Lisandro me pidió que pasará la noche con él en su pent-house, nuestro encuentro fue una explosión de todo lo que habíamos contenido durante días.
No hablamos, no explicamos nada, nos desnudamos con desesperación, como si el tiempo se nos fuera de las manos. Me besó con hambre, con rabia, con deseo. Yo le respondí igual, clavé mis uñas en su espalda, su boca recorrió mi cuello.
Hicimos el amor en cada rincón de esa habitación, en el sofá, en la alfombra, todo fue intenso, desordenado, perfecto. Me sentí viva, por fin.
Después de tantos días de vacío, volví a sentirme yo, grité su nombre entre jadeos. Él rugió el mío, nos necesitábamos, y nos tomamos, nos devoramos como si no hubiera mañana.
Caímos exhaustos sobre la cama, el sudor se nos pegaba a la piel, Lisandro me cubrió con la sáb
