La mañana siguiente me desperté con la mente aún hecha un desastre, recordando la imagen de Helena en la televisión, su voz falsa, su sonrisa de mártir, todo eso seguía allí, atormentándome. Y el niño, ese pequeño que no tenía la culpa de nada, que había sido arrojado al centro de un escándalo que no entendía. No dejaba de pensar en sus enormes ojos, curiosos, en su enorme parecido con su padre. Lisandro había salido temprano, su humor no había mejorado, la aparición de Helena, y todo el lío que estaba provocando lo había tomado por sorpresa, me envió un mensaje poco después, quería que regresará a la empresa, no aceptaba mi renuncia, mandaría al chofer para llevarme. Me obligué a levantarme para bañarme, mi ánimo estaba por el suelo, al observar mi reflejo en el espejo, me di cuenta de

