Capitulo 8:

3118 Words
La habitación completa quedó sumida en un completo silencio, se podía escuchar la respiración de cada uno de los presentes, las cuales para sorpresa de Danika estaban en completa calma. Aquella monstruosa familia ya estaba habituada a trabajar con situaciones similares a diario, eso era más que sabido por parte de la agente, pero jamás se imaginó que pudieran tan siquiera ser capaces de tomarse todo con tanta tranquilidad. El rey del submundo entornó su mirada verde esmeralda, tan fría y calculadora que carecía de todo rastro de humanidad; cualquier otra persona se habría doblegado al sentir el peso de aquella mirada sobre ellos, pero no Alexander, el segundo príncipe de aquel reino de pesadillas. —Tus sospechas no estaban erradas hijo—dijo con algo similar al orgullo retumbando en su tono—Como siempre, tenías razón. El chico de mirada verde esmeralda y cabello tan oscuro como la imponente noche no sonrió de forma vanidosa y arrogante ante el elogio de su padre, tal como lo habrían hecho Mathew o Eros. No, el simplemente se limitó a asentir con firmeza, como un buen soldado aceptando las palabras de su superior. Danika trago duro, mientras intentaba calmar el tamborillante latir de su corazón que comenzaba a bombear sangre de forma veloz alrededor de su cuerpo, haciendo que este comenzara a elevar su temperatura y por ende, a sudar. Tomó la copa de vino que estaba frente a ella y dejó que éste entrase en contacto con sus labios para apagar el ardiente fuego que parecía consumirla. Ella misma había sido la causante de su propio descubrimiento, por su arrogancia e impetuosidad, por haberse atrevido a enfrentar a Alexander, se había expuesto a si misma y toda la misión. Era una tonta. Años de práctica y entrenamiento, sumados al trabajo de campo que había realizado en varios países corroídos por el imperio de la decadencia, se había ido todo al retrete por un momento de descontrolada rabia. Hasta el propio Gleen se avergonzaría de su estupidez, y estaba segura de que pronto lo escucharía regañándola, porque sin lugar a dudas ellos la matarían y arrojarían su cuerpo por algún lugar donde nadie la pudiese encontrar para que las ratas terminasen de desaparecer la evidencia. Estanislao D'Angelo recostó su espalda contra el respaldo de la silla, mientras permitía que su mirada se deslizase del segundo hijo al primero. No había amor o calidez en su mirada, solo frívola superioridad. —Mathew—dijo el rey con firmeza, siendo aquella palabra dicha más como una orden, que con el amor con que un padre llama a su hijo. Pero el chico de mirada dicromica ya estaba acostumbrado al tono con que su padre se refería a él. Mathew era el primer hijo del rey, pero también era un bastardo cuya madre había muerto hacía mucho tiempo atrás, y cuya una opción había sido ir a vivir con su padre. Sin embargo, este jamás lo recibió con los brazos abiertos, al fin y al cabo ya tenía un heredero, por eso, Mathew siempre fue el verdugo de la familia, el leal sirviente del rey, encargado de deshacerse de la basura. Y Danika era basura, por eso sus músculos se contrajeron en alerta cuando el primogénito de Estanislao habló: —Ya sé lo que pides de mi, padre—respondió Mathew, mientras llevaba la copa de vino a sus labios para darle un último beso—Con gusto lo haré. Estanislao asintió, mientras con un gesto de cabeza, le indicó a uno de sus hombres que se aproximase para susurrarle la información al chico de mirada bicolor toda la información que este pudiese llegar a necesitar. La hermosa agente de mirada color hielo fingió encontrar interesante un punto en el centro de su plato, mientras escuchaba con suma atención las palabras que le eran susurradas al hijo mayor. —Soldado veinticuatro de la división "H"—le murmuró el hombre con velocidad, antes de apartarse de la mesa, como si temiese permanecer allí más del tiempo debido. —Bueno familia se que me van a extrañar pero el tiempo apremia y el trabajo llama—.ronroneo el hijo bastardo poniéndose de pie mientras le daba un último sorbo a su copa para acabar con el poco líquido espeso color sangre que aún vivía en esta—No me extrañen—finalizó, regalándole un guiño de ojo a Danika. Esto hizo que Eros apretase su mandíbula con fuerza, sin embargo ninguna palabra salió de sus labios, él simplemente permaneció en silencio observando la figura de su hermano mayor apartarse de la mesa y desaparecer tras las puertas. Tres latidos del corazón, solo eso demoró aquella monstruosa familia antes de volver a retomar su almuerzo con normalidad, como si el segundo hijo no hubiera sentenciado a muerte a alguien, o como si acaso el padre no le hubiera ordenado a su hijo mayor asesinar a alguien que simplemente no conocía, como si todo aquello no hubiera ocurrido y la sangre no ensuciase sus manos. —Dinos Danika—comenzó a decir Estanislao, agitando la copa de vino—¿A qué te dedicas? La agente tardó unos instantes en entender que no le preguntaba por su trabajo como agente, claramente su verdadera identidad seguía oculta. Sin embargo, a partir de ese momento, las mentiras comenzarían a tejer su red. Obsequiandole una encantadora sonrisa, que fingía ignorar todo lo que acababa de ocurrir, Danika comenzó a mentir, suplicando a cualquier deidad que aquella red fuese tan fuerte como su voluntad. —Soy periodista—respondió ella con amabilidad, como si no estuviera hablando con un monstruo—...o al menos eso intento, aún estoy terminando mi proyecto final, el cual planeó llevar a diferentes editoriales. Chica decente, inteligente y con una visión del futuro, muy lejos de conocer la realidad en la que se estaba involucrando. El telón ideal, capaz de ocultar a la perfección a la agente con sed de venganza. Al parecer su equipo había tenido razón al crearle aquella identidad, puesto que la reacción de todos fue de aceptación, como si supiesen que ella no estaría mucho tiempo más entre ellos. Todos parecían estar inclinados ante está idea a excepción de Alexander, quien observaba a Danika como si intentase descubrir el telón. —No sabía que las periodistas recién recibidas de la universidad venían a la ciudad a echar todo al caño en una noche de fiesta—ronroneo el chico de cabello n***o como el ébano, llevando una porción de carne a su boca. «Bien, con que así será» pensó la hermosa agente mientras deslizaba su mirada color hielo hacia el segundo hijo, preparándose para el contraataque. —Te equivocas, es increíble el número de chicas que vienen a la ciudad luego de recibirse en busca de un trabajo que le permita cumplir sus deseos—respondió Danika, obsequiándole aquella sonrisa lupina que parecía desagradar tanto a Alexander. El segundo hijo mordió su lengua de víbora, la cual parecía intentar sisear algo tras sus blanquecinos caninos. Pero ella lo ignoró, mientras dirigía su mirada al rey en la cabecera de la mesa, quién había comenzado a hablar. —Creo que es admirable que los jóvenes vayan tras sus deseos—comenzó a decir él con su tono igualmente monótono—eso demuestra determinación, perseverancia y decisión… cualidades que valoro mucho. «Cualidades que Eros no tiene» pensó la hermosa agente, mientras intentaba mantener su sonrisa firme en sus labios. A su lado, el chico de cabello color oro se encogió, sintiéndose más pequeño e insignificante de lo que se solía sentir a diario. Tenía que hacer algo para corregir aquello, de lo contrario, se arriesgaba a perder su entrada a aquella familia. Podía perder a Eros. —Disculpe señor—comenzó a decir la hermosa agente de mirada color hielo arrastrando las palabras—pero no estoy de acuerdo, creo que hay cualidades más destacables. Estanislao la observó, sus profundos ojos verde esmeralda clavados en ella como dagas, mientras agitaba levemente su copa de espero líquido color sangre, una sonrisa tirando de sus comisuras. Todos en la habitación contuvieron la respiración, asombrados ante la estupidez de contradecir al rey de la mafia en su propia casa. —Te escucho—dijo el hombre en la cabecera de la mesa, invitándola a seguir con sus palabras. Danika trago duro, soltó un profundo suspiro y comenzó a hablar: —La confianza y la lealtad, esas son cualidades excepcionales—comenzó a decir ella con seguridad—La determinación, perseverancia y decisión de una persona piden rápidamente volverse en contra, en cambio la lealtad y la confianza… eso sí que es importante. Lealtad. La cualidad más destacable de Eros, el hijo relegado y apartado, a quien su propia familia había enviado a dirigir los bares y burdeles, algo que él había aceptado sin chistar. Eros D'Angelo era leal a su propia familia, y lo había demostrado en más de una ocasión; sin embargo la confianza aún sería un peldaño que debería ganarse. El rey del submundo sonrió con amplitud, revelando aquellos blanquecinos caninos que bien podrían formar una hermosa sonrisa, de no ser por el monstruo cruel y perverso que la portaba. —Creo que está vez tienes razón, Danika Sky, la lealtad y confianza son cualidades muy peculiares y excepcionales, casi divinas de hallarse en un hombre—respondió él con simpleza. —Es verdad, pero es aún más fascinante poder encontrarlas en su hijo—ronroneó ella, entornando su mirada color hielo en dirección hacia el chico sentado a su lado, quien no pudo evitar sonrojarse, levemente, ante sus palabras. —No es sorpresa ni fascinación, por el contrario, es simple necesidad—soltó el hombre—si la lealtad con se encuentra en el círculo más cercano que es la familia, no se encontrará en ningún lugar… imagino que tus padres opinaran lo mismo. La hermosa agente de mirada color hielo tragó duro, mientras intentaba y fallaba en ocultar aquella pena real que la consumía desde hacía muchos años atrás. Pero todos en la mesa la observaban como los lobos observaba a una oveja herida, antes de devorarla; y ella tenía que seguir el papel, mezclar su doloroso pasado con aquel falso presente para que los lobos se aproximaron. —No lo creo, mi familia es cualquier cosa, menos leal—escupió ella, permitiendo que las palabras llegarán a los oídos de aquellos monstruos—Mi padre nos abandonó cuando apenas era un bebé, y mi madre… bueno ella simplemente se entregó a los excesos. Con el tiempo aprendí que era mi propia familia, y a la única que le debía lealtad. Todos permanecieron sumidos en un profundo silencio, como si temiesen que cualquiera de sus palabras estuviese mal o quizás incluso, dañase aún más a aquella oveja. Pero la verdad es que Danika había contado la historia desde un papel de víctima, cuando en realidad no extrañaba o anhelaba la compañía de sus padre, todo lo contrario, desde que estaba sola había aprendido a darse el valor que merecía. —Bueno, Danika, gracias por compartirnos tu historia—dijo Elizabeth Cortéz, la madre de los hermanos D'Angelo y esposa del rey del submundo, observándola con sus cálidos ojos marrones llenos de amabilidad, muy en contraste con la mirada del hombre a su lado—Fue un placer tenerte en nuestra mesa. La hermosa agente de mirada color hielo sonrió con amplitud a aquella cruel mujer, recordando que bajo aquellas palabras cálidas se escondía la reina de aquella dinastía de pesadillas. —Respecto a tu carrera como periodista—volvió a hablar la mujer luego de cruzar una mirada con su esposo—creo que podría facilitarte la llegada a una prestigiosa imprenta, una vez que tengas tu proyecto bien desarrollado. Danika sonrió, fingiendo completa felicidad, la misma que tendría una chica de veintitrés años llena de esperanzas al oír que sus sueños pronto se harían realidad. —¿De verdad? Muchísimas gracias, en verdad se lo agradezco—respondió la hermosa agente, su tono de voz rozando la euforia. El celular de la hermosa esposa de reí comenzó a sonar, por lo que ella se disculpó antes de apartarse de la mesa y tomar la llamada, sin embargo, antes de salir del cuarto se dirigió a la agente. —Si te parece, llévame el trabajo pasado mañana a la editorial Pelikan… veré qué puedo hacer—ronroneó la hermosa mujer de llovido cabello color ébano, mientras apartaba el celular de su boca y le obsequiaba un guiño de ojo, antes de seguir su camino. Cuando ella se fué, la habitación volvió a sumirse nuevamente en el más profundo de los silencios, sin embargo, este rápidamente sería interrumpido por el rey. —Sabrina querida, ¿Tu padre podrá darme una respuesta a mi invitación pronto?—interrogó el rey, dando un mordisco a su carne. El padre de Sabrina, Ignacio De Medichi, cabecera de la segunda familia más peligrosa del lugar, ella estaba almorzando con la primera. —No lo creo, él tiene sus propios tiempos y asuntos antes de responder a la cena—respondió la hermosa chica junto a Alexander. Danika no era tonta, sabía perfectamente que aquello no sería una cena ordinaria dónde simplemente dos colegas hablarían de sus pasatiempos. No, aquello sería una reunión entre las dos casas más peligrosas y poderosas del lugar, con el fin de cerrar ciertos tratos y acuerdos. Cuando Estanislao asintió en respuesta, ella supo que no serían tan estúpidos como para revelar cierta información frente a ella, como también entendían que si la información de aquella reunión llegaba a ciertos oídos, sabrían de primera mano quién era la delatora. Por eso, la hermosa agente hizo lo mismo que la vez anterior, fingió no entender lo que ocurría mientras bebía vino. Sin embargo, el hermoso chico de cabello color oro se inclinó hacia ella para susurrar en su oído. —¿Vamos?—. Una invitación, para salir de aquella incómoda situación, dónde claramente estaba siendo puesta a prueba. Danika entorno su rostro afilado hacia él, y obsequiándole una sonrisa asintió. —Gracias por el almuerzo, padre, pero debemos irnos—se disculpó Eros, poniéndose de pie y caminando unos pasos para sostener la silla de Danika y permitir que está saliese. El rey del submundo, sentado en su imponente silla al frente de la mesa asintió en aceptación, mientras miraba a su hijo ayudar a incorporarse a su acompañante. —Adiós Danika Sky, espero volver a verte pronto—dijo el hombre, su voz volviendo a sonar como un trueno en mitad de la noche. —Gracias a ustedes por la deliciosa comida—respondió ella con cordialidad, fingiendo que aquella monstruosa familia le había caído bien. Tragando el amargo veneno que aumentaba en su garganta, Danika camino por los amplios pasillos de la casa en compañía de Eros, mientras recordaba una y otra vez las palabras del rey. "Espero volver a verte pronto". Si que lo haría, él la volvería a ver incluso antes de lo que se pudiese llegar a imaginar. —Te llevaré a tu casa… imagino que estás cansada y tienes cosas que hacer—dijo Eros de forma tajante, absorto en sus pensamientos. El rostro de Danika se volvió hacia él, mientras el pánico comenzaba a crecer dentro suyo. Al parecer todos sus esfuerzos por intentar caerle bien a Eros y su monstruosa familia habían sido en vano, puesto que si el Dios del amor no volvía a interesarse por ella, allí terminarían sus esperanzas de infiltrarse a la familia. Pero ella tampoco lo podía presionar ni obligar, por el contrario, si lo hacía fácilmente todo podría tornarse en desastre. Es por este motivo que la hermosa agente de mirada nocturna calló, simplemente asintiendo en respuesta a las palabras dichas por aquel increíblemente atractivo chico, quien sin demora, la condujo hacia el garaje donde un flamante Jep Comander n***o reposaba. Con el simple hecho de apretar un botón, las puertas de este se abrieron, y sin esperarla el se deslizó dentro. Una vez que Danika siguió su ejemplo, él volvió a hablar: —¿Cuál es tu dirección?—escupió el, como si aquellas palabras le quemarán al salir. —Entre la cincuentisiete y tres—soltó ella lanzando una mirada lasciva hacia él quien simplemente asintió y comenzó a manejar—No sabía que tenías vehículo, creí que te manejabas siempre con chofer. Eros no apartó la mirada del camino, menos cuando finalmente salieron de su casa y comenzaron a avanzar, devorando la ruta. —Prefiero utilizar choferes en ciertas ocasiones ya que son una ventaja—ronroneo él en respuesta, descansando su brazo sobre la ventanilla abierta del auto—También está el hecho de que no disfruto llevando a cualquiera en mi auto. Las cejas de Danika se alzaron con verdadera sorpresa ante sus palabras, las cuales parecían no tener ningún sentido en relación a su estado de ánimo tan frío y cortante. Al parecer, Eros se dio cuenta de esto, puesto que dibujó una sensual sonrisa en sus labios antes de seguir hablando: —No cualquiera me defiende de los hirientes comentarios de mi padre como lo hiciste tú… incluso lograste dejarlos sin aliento—ronroneó él, revelando sus blanquecinos dientes en una sonrisa increíblemente sensual. Danika frunció el ceño con verdadera frustración, sin lograr comprender aquel repentino cambio de humor por parte del Dios del amor. —Creí que estabas enojado conmigo por eso—susurró ella mordisqueando su labio inferior algo nerviosa. —No, Danika, estoy enojado pero no tiene nada que ver con lo que dijiste—.soltó él liberando un profundo suspiro—Estoy enojado conmigo mismo. La hermosa agente de mirada color hielo guardó silencio, su corazón palpitando de forma estrepitosa en medio de su pecho, dejándola casi sorda, mientras que su respiración se volvía irregular por contar los segundos en que él tardaba en continuar su explicación. —No perteneces a mi familia, somos crueles, malos y muy peligrosos. Sé que saldrás lastimada y no quiero que te ocurra eso, al parecer ya sufriste demasiado—comenzó a decir él arrastrando las palabras con su mirada esmeralda clavada en el frente del camino. —¿Quieres que me aparte?—preguntó ella con un creciente miedo de que toda la misión se fuera al retrete. Pero Eros sonrió, con timidez, pero lo hizo, lo cual sirvió para acallar el trotar del corazón de la agente, antes de que él continuase hablando y sus propias palabras lograse detener aquel corazón: —Aunque suene egoísta no quiero que te alejes Danika Ski—soltó él—Te quiero cerca.
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