—Entrega discreta para… “placer extremo edición limitada”. Él sonríe apenas. —Pasa. —¿Perdón? —Prefiero revisar el contenido antes de firmar. Oh, perfecto. El clásico tipo que quiere ponerme nerviosa. —Está todo sellado —respondo, dejando la caja sobre una mesa—. Pero si quiere, puedo describirle lo que lleva. Él se cruza de brazos, con esa calma peligrosa que da el poder. —Sorpréndeme. Yo sonrío. —Dos látigos de cuero, uno doble. Aceite de cuerpo con aroma a sándalo. Y un cinturón de control remoto —digo, alzando una ceja—. Ideal para parejas que no saben si pelear o amarse. Su sonrisa se curva apenas. —¿Y tú cuál recomendarías? —Depende —respondo sin dudar—. ¿Quiere dominar o ser dominado? Él me mira fijo, y por primera vez en el día, no tengo una respuesta sarcástica lista

