Cristian sonreía de una manera que sentí deseos de darle un golpe en el rostro, admito que estuvo a punto de ganarme la tentación, pero no, no iba a caer en tu juego, o al menos intentaría no hacerlo. —No me interesa escuchar lo que sea que quieras decir, confío en Lisandro, y sé que él me contará lo que está sucediendo —dije, tratando de sonar segura. —Ja, ja, ja, ¿Estás segura? Porque de querer contártelo, ya lo hubiera hecho. —No estoy para estos juegos, así que me voy, y más te vale no intentar detenerme de nuevo —le advertí, ya furiosa por su comportamiento. —Está bien, si quieres seguirte engañando, es tu decisión hacerlo, pero te dejo mi número de teléfono, si quieres salir de tu burbuja y saber quien es mi hermano realmente, llámame. Cristián se levantó y le lanzó una última s

