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Reconquistando a mi esposo

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intro-logo
Blurb

Mirla es una joven de veintiún años, estudiante del último año de medicina, en la universidad central, ubicada en la ciudad de Caracas. Ella es de Valencia, una ciudad del centro del país, y para estudiar en Caracas, vive en una habitación alquilada muy cerca de la universidad, la cual comparte con dos muchachas más. Ella es hija única de padres de avanzada edad, por lo que tiene una formación algo conservadora. Fabiola, una de sus compañeras de habitación, es también de la misma ciudad de Mirla y creció en un entorno social donde hay promiscuidad y falta de valores; muy pronto descubrió que, administrando bien su gran belleza, podía llevarla a realizar sus sueños, y su principal meta era encontrar un hombre con mucho dinero que le resolviera la vida, sin tantos escrúpulos y protocolos éticos. George, un joven de veinticuatro años, estudiante del último semestre de informática, en la misma universidad, tenía en común con Mirla, el ser hijo único y de padres mayores. Había comenzado tarde en la universidad porque primero había sacado el título de técnico superior en sistemas para tener un empleo que le permitiera sostener a sus padres y los estudios universitarios. Una tarde del año dos mil doce, George y Mirla se conocieron a través de un desagradable encuentro, por un puesto en el estacionamiento de la universidad, y donde George quedo impresionado por la belleza de Fabiola, que venía acompañando a Mirla desde valencia en su viejo Volkswagen. Solucionado el impasse entre George y Mirla, este quiso volverlas a ver, interesado en Fabiola, invitándolas a compartir alguna bebida en un cafetín de la universidad

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CAPÍTULO 1
La ciudad de Caracas, amaneció con mucha bruma en el horizonte, alrededor de toda la ciudad, todo estaba cubierto de una densa niebla, que no permitía ver los grandes edificios, que en un día soleado se pueden ver, hasta donde se pierde la vista, como gigantes queriendo alcanzar las nubes y que al mismo tiempo le dan a la ciudad, una extraña belleza artificial. Hoy esos grandes edificios estaban perdidos en la neblina, la cual de vez en cuando dejaba que apareciera la parte más alta de esas torres, como extrañas naves extraterrestres que se perdían nuevamente detrás de aquella cortina blanca. La serranía del parque del Ávila, ese pulmón verde que rodea gran parte de la capital, también había amanecido totalmente vestida de blanco, escondiéndose de la mirada de los caraqueños. Todo este escenario daba la impresión, de que la ciudad estaba flotando entre las nubes. Ese día cuando Mirla se disponía a estacionar su Volkswagen, en un puesto que encontró libre, muy cerca de su facultad de medicina de la universidad central, llego George Luis en su viejo Mustang y tomo el puesto, cuando ya Mirla venia retrocediendo para estacionarse en el mismo lugar. Mirla muy contrariada, siguió maniobrando su Volkswagen, haciendo movimientos bruscos con la palanca de cambios, y cuando logro ponerlo de frente al vehículo que había ocupado su lugar, murmuro con cara de muy pocos amigos: —¡ya veras, desgraciado abusador, lo que significa meterse con Mirla!— acto seguido, envistió con su Volkswagen hacia el Mustang y cuando se toparon los parachoques, acelero violentamente, haciendo que el otro vehículo, rodara por lo menos un metro, y en actitud agresiva, se bajó dando un portazo. George Luis, dentro de su Mustang, estaba distraído recogiendo su libreta de apuntes para ir a su clase de informática y se sorprendió cuando su coche fue removido con violencia de su lugar, saco la cabeza por la ventanilla y vio a una joven que se bajaba del Volkswagen que lo había empujado; se sonrió al ver su cara descompuesta por la ira, y en una actitud agresiva. —¡Abusador! — dijo muy molesta —¡no vas a poder salir de aquí, hasta que yo salga de la clase, para que aprendas a ser caballero y respetuoso bruto ordinario! —. -Oiga señorita; para su información, a dos manzanas de aquí, hay una laguna; ese es el mejor lugar para su tortuga -le dijo George riendo mucho de su gracia, sin haber salido del Mustang. —¡Tortuga tu madre; grosero! – le respondió Mirla muy acalorada, dispuesta a darse a respetar. —¡Oiga señorita; porque mete a mi madre en esto; usted es demasiado agresiva, ¿Qué es lo que le pasa?!— le dijo George bajándose del Mustang y acercándose a Mirla —¡Usted tenía que haber visto que yo venía retrocediendo para tomar ese puesto! — le dice Mirla en voz alta. -Yo no tenía que ver nada, ese puesto no tiene su nombre- responde George sin borrar de su rostro esa sonrisa divertía, que evidentemente molestaba más a Mirla. -Un caballero no hace lo que usted ha hecho; eso solo lo hace una bestia como usted- dice Mirla todavía molesta, pero bajando un poco el tono de su voz. Fabiola que había permanecido dentro del Volkswagen presenciando la discusión, salió del vehículo y se quedó allí parada mirando a George con una mirada de reprobación. —¡Madre mía; que monumento más hermoso! —  dijo George poniéndose las manos en la cabeza en gesto de admiración. - ¿Y ahora qué le pasa? - pregunto Mirla, ante la nueva actitud que había tomado George. -No es con usted señorita, usted es muy ordinaria- dijo George tratando de molestar más a Mirla-le estoy hablando al monumento que acaba de salir de su tortuga-. Mirla miro hacia su Volkswagen, y vio que Fabiola estaba sonriendo por la ocurrencia de George. —¿Tú también vas a celebrar las tonterías que habla este idiota? — le dijo Mirla a Fabiola, en tono de reproche. -ya; ya señorita cálmese -le dice George a Mirla sonriendo en tono conciliador. —¡No me da la gana de calmarme! — responde Mirla amenazando con volver a encolerizarse. -Está bien, está bien –dice George, haciendo un gesto apaciguador con las manos, y mirando a Fabiola le pregunta - ¿ella siempre es así? - -Reconozca que usted actuó de mala fe- le reprocho Mirla, tratando de calmarse. -Pido perdón por el mal entendido- le dijo George -lo que pasa es que venía distraído y me pareció que usted estaba saliendo; pero si usted aparta la tortuga de allí, yo le cedo el puesto-. En ese momento, llego el conductor que tenía el vehículo al lado del Mustang y dejo el puesto libre. - ¿Se fija usted? -Le dice George a Mirla- ahora resulta que mi caballo y su tortuga van a pasar esta tarde juntos-.  Esta vez sonrieron los tres, habiendo ya solucionado el impasse. -A propósito, yo me llamo George Luis y estoy estudiando el último semestre de informática- dijo dirigiéndose a Mirla, mientras le tendía la mano. -Mirla -respondió ella - y estoy cursando noveno semestre de medicina-. -Y usted como se llama señorita monumento- dijo George dirigiéndose a Fabiola y tendiéndole la mano.  A ella no le hizo mucha gracia que siguiera llamándole monumento; «demasiado payaso para mi gusto» pensó -Fabiola, y estoy acompañando a Mirla- le respondió fríamente, dejándolo con la mano extendida. -Bien Fabiola y Mirla, me dio gusto conocerlas -dijo George despidiéndose -estoy retrasado en la clase; ojalá nos encontremos aquí nuevamente, esta noche a la salida    para que platiquemos un poco.   En el año dos mil doce, Mirla era una muchacha de veintiún años  de edad, su piel era de un moreno bastante claro, sus ojos eran marrón algo oscuro, un poco grandes y pestañas también grandes, que resaltaban en su rostro, nariz  medianamente perfilada que terminaba  semi redondeada , su boca  no muy grande, pero con unos labios bastante carnosos que le daban un toque de sensualidad muy peculiar; su cabello era n***o y abundante y lo usaba suelto más abajo de los hombros y su estatura era, de un metro setenta; su cuerpo en líneas generales, era bien proporcionado acorde a su estatura y tenía una belleza natural muy atractiva. Ella vivía en la urbanización   Michelena, en la ciudad de valencia, a ciento ochenta kilómetros de la ciudad de caracas y cursaba noveno semestre de medicina en la universidad central. Debido a sus estudios vivía en la ciudad de caracas casi toda la semana, en la habitación de una casa donde alquilaban habitaciones a muchachas estudiantes, muy cerca de la universidad; esta habitación, la compartía, con Lizbeth, otra joven estudiante de medicina en la misma universidad. Cuando estaba libre viajaba a valencia donde vivía con sus padres.  Cuando estudiaba tercer semestre, saliendo de su habitación, una muchacha le pregunto, si allí había alguna habitación libre, ya que estaba comenzando a estudiar medicina y se le hacía difícil venir casi todos los días desde valencia a tomar las clases. Con todos esos datos, Mirla le dijo que ella también era de valencia y que su habitación que compartía con otra joven, era para tres chicas, y tenía una vacante disponible. La muchacha acepta ocupar aquella vacante, y fue así como conoció a Fabiola, quien además de compañera de habitación, se convirtió también en compañera de viaje, porque a partir de allí iban y venían juntas a valencia en un Volkswagen que tenía Mirla. El único día que llevaba su Volkswagen a la universidad era el día que venía de su ciudad natal porque se venía directo a la clase.   Cuando George Luis salió de clases a las ocho de la noche, encontró a Mirla y a Fabiola intentando encender su Volkswagen, pero no lograban que arrancara el motor y lo habían intentado tanto que ya habían descargado la batería. -Qué bueno encontrármelas aquí nuevamente, aunque no creo que me estaban esperando -dijo George cuando las vio desanimadas sin saber que hacer- cuéntenme que le paso a la tortuguita-. -No pudimos encenderlo y se descargó la batería -dijo Mirla intranquila, ya que por la hora no había mucho que hacer. A esta hora es difícil encontrar un mecánico -dijo George –pero les propongo una solución-. ¿Qué solución sería esa? - pregunto Mirla esperanzada. -Yo conozco al vigilante que cuida esta área por la noche –dijo George –le puedo pedir que cuide la tortuguita esta noche y mañana solucionamos el problema; y si me permiten, yo las llevo a sus respectivas habitaciones-. -Ya que usted tiene esa buena disposición, le agradecería mucho ese favor -dijo Mirla aliviada. - Bien, no se diga más, hablare con el guardia nocturno -dijo George mientras se dirigía a la casilla de vigilancia. -Ya está todo arreglado; no hay de qué preocuparse –dijo George al regresar cinco minutos después –suban a mi potro y vámonos- - ¿Quién vive más lejos? - Pregunto George ya saliendo del perímetro de la universidad. -Vivimos en la misma habitación –respondió Mirla. -Qué bueno; y ¿tú qué haces Fabiola, además de acompañar a Mirla a la universidad? -pregunto George mirando a Fabiola por el retrovisor con marcado interés. -Ella estudia sexto semestre de medicina- respondió Mirla, ante el silencio indiferente de Fabiola. -Qué bueno- dijo George, y después de un pequeño intervalo de silencio continuó- discúlpame Fabiola, no te molesto con más preguntas-. -Gracias – respondió Fabiola en tono cortante. Rápidamente llegaron a la habitación de Mirla. -Agradezco mucho tu interés en ayudarnos, y perdóname la escena del estacionamiento- dijo Mirla despidiéndose de George. -Buenas noches, espero verlas mañana- dijo George mientras se ponía en marcha.  Cuando Mirla y Fabiola, entraron a la habitación, ya Lizbeth estaba allí repasando sus notas de estudio; pocos minutos después, apagaron la luz disponiéndose a dormir. -Qué pena siento con ese hombre, después de haberle dicho tantas cosas, se mostró tan servicial- dijo Mirla, rompiendo el silencio en la oscuridad. -El tipo es un pesado– dijo Fabiola secamente. -Te mostraste muy fría con el –dijo Mirla en tono de reproche- a pesar de que se mostró muy interesado en ti-. -Noooooo…  amiga; a esos tipos, hay que sacudírselos inmediatamente, antes que se vuelvan muy molestos; ese candidato, no entra entre mis preferencias- dijo Fabiola despectiva- bien lejos con ese payaso-. -Ay Fabiola; tú canon de selección es como una alcancía -le dice Lizbeth- lo único que entra allí son monedas; es el único requisito por el cual se inclinan tus preferencias; te pareces al pato avaro de las comiquitas-. -Tú no le conoces ¿Por qué lo juzgas a ultranza? -le pregunta Mirla. - ¿A ultranza?; no me vengas tu- dice Fabiola- ¿no has escuchado decir, que por la maleta se conoce al pasajero? -. -No entiendo -dice Mirla. -Muy simple amiga, ¡despierta¡, que camarón que se duerme, se lo lleva la corriente- dice Fabiola muy gráfica -nada más ver el vehículo del tipo, basta para saber que es un limpio; un pobre diablo dándoselas de sobrado; ¡tú me dirás! -. -Pero un hombre como ese tiene futuro Fabiola- dijo Mirla defendiéndolo-. -Ja, ja; ¿futuro? -Dice Lizbeth irónica -Fabiola no cree en pájaros volando; la única tarjeta de presentación que ella acepta, es un cheque con unos cuantos ceros a la derecha. -Tienes razón Lizbeth; tú si me conoces - dice Fabiola con mucha convicción- a mí no me vengas tú con pajaritos preñados Mirla; mi candidato tiene que tener mucho dinero, para que esta que está aquí, se acueste en su cama-. -El dinero, no siempre te hará feliz Fabiola-. —¡¿Qué no?!— A mí sí me hace feliz el dinero amiga - dice Fabiola muy convencida- mataría para atrapar a uno de esos que les estorba el dinero-. Guardaron silencio y Mirla siguió pensando en la actitud de su amiga Fabiola; ya tenía tres años conociéndola, y nunca tenía un novio por más de un mes; siempre trataba de sacarles todo lo que pudiera y después lo dejaba como un objeto sin valor, para luego buscar otra víctima, era fría y calculadora, no le importaba mucho los sentimientos de las personas. No sabía que tan literal podía ser, cuando decía que podía matar para lograr su objetivo; pero si estaba segura que podía ser muy peligrosa teniéndola como enemiga; estudiaba medicina, pero según sus propias palabras, no le interesaba ejercer la profesión; solo quería un título como trampolín para tener más acceso a otra esfera social, donde podía localizar mejores objetivos.                                                            Al día siguiente, a las ocho de la mañana, tocaron la puerta de la habitación de Mirla, y cuando Fabiola entreabre la puerta para ver quién es, se encuentra con el rostro sonriente de George. -Buenos días Fabiola- saludo George muy cordial -vengo a traerles la… Fabiola había cerrado la puerta sin dejarlo terminar de hablar. -Levántate Mirla; que tienes visita -dijo Fabiola despertando a Mirla, lanzándose a la cama. - ¿Quién es a esta hora? -pregunto Mirla con los ojos medio cerrados -El mismo imbécil de anoche; ahí lo tienes en la puerta -dice Fabiola de mal talante- como que vino a traerte algo; no me explico nada-. Mirla se levantó rápidamente, asomándose a la puerta. Buenos días George; espérame un momento que ya te atiendo -dijo Mirla mientras cerraba la puerta, y salía corriendo a cambiarse el pijama. A los tres minutos apareció Mirla más presentable y salió de la habitación. -Disculpe que le moleste a esta hora – dijo George con una amplia sonrisa- lo que pasa, es que yo me levanto muy temprano para ir a trabajar, y aproveche de pasar por la universidad y vi que habían dejado las llaves en la tortuguita y me atreví a abrir el motor, y a primera vista vi que tenía un cable roto, lo añadí y poniéndole la batería de mi Mustang, pude encenderlo; y allí lo tiene al frente; aquí están las llaves-. -Qué bueno –dijo Mirla sorprendida- no sé cómo agradecerle tantas molestias y tanta amabilidad-. Yo sé cómo me puede pagar -dijo George muy animado, pensando en Fabiola. - ¿Cómo? Pregunto Mirla. -Solo aceptándome una invitación, usted y Fabiola, a tomar un café en el cafetín de la universidad- dijo George. -Si es eso nada más- dijo Mirla -acepto su invitación y muchas gracias por haberme solucionado ese problema-. -No sé diga más- dijo George contento- a las cinco, les espero en el cafetín-. De regreso a su habitación, Mirla volvió a recostarse en su cama; aquel joven le parecía interesante; era una pena que Fabiola fuera tan indiferente, al interés que él, mostraba por ella. - ¿Qué quería tu nuevo amigo? - le pregunto Fabiola con desenfado. -Vino a traer el Volkswagen, después de haberlo reparado -dijo Mirla. -Que bien; ahora tenemos un problema menos - dice Fabiola sin dar tregua -como pago, seguro que ahora tienes que salir con el-. -No seas tan dura Fabiola; George solo quería ayudarnos - dijo Mirla- y sí; acepte una invitación que nos hizo a las dos, para el cafetín de la universidad; pero realmente, quien le interesa eres tu Fabiola-. -Es que son todos tan básicos- dijo Fabiola despectiva- y este además de básico, es tacaño; no pudo invitarte a un almuerzo, solo un cafecito en el cafetín de la universidad-. -Oye Fabiola- dice Lizbeth desde su cama- no olvides que lo cortés no quita lo valiente; hay oportunidades que se presentan solo una vez y esta puede ser la tuya- -Lizbeth tiene razón Fabiola; deberías bajar la guardia - le aconseja Mirla –la amargura se te sale por los poros, creo que George sigue interesado en ti; me parece un joven interesante- - ¡Ay no!; te lo regalo con todo y Mustang - dice Fabiola despreciativa-yo no iré a tomar café con ese pata en el suelo; ve tú, no me gustan los diamantes sin pulir; Llegaron a la universidad a las cinco de la tarde; Mirla se fue al cafetín, y Fabiola no queriendo acompañarla, se fue directamente a la facultad. Ya George estaba esperando y se desanimó un poco cuando no vio llegar a Fabiola con Mirla, quien la justifico diciéndole que no había podido venir porque tenía que terminar unos trabajos con sus compañeros de estudio. Se sentaron en una mesita que tenía dos sillas en el centro del cafetín. - ¿Qué deseas tomar Mirla? - Pregunto George- yo tomare un café marrón-. -Tomare un jugo de naranja con poco hielo, ya que no tomo café- dijo Mirla. George fue al mostrador y a los dos minutos venía con el café y el jugo de naranja y sirviéndolos en la mesa, tomo asiento. -Yo soy cliente habitual en este cafetín -dijo George -me vengo directo del trabajo y paso por acá a tomar un café para despabilarme antes de entrar a clases; ya voy por cinco años haciendo lo mismo-. -Me imagino que cuando te gradúes, el cafetín te dará un diploma como reconocimiento a tu fidelidad- dijo Mirla bromeando. Mientras mirla hablaba, George la observaba con más detenimiento; en el estacionamiento, la había visto, con el cabello recogido y con una ropa muy holgada; pero ahora llevaba unos blue jeans y una camisa a rallas, bastante ceñidos al cuerpo; llevaba el cabello suelto enmarcando la natural belleza de su rostro. «Ahora me alegro que no haya venido su compañera» pensó. -Y tu ¿Qué haces Mirla en tu tiempo libre? -. pregunto George observando detalladamente a Mirla. -Tú sabes que la medicina es estudiar, estudiar y estudiar-dice Mirla, dándose cuenta del interés con que le miraba Georg- así que tengo muy poco tiempo libre aquí, ya que los fines de semana, me voy a Valencia y allá descanso de esta larga rutina. -Yo tengo poco tiempo para estudiar- dice el, posando su mirada en el escote de Mirla- trabajo de lunes a sábado y estudio por las noches; lo bueno de todo esto es que ya me falta muy poco-. - ¿Vives aquí en caracas George? Pregunto Mirla, mientras movía el pitillo, jugueteando con el hielo que había en su jugo. -Sí, vivo en el centro de la ciudad, justo detrás del palacio de Miraflores –responde George, mientras admiraba la sensualidad natural de los labios e Mirla- la ventaja de vivir allí, es que no necesitas despertador, ya que todos los días a las cinco de la mañana, te despierta el toque de trompeta de los militares del palacio; allí vivo con mis padres, pero en un anexo, justo a la entrada de la casa y así puedo entrar y salir a la hora que quiero sin molestar mucho-. -Es bueno despertarse con música todos los días -comento Mirla. -A veces esa trompeta me suena muy triste -dice George- pienso que el soldado que la toca, amanece algunos días con nostalgia; quizás por su tierra, o por algún amor que dejo, prometiéndole volver pronto; en realidad me gustaría que un día me despertara con música de Ricardo Arjona-. A Mirla se le ilumino la mirada y sonrió pensando: - con esto sí que me matas; comienzas a caerme muy bien-. - ¡No puede ser, ¿te gusta Ricardo Arjona?!  –Exclamo Mirla admirada- él es mi cantante favorito. -Claro que me gusta- dice George complacido- ¿acaso tú conoces alguna persona tan extraña que no le guste Arjona?; su poesía toca mi corazón todas las mañanas mientas me baño; prefiero que me falte el jabón de baño; pero nunca su música; en mi celular tengo casi todas sus canciones-  -Me encanta, porque sus canciones nos muestran la cotidianidad de la vida desde otra perspectiva- dice Mirla emocionada como siempre, cuando le hablan de su ídolo. - “Señora, no le quite años a su vida; póngale vida a los años que es mejor…”; es una invitación a dejar las apariencias y, a disfrutar cada momento de la vida- dijo George muy reflexivo - ¿A qué te dedicas George? - pregunto Mirla, observando con más interés a George. -Antes de entrar en la universidad –dijo George- saqué el título de técnico medio en sistemas, comencé a trabajar en ello y fue allí cuando comencé en la universidad, y aquí estoy con muchos proyectos en mente-. -Qué bueno; muy pronto comenzaras a darle forma a tus sueños; a mí me falta un poco todavía pero allá voy, a la búsqueda del sueño de mi vida-. - ¿Tienes novio Mirla?  Pregunto George, cruzando mentalmente los dedos deseando escuchar un no. -No-. -Bieeeeeeeen- pensó George. -No puede ser que nadie vea tanta belleza- le dijo George arqueando las cejas a modo de sorpresa –eres muy atractiva; cualquiera se enamora; creo que Dios te envió hoy para que fuera yo quien te descubriera - No tengo tiempo para eso- respondió Mirla. —¡Que desilusión! –Dijo George sonriendo- yo que pensaba incluir en mis proyectos, a la dueña de unos bellos ojos marrones que han comenzado a hipnotizarme-. -Lamento que tengas que cambiar esos proyectos- dice Mirla sonriente. -Por lo menos dame permiso para soñar contigo- Dijo George mientras sonreía, mirando a Mirla a los ojos- debe ser muy delicioso verte en mis sueños -Con tal no pase de allí –dijo Mirla- soñar no está prohibido-. -Para soñar contigo no es necesario estar dormido- dijo George, posando su mirada en el pequeño escote de Mirla - ¿Sabes lo que si incluiré en mis proyectos Mirla? -. -No lo sé; dímelo tú -dice Mirla. -Encontrar la forma de que te enamores de mí; tengo que contratar a cupido él se encargara de poner esa fórmula bajo tu almohada para que sueñes conmigo-. -Además de presumido, Estás loco George- dice Mirla riendo. -Eso siempre me pasa cuando veo unos ojos marrones -dijo George -ese problema lo causa la soledad y necesito una doctora que me la cure y me hechice con su mirada-. -Eso se cura con un collar de limones y ajos- dijo Mirla riendo.  -Lamentablemente me tengo que ir Mirla; gracias por aceptar mi invitación, han sido muy agradables estos momentos; el trabajo y la universidad, no me permiten compartir mucho; gracias a la tortuguita que me permitió conocerte; espero nos volvamos a ver; ya sabes dónde estoy todos los días a las cinco de la tarde-. un cordial saludo, gracias por leer esta historia, me motivara mucho , leer sus comentarios. Les recuerdo agregar esta hitoria a sus bibliotecas, dandole al corazón que esta debajo de la portada.. saludos; Antony Arreis

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