Al terminar el día, tomé mis cosas y me fui al departamento de Sebastián, no quería estar sola, no con ese vacío que me comía por dentro. Cuando toqué el timbre, Sebastián abrió la puerta con una sonrisa que iluminaba todo. Pero al verme la cara, su expresión cambió, como si hubiera visto un fantasma. —Ay, reina, qué te pasó? —dijo, jalándome para que entrara, con esa voz suya que siempre sonaba como si estuviera a punto de soltar un chiste. Dentro, un chico estaba sentado en el sofá, era alto, fornido, con una barba recortada que le daba un aire rudo, sonrió y se me quedó viendo con curiosidad, me sentí como una idiota, como si hubiera irrumpido en algo que no debía. —Valeria, te presento a Matías, mi novio —dijo Sebastián, con un brillo en los ojos que no le había visto antes. Se ac

