —. Responde mi madre por mi. —No. No puedes sentarte. —¡Summer! Yo no te eduque de esa forma. —Mamá, él es el hijo de mi jefa. Y desde que trabajo en la academia nunca me ha hablado, ni siquiera me contesta los buenos días, así que no sé qué vino hacer aquí, y la verdad no me interesa y mucho menos estoy de humor para atender su visita. Mi mamá se queda en silencio intercambiando si mirada entre Dominico y yo. Dominico por su parte está parado tan derecho frente a mi que hasta podría decir que se ve atractivo, pero no. Él es un idiota y no mejorare mi actitud. —Es cierto. Nunca antes te había hablado, pero no porque no te notará, ni porque te ignorara, solo que me sumerjo tanto en mis pendientes que muchas veces me toman por arrogante, creído... y patente ustedes de contar. —¡Ja! Supongamos que es cierta esa excusa tan débil. Aún así, me lesione hace un par de meses, ¿por qué venir a verme ahora? —Sucede que...—se sienta al final del sillón donde estoy recostada después de mover mis pies con delicadeza y colocarlos sobre sus piernas. —¿Pero, qué demonios pasa contigo? —le reclamo apartando mis pies de él con mucha dificultad debido a la lesión en mi rodilla derecha. Dominico me mira curioso y al mismo tiempo divertido, aunque no emite palabra alguna. —Chicos, ¿seguros que esta es la primera vez que se tratan?, porque la confianza no es problema entre ustedes. —Mamá... —Yo solo decía —alza sus manos en señal de rendición — mejor iré a la cocina a preparar un poco de café. —Muy amable de su parte. El mio con dos de azúcar por favor —. Habla Dominico. —Okey. Ya vuelvo. Quedas como en tu casa. —Mamá... ¿y entonces? —me quejo irritada por el jueguito que se traen estos dos a costillas mías. —Hija... que va a decir el muchacho, pensará que todo ese mal genio y mala educación ha venido de mi. —No se preocupe señora... nunca diría eso. Sé que Summer me trata de esta manera porque no le había dado la oportunidad de declararme su amor. —Ni en mis peores pesadillas. Además, yo ya tengo novio —me defiendo bastante irritada. —¿Si? Eso no lo sabía —suelta serio. Muy serio. —Ay, si. Uno del que nadie sabe. Por algo ese Jaan te mantiene oculta, hija. Seguro que tiene a otra, u otras —Suficiente, mamá. El no decir nada fue mi decisión, no de Jaan. Y en definitiva, no es algo que te voy a contar delante de este señor. —¡Auch! —dice Dominico llevando su mano al pecho con mucha exageración —¿señor?, no soy tan viejo, apenas soy tres años mayor que tú. ¿o el traje me suma años? Mi madre ríe antes de irse a la cocina y Dominico me mira como si esperará una respuesta de mi parte. —No te voy a responder. —No es necesario. Sé que te parezco irresistible —me guiña un ojo. —Ya quisieras. Veo que Dominico voltea hacia donde se ha ido mi mamá y luego vuelve su vista a mi tan serio como de costumbre. —Summer, ahora que estamos solos, puedo ser sincero contigo. No he venido hasta aqui para saber como estas. —Lo sabia. —No me interrumpas, por favor —se acomoda en el sillón y me da una mirada fría— como te decía, la razón por la que he venido hasta aquí es porque quiero proponerte un trato. —¿Ah? ¿un trato? ¿Qué trato? —indago confundida. —Si. No me iré por las ramas y espero que tu no lo hagas con tu respuesta. —Habla de una buena vez —exijo exasperada. —Cásate conmigo. No puedo evitar estallar a carcajadas. Río tanto que me duele el estómago. —Es en serio —suelta incómodo por mi reacción. —¿¡Qué!? ¿¡Estas loco!? —exclamó incrédula a su petición. —Mira. Esta es la situación. Mi padre decidió repartir su herencia en vida, y la condición para reclamarla es que sus tres hijos estemos casados. Es por eso que quiero contratarte para que seas mi esposa por tres años —mi risa poco a poco se va transformando en ira— el pago será generoso, es más, tu pones el monto del cheque que te voy a pagar mensualmente. —No lo puedo creer. ¿Esto es en serio?... O sea, tú estabas en tu oficina... o donde sea que ideaste este absurdo plan, y te convenciste a ti mismo de que yo, por ser pobre, estaría dispuesta a aceptar tu loca propuesta para embaucar a tu padre. —Pues... algo así. Pero pensé en ti porque recordé que no podrás trabajar hasta que te recuperes, mi pago por tus servicios no te caerían nada mal, y ya cuando te recuperes y puedas volver a bailar, lo haces y ya. Lo que yo te pague será un extra que podrás ahorrar, gastar o que se yo. Mi mano se estrella en su cara proponiéndole una sonora bofetada. Dominico se queda boquiabierto y yo no puedo sentir más que odio por el hombre frente a mi. —¿Un pago por mis servicios? ¿Qué? ¿me viste cara de puta? —No... no, espera lo mal entendiste, te juro que no es lo que quise decir; yo me refería a... —No me interesa. ¡Lárgate de mi casa! —¿lo pensarás? —. Pregunta preocupado. —Definitivamente no. No voy a pensar nada porque no pienso aceptar nada. Ahora, vete o llamo... —¿a quién? ¿a tu supuesto novio? —suelta burlón. Su tono me pone más furica y me inclino hasta la mesa frente a mi y tomo un jarrón que no dudo en arrojarle. —Cuidado loca —me dice al ver que el jarrón se ha estrellado en la pared, muy cerca de él. —¿Que está sucediendo aquí? —pregunta mi madre asustada. —Nada. Que su hija no acepta que la veo como amiga. —Mamá, Dominico ya se va. Mi madre asiente y lo guía hacia la puerta; yo agarró mis muletas y me levanto del sillon con cuidado para irme a mi habitación, pero no sin antes asegurarme que el muy desgraciado se haya marchado.
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