Sorpresa… embarazada
Los días siguientes en el trabajo para Catalina fueron rudos, organizar tres semanas de trabajo acumulado y escuchar los gritos de su jefe cada vez que la necesitaba era apoteósico; además de lo mal que se sentía cada día, las náuseas fueron aumentando y la sensación de vértigo la tenían al borde del fastidio.
Evan siempre la estaba atacando por cualquier cosa que él se imaginaba, una mañana pasó tan mal la noche que casi no durmió y por más que maquilló sus ojeras, su rostro demacrado la delató.
Él al llegar y verla comentó:
— Estuvo intensa tu noche.
Ella ignoró el comentario puntilloso y se concentró en su trabajo, él continúo:
— ¿No y que no te dedicas a eso? Las mañas siempre quedan, imagino que tienes viejos clientes que no pueden olvidar tus mimos.
Ella le dedicó una mirada asesina, pero no dijo nada, él seguía creyendo que ella se dedicaba en las noches a acompañar clientes y por más que le aseguró que ese no era su estilo de vida, él no creía en ella.
— Catalina; ¿Por qué te empeñas en negar que eres una escort, te conocí de esa manera, ahora quieres aparentar ser una digna mujer de oficina, tus ojeras maquilladas te delatan, te estoy pidiendo a gritos que vengas y tengamos buen sexo como esa noche, pero te niegas, ¿Por qué con ellos si? ¡También voy a pagarte!
Ella apretó los dientes por el enojo y le respondió:
— Evan, entiende de una vez que lo que sucedió esa noche contigo, fue un error, nunca debí aceptar ir y sustituir a Lotty, por favor deja de acosarme o me iré de aquí.
Él sólo apretó la mandíbula y salió de la oficina, la rabia que sentía no la podía disimular, Catalina solo suspiraba y seguía su trabajo, había decidido no hacer caso de las provocaciones de Evan, el trabajo a pesar de ser exigente, solo era en la oficina, y ya a las seis estaba recogiendo sus cosas para salir. Solo el primer día se fue muy tarde por no estar pendiente del horario, pero después de ese día le había preguntado a él cuál era su horario de salida y él le había respondido:
— Después de las cinco ya puedes irte, a menos que desees dormir conmigo.
— ¡No gracias! ¿A qué hora sales tú? Es para no tener que verte a la salida— había respondido ella.
Él soltó una carcajada y respondió con sequedad:
— ¡A la hora que me plazca!
Desde ese día estaba atenta a la hora en qué él salía, siempre se iba a las cinco, ella esperaba un poco y salía después, ya había cobrado su primer sueldo y tal como él le había prometido le daba para comer en un buen restaurante, pero ella siempre llevaba su vianda y salía tal como si fuese a comer en la calle para evitar complicaciones con su jefe.
Increíblemente ya tenía casi un mes allí, algo que le hizo recordar que su menstruación no había venido aún, los síntomas de mala digestión continuaban, todo le revolvía el estómago, aún la loción de afeitar que usaba Evan Bragg le revolvía las tripas y cada vez terminaba en el baño votando lo que había desayunado.
Por eso llegaba antes que él para no verlo tan de mañana, pues ya en la tarde se le pasaba lo que sentía, así que tomó la decisión de ir a ver al médico ese fin de semana, afortunadamente, hasta ahora trabajaba hasta el viernes.
Así que ese sábado se levantó dispuesta a tener una consulta médica, después de hablar con el médico y explicarle lo que sentía éste le pidió hacer un examen sanguíneo pues tenía la fuerte sospecha de que ella estuviera embarazada.
— ¿Está usted seguro? ¡No puede ser!— dijo ella consternada.
— Por eso quiero hacer un examen de sangre para que no haya error, pero todo indica que hay un bebé gestándose en tu vientre— dijo el doctor— ¿Tienes pareja?
Ella negó con su cabeza y respondió:
— No, terminé con él antes de la navidad, pero…
— Entiendo tu reacción, pero habla con él, quizás él si desea hacerse cargo del pequeño, no te sientas sola en ésto, señora Craven.
El que el profesional de la medicina se dirigiera a ella de manera tan formal la hizo pensar:
—«¿Un hijo, de Peter? ¡No lo creo, pero de Evan sí! De todas maneras no estoy segura, por lo tanto,mejor me reservo lo del padre para mí y mi niño».
— ¿Está usted bien?— escuchó la voz del médico, que la hizo volver a la realidad.
— Si, sí, no se preocupe, yo sé cómo manejar el asunto con el padre del niño— dijo rápidamente para no entrar en diatribas.
Decidió consultar al médico sobre una duda que surgió en su memoria, con el rostro enrojecido por la vergüenza dijo:
—Después de tener relaciones sexuales; ¿a los cuántos días aparecen los síntomas de embarazo?
— Eso depende, a veces a las dos semanas, otras, al mes, otras veces no se sienten hasta más de dos meses, todo depende de tu organismo— aclaró el doctor.
Salió del consultorio con los sentimientos revueltos, empezó a sacar cuentas y llegó a la conclusión que su hijo tenía que ser de Evan Bragg, cuando terminó con Peter en todos esos días no habían estado juntos, pues la idiota de Sophie Gilbert la sobrecargó de trabajo hasta más no poder, casi no se vieron en ese mes hasta encontrarlo con su esposa aquel fatídico día.
Recordó que dos semanas después de acostarse con Evan, empezaron aquellos cambios en su cuerpo, pero iba a guardarse esto para ella, no quería estar en el ojo del huracán, al final, lo que realmente importaba, era que tendría un hijo, una oleada de ternura la embargó, le hubiera gustado decirle a su jefe: « «¿Sabes ? ¡Vas a ser papá!» Pero a él solo le interesó de ella, el sexo, sintió nuevamente esa oleada de soledad.
Luego se repuso y se dijo:
—“Ya no estarás más sola Catalina, ahora tienes a un bebé creciendo dentro de tí”
El fin de semana fue de mucha reflexión para ella, con el sueldo que tenía se podía dar el lujo de buscar un departamento más grande y más cerca de su trabajo, de inmediato empezó a buscar ofertas de arriendo para mudarse.
El lunes al llegar a su lugar de trabajo de inmediato se encerró y empezó a concentrarse en hacer todo lo necesario para que Evan no gritara ese día, lo escuchó moverse, hablar por teléfono, pero se hizo la desentendida, hasta que casi a mediodía, sintió que abrían el panel y allí estaba él con su estupido olor revolviendo su estómago, su cara se puso pálida, trató de contener el aliento, pues las ganas de vomitar eran terribles.
Se dio cuenta que había alguien más en la oficina de él, se mordió los labios para decir:
— Necesita algo señor Bragg.
— ¿Puedes venir un momento? — dijo con voz seca.
Ella lo miró, se veía cansado, ¿acaso estaba perdiendo peso? Sacudió su cabeza para responder:
—¡Sí, enseguida señor!
Al salir vió a un hombre que visitaba, estaba sentado dando la espalda, ella sintió un frío en el estómago, reconocería a Peter Wilcox donde fuera, ¿Que hacía allí?
En ese momento Evan habló para decir:
—Señorita Craven, él es mi primo Peter, me está visitando hoy, ¿puedes pedir algo de comer para nosotros? Va a quedarse hasta después de mediodía
—El hombre se levantó lentamente sin quitar los ojos de la chica, cuando por fin él se dignó a hablar dijo:
— Ya conozco a la señorita Craven; ¿cómo estás Catalina? La verdad que en estos días, la sorpresas nos persiguen.
Evan se sintió confundido al escuchar a su primo decir ésto, una punzada de celos lo acometió, entonces la escuchó a ella decir:
— Si, ya conozco al señor Wilcox.
Evan no pudo evitar decir con sarcasmo:
— ¡Ah caray! ¡Esto si que es una sorpresa para mí! ¿De dónde se conocen?