La hermosa agente de mirada tan fría como el hielo, se decidió por un sensual vestido diario color crema, cuyo largo llegaba a cubrir un poco más allá de sus muslos. Eros no había llegado aún a recogerla, sin embargo se decidió por salir a esperarlo en el exterior; al fin y al cabo, sería bueno para ella que los vecinos la vieran entrar y salir de ese lugar, logrando así ser reconocida como una vecina más. Aunque ella no fuera una simple vecina que alquilaba aquella casa en la zona de la periferia de aquella imponente ciudad. Pero no importaba, nadie la creería una agente encubierto cuyas manos estaban salpicadas con la sangre de millones de víctimas, algunas inocentes y otras no tanto. Cualquiera que la mirase, creería que era una chica de otro lugar, quizás un pueblo, que al igual que

