Renuncia

1454 Words
Renuncia Se sintió contrariado al enterarse que aquella muchacha estaba sola, que no tenía familia y que ahora se refugiaba en ese niño que ni siquiera sabía quién era el padre, solo por llevar una vida de promiscuidad s****l. Por un momento sintió ternura, quería decirle que él quería cuidarla, que aparte de su hijo, también cuidaría de ella. Sacudió su cabeza y se dijo: —« ¡Saca esas estupideces de tu mente y corazón Evan, esa mujer es de muchos hombres, jamás será tuya!» Lanzó una maldición y se levantó dispuesto a salir de allí, estaba cansado de sentir lo que sentía por Catalina Craven, necesitaba urgente una dosis de Sandy, salió dispuesto a buscar a la novia que ahora tenía, ya era tiempo de que está escort saliera de su vida para siempre. Por otro lado Catalina leía una y otra vez aquella carta que había redactado, «¿porque dudaba tanto? se dijo; ¿acaso no te has dado cuenta que anda con una novia?; ¡Olvídate de ese hombre de una vez por todas, no es para ti!» Con estos pensamientos se martirizaba la asistente esa tarde, apenas escuchó que salió Evan Bragg, se levantó tomó sus cosas y también se fue a casa, estaba cansada, más mentalmente que física, necesitaba urgentemente tomar una drástica decisión. A la mañana siguiente todo pasó sin novedad en las primeras horas, pero como a las once entró Evan diciéndole que tendrían una reunión donde Peter Wilcox haría la nueva presentación de marketing de la empresa para la nueva campaña publicitaria, ella apretó los dientes por el desagrado de tener que ver al paran de su ex. Al final tuvo que reconocer que este hombre sí que era muy bueno en lo que estaba exponiendo, la verdad hasta ella quedó encantada con toda la presentación, todos los CEOS estaban eufóricos por el futuro prometedor de la empresa con aquella maravillosa idea que había expresado Peter Wilcox, salieron a celebrar al restaurante donde había estado ese día antes Catalina almorzando con Evan y la novia. Por eso aprovechó y logró escabullirse a otro que quedaba unas cuadras más lejos, no estaba de animos para compartir con los dos hombres que más daño le habían hecho, buscó una mesa apartada, quería meditar sobre lo que estaba a punto de hacer, aunque aún no tenía la seguridad de que lo haría. Cercana a su mesa estaban sentados dos caballeros hablando de manera amena, uno era joven y bien parecido,el otro mucho más adulto, no se cuidaban de hablar bajo por lo tanto escuchaba la conversación y se dió cuenta que aquel tema le interesaba. — Necesito a una asistente urgente, tiene que saber bastante de finanzas y negocios, me voy a volver loco si no logró una pronto — decía el más joven. —¿Ya colocaste un anuncio solicitando una? Es la única manera de que suceda — decía el más adulto. — Pedí que lo hicieran hace una semana, Pero aún nadie se presenta para el empleo — se quejaba el más jóven. Catalina decidió intervenir en la conversación diciéndo: — Disculpa caballeros, no pude evitar escuchar que están solicitando una asistente. Ellos se volvieron a verla con curiosidad y el más adulto respondió: — Así es señorita; ¿conoce a alguna candidata? Ella se levantó extendiendo su mano a los hombres diciendo: — ¡Mucho gusto! Soy Catalina Craven, experta en finanzas y negociación, creo que ya no deben buscar más. —¡Caray señorita Craven, es usted una mujer muy segura al presentarse de esa manera, sin credenciales que la avalen— dijo él más joven. — Así es señor, tengo mis credenciales, por los momentos trabajo para la corporación Bragg's & Co, pero estoy dispuesta a renunciar e irme con ustedes— dijo ella osadamente. — ¡Me gusta tu seguridad muchacha! — respondió el más adulto— ¿Por qué vas a dejar una corporación como esa? De hecho nosotros somos la competencia de ellos. Catalina abrió los ojos sorprendida por lo que escuchaba y dijo: —¿La competencia? ¿Son ustedes la “Corporación Majors”? — ¿Nos conoces? — dijo él más joven. — ¡Claro hijo! Si dices que somos la competencia, obviamente que dos más dos son cuatro, ¿No es así señorita Craven?— dijo él más adulto. — Así es, señor — respondió Catalina. El más joven la miró unos segundos y luego preguntó: — Hace un momento atrás mi padre te hizo una pregunta que aún no respondes; ¿Por qué quieres trabajar para nosotros? Ella sin quitarle la vista le respondió: — Porque el ambiente de trabajo es tenso y no soporto a mi jefe. Los dos hombres rieron de buena gana y el más joven dijo: — ¡Me encanta tu sinceridad! ¿Cuando empezarás ? —Primero debo renunciar, y aunque ustedes no lo crean vine a este restaurante a pensar mejor mientras almorzaba si mi decisión sería acertada , cuando no tenía una oferta de un nuevo trabajo, pero al escucharlos, me di cuenta que ésta era mi oportunidad, así que si me dan el m día de hoy, mañana mismo estaré con ustedes. —Nosotros encantados de tenerla en nuestro staff de empleados, Catalina, mi nombre es Steven Majors y el es mi padre Anthony. Un apretón de manos y quedó sellado aquel acuerdo, la invitaron a almorzar con ellos, después se despidió aliviada de tener una decisión tomada, cuando llegó allí estaba Evan, concentrado en su trabajo, ella siguió directamente a su lugar de trabajo y buscó la carta y la puso en las manos de él. Evan parpadeo confundido diciendo: — ¿Qué es ésto? — Lea señor Bragg— dijo ella. — ¿Estás renunciando a tu empleo?— preguntó. — Sí, el ambiente de acá no conviene a mi condición de mujer embarazada, así que lo mejor es buscar otros aires. El sintió un nudo en la garganta, pero solo dijo: — ¿Cuándo piensas irte? — Hoy mismo, si es posible — dijo ella tajante. — Está bien — dijo él con voz seca, pasa por recursos humanos para que te tengan tu cheque listo pronto. — ¡Gracias! Dió media vuelta, entró a la oficina, recogió sus cosas y salió sin siquiera despedirse. Catalina bajó a recursos humanos y habló allí con la chica que le había hablado de aquel empleo. — ¿Puedes elaborar para mí una carta de recomendación? Por favor, me avisas cuando esté lista para venir y buscarla. —¿Te vas?— preguntó la chica. — Renuncié, conseguí una mejor oferta, ¡Gracias por abrir mis puertas en esta empresa, de verdad lo valoré. La otra se quedó con la boca abierta mientras la veía salir, ¿Que pudo haber sucedido para que ésta muchacha que al parecer era sumisa hubiera decidido renunciar, se rascó la cabeza y solo fue a informar a su jefe sobre la novedad. Catalina suspiró al salir para siempre de aquel lugar, tenía el corazón oprimido, Evan era una confusión para su mente y su corazón, cuando lo tenía cerca, la repulsión y el asco la invadía, no lo quería cerca, sentía que lo odiaba, pero apenas empezaba a alejarse, empezaba a extrañar su presencia, era una locura aquello que le sucedía. A la mañana siguiente a primera hora marcó el número de Steven Majors, éste contestó de inmediato. — ¡Buenos días! ¿En qué puedo ayudarte? Ella sonrió para responder a aquel hombre. — Señor Majors, ayer renuncié a mi empleo como le prometí, estoy lista para lo que usted indique, me entreviste o que le lleve mi currículum. — ¡Excelente decisión Catalina! —respondió él —¿Podemos vernos en una hora en mi empresa? Apenas estés allí me marcas y bajo para encontrarte. —Muy bien, en una hora entonces nos vemos — dijo ella optimista. Se había puesto un traje de taller oscuro con una blusa de seda fucsia, se veía bastante sofisticada con su cabello recogido en la parte de atrás de su cabeza, zapatos cerrados tacón bajo, siempre se maquillaba de manera sencilla, resaltando más que todo sus ojos. Esa mañana no era la excepción al sentir los síntomas del embarazo, necesitaba que esto se le pasará pronto, el médico le había dicho que solo eran los primeros tres meses, ya tenía ese tiempo, aún no se le notaba nada, que horrible era sentirse de esa manera. Tomó un taxi, llegó al lugar donde funcionaban las oficinas de los “Majors Corporación” un edificio, no tan imponente como donde funcionaban las de Evan, pero definitivamente eran personas de mucho dinero.
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