Estaba tan perdida en mis pensamientos que no lo vi llegar, Lisandro apareció en el área creativa, caminando directo hacia mí, llevaba una camisa gris arremangada, y sus ojos azules me encontraron como si supieran exactamente dónde buscar. Mi corazón dio un salto, y escondí el bolso con la foto debajo del escritorio por puro instinto. —Valeria, ¿puedes venir conmigo un momento? —dijo, su voz tranquila pero con ese tono que no dejaba opción. Asentí, y lo seguí por el pasillo, entramos a su oficina, después de cerrar la puerta se giró hacia mí, cruzando los brazos, y me miró de arriba abajo. —¿Pasa algo? —preguntó, directo, mientras se me quedaba viendo y alzaba una ceja— estás rara. Tragué saliva, apretando los puños, no iba a contarle lo de la foto, no todavía. Pero no pude evitar solt

