Caminé para tomar un taxi e ir hacia mi departamento, ignorando el auto que Lisandro había enviado para recogerme. Necesitaba pensar, necesitaba espacio, cuando llegué al departamento, encontré a Sebastián esperándome en la entrada, su expresión era seria, y tenía ese tic nervioso en su ojo. —Val, tenemos que hablar —dijo, su voz era seria, algo raro en él— Esto con Lisandro… se está saliendo de control. Suspiré, sentándome en el sofá una vez dentro, sabía que no debí hablarle para contarle lo que sucedió entre Lisandro y Leonardo, pero los nervios estaban matándome. —Lo sé, Sebas —admití, pasándome las manos por la cara— Pero no sé cómo salir de esto. Sebastián se sentó a mi lado, tomándome la mano. —No estás sola, ¿Okay? —dijo, de manera firme— Pero tienes que tomar una decisión. E

