La Aurora

2089 Words
Aurora fue al supermercado con la señora Luthor, Jane llevaba dos carritos de compras porque uno era para necesidades básicas y otra para caprichos, Aurora observó impresionada a la mujer guapa que llevaba todo de aquí y allá, con la sonrisa más dulce, y sus dos carritos para la comida, el más joven de los hermanos Luthor, Zack, y toda su disposición por sorprender a Patrick con un Pícnic, si sabía algo era hacer un buen emparedado, comprar un par de postres y chips de supermercado, la joven buscó un pan especial, pero, solo había cuadrado y no había pepinillos, jamón tampoco encontraba la marca que le gustaba. Zack se quedó mirando y al verla negar con la cabeza tantas veces decidió preguntarle qué pensaba preparar. —Un sándwich para tu hermano. No sé cocinar y quería agradecerle por no ser un cretino los últimos días, pero… no hay nada. —Trajimos unas cosas de la ciudad, pero Patrick es feliz con pan y queso crema—comentó Zack. —¿Crees? Porque puedo comprar un pollo asado ya hecho y mezclarlo con tocino y queso crema, unas nueces. —Podemos pasar por la panadería y compras un pan bueno. —¿Cuál es su golosina favorita? —Es fan de esa salsa de nachos y chips. —Ok. Gracias. Zack sonrió y la vio ir al pasillo, donde no encontraría queso previamente derretido porque estaba cerca del final del mundo y no lo venden. Él fue en busca de tres quesos diferentes para que los fundiera, los dos se quedaron mirándose antes de soltar carcajadas, Jane vio a su hijo y Aurora. —No sé cocinar Zack, ni siquiera por mí me esfuerzo tanto. —Me alegra, que estés así de enamorada —Aurora se quedó pensando un par de segundos y la cara de sorpresa y horror hizo que Zack riera de nuevo. —Te guardó el secreto—ella sonrió tímida y Jane pasó por su lado. —Ya me falta poco, en ada voy a la caja. Ella se encogió de hombros y se llevó todas las gomitas para los niños, muchos Doritos, papas, más golosinas, el pan por si acaso, sí había semillas, básicamente mixtas, pero, iba a sacarle las nueces y hacer su mezcla. Ella decidió pagar por todo porque no iba a cocinar o limpiar y tampoco se iba a esforzar en impresionar a la familia de Patrick que no estaba esforzándose, Zack pasó por una panadería y ella fue en busca de un buen pan. —¿La has visto? No planea ni fingir. —Tú no planeas fingir que te cae bien y tu hijito tiene 48 años, no finjas que no sabes que se le pone la polla gorda. —Bueno, yo tengo un lugar en esta familia especial para fastidiar. —Jane, no te va lo de suegra perra. Tienes que dejar de poner a parir a todas tus nueras, Erica ya no soporta esa mirada de no eres suficiente, Samanta la mirada de no confío, pero, me has dado nietos y esta pobre alma a la que detestas por existir. —Algo no me huele bien. Patrick es de los que le rinden luto toda la vida a su mujer. —Aurora es adorable, ¿cómo no quererla? El pelo corto entre mujer y cosita divina, los ojos color caramelo, tiene hoyuelos y no sabe cocinar. Es lo más dulce de la vida y quiere a Patrick y sus hijos que le han acusado de un crimen y un montón de cosas, la suegra perra que tiene, ose mamá, si eso no es amor, le están pagando millones. —Es muy mona y me lo creería si fueses tú o la novia de Percy, ¿Patrick... —Ahí viene, y conoces a Patrick, si quieres alejarlo sigue por ahí. Jane sabía que su hijo tenía razón, era una guerra que no tenía fin, ni causa para iniciar y Aurora era mona, no la belleza extravagante de pasarela a la que estaban acostumbradas a ver a Patrick y es obvio que no respondía a sus preguntas con una mirada porque jamás sería su mejor amiga desde los 4 años, sin embargo, la versión Patrick más Aurora era mucho mejor que ver a su hijo deprimido y solitario, Jane fue la primera en notar la infelicidad en Patrick y Mercy, llevaba años susurrándoles al oído que era hora de tomar caminos separados. El único defecto real que le podía encontrar era que no era su mejor amiga y era momento de dejar descansar a Mercy y de conocer a la mujer que amaba a su hijo, incluso en las peores condiciones familiares. La joven se subió y le dio las gracias a Zack por sus recomendaciones —¿Cuál es el plan? —pregunta Jane. —Un picnic, muy sencillo. —¿Cuál es la ocasión?—pregunta Zack. —Ser agradable. —¿Has escuchado ese concepto, mamita? —le pregunta Zack. —Sí, pedacito de mierda —le responde y él ríe. —Voy a ayudarte un poco Aurora, si gustas. —Ahh, gracias, pero, él ha hablado de una vida juntos, más le vale acostumbrarse a mi comida fea. —Los tres rieron. Patrick estaba ocupado a acompañando a su papá a hacer una pequeña inspección de bienvenida, y sorprendieron a los trabajadores. Patrick vio a su padre sonreír, como hace tiempo no hacía. Adam le encantaba la vida de campo, pero sus rodillas ya no le permitían tanto tiempo enterrado en el suelo o espacios muy inestables. —¿Estás listo, hijo? —¿Para irnos, sí?—preguntó sorprendido, su papá nunca quiere bajar del caballo. —No, la propuesta. —Claro... muchos globos, rosas blancas, con tallo alto y luces, con la palabra cásate conmigo. Adam rió porque sabía que estaba repitiendo lo que sus hermanas y cuñadas le podían haber enseñado hace unos minutos, Patrick sonríe y se ajusta el sombrero. —¿Qué ha dicho Bradford cuando se lo has pedido? —Que más me vale hacerle feliz y embarazarla. —Bradford se pasa, pobre Aurorita, al menos de ahora en adelante te tiene a ti. —Me encanta como la amas: “Aurorita”. Que no se enteren tus nueras. —Me dan unas ganas de adoptarla, si decides no casarte, la convierto en mi novena hija. —Uhh, qué vas a hacer con Jane —Los dos rieron y probaron el vino de pobres, Adam brindó en nombre de los segundos matrimonios. —Tú recuerdas que ese fue el que terminaste fatal, herido y dolido. Tu primer divorcio. —Claro, pero a la gente normal, las segundas esposas les duran más. —¿Cómo? —Sí, dicen que las segundas aprenden de los errores de las primeras —Patrick rió porque en la cabeza de Adam Luthor, el divorcio era exclusivamente culpa de sus exesposas, él habáis ido víctima del desamor. Cuando regresaron a la casa; escucharon música bailable, vieron un ramo de rosas, y el ambiente había cambiado, o había tensiones, Patrick entró a la cocina y vio a su novia, la cual estaba embarrando el pan con algo. Zack estaba dándole todo su apoyo a su cuñada, Aurora estaba en una aventura cocinando con ayuda de Jane y Lorelai está trabajando con el computador, y Zack le pasa una taza de café, ella sonríe y le da un beso en la mejilla, su cuñado le frota la espalda, y Karl, ve a su esposa, le da una mirada cargada de molestia, Lorelai lleva semana evitándolo como si tuviese lepra y esa Guerra Fría e injustificado no lo entendía. Porque no está lista y sigue metidísima en el trabajo, conoce la pose y le ve con los lentes puestos y apretar los labios para no decirle que no va. Karl cruza los brazos y Lorelai suspira. —Ay, perdón... —No pasa nada, voy a con Drake a ver la feria. Addi tiene a los niños—Responde Karl a su esposa, y le da un beso en la frente. Lorelai se muerde el labio y Zack le recuerda que la carrera de su hermano se ha complicado. —Ey, estoy haciendo de las únicas seis cosas que sé hacer y quiero dejarte claro que esto es ocasional. Dame las gracias y ya. ¿Okay? —Hola, Aurora, mi día va bien, ¿y el tuyo?—él se acercó para besarle en los labios y ella sonrío antes de estirar los suyos. —Hola—saludó Aurora, ella se giró y le dio un abrazo que Patrick no esperaba, él sonrió y le abrazó de vuelta mientras intentaba descubrir que había en la mezcla. Le dio un beso en el pelo y tomó la cuchara, no sabía mal. —¿Está bueno? —¿Sí? —Regularmente, lo hago con atún, pero no había la marca que me gusta. —¿Tú nunca has estado en un pueblo?—Le pregunta Zack. —No. Los dos rieron y ella le dio una muestra de su sándwich. —Está riquísimo, rico. —Zack, tu hija —Le dice Erica y le pasa a la niña. —Buenos días, Zo. —Pooopi —él le mira encantado y la llena de besos. —Patrick, te compré dos regalos. —¿Dos regalos?—repitió mientras se tomaba un poco de agua. —Has sido una buena persona últimamente y no necesitas un regalo, pero te compré rosas y estos chocolates amargos para que seas feliz, y no engordes. —él se queda mirando las rosas divertidos y la cocina se queda en silencio. Patrick mira a Aurora a los ojos y sonríe. Nadie nunca le había regalado rosas, primero porque era un hombre y la sociedad es machista, y segundo, porque era Patrick y todos asumían que necesitaba de poco para ser feliz. En realidad, nadie había intentado hacerlo feliz en mucho tiempo. —Vuelvan a sus vidas. —Les dijo a los demás. —Es un detalle, increíble. ¿Puedo ayudar por esta cita o solo soy un invitado? —Eres un invitado, pero, si consigues unas mantas y tienes un segundo lugar favorito en este lugar que quieras enseñarme, me encantaría. —Patrick, ¿te han regalado rosas? —pregunta Drake muy divertido, y se acerca a ver a su hermano, el enamorado que sostiene rosas. Karl quien quiere irse, pero, no puede dejar pasar la oportunidad, le guiña un ojo a su hermano y señala los chocolates, Patrick abre la caja y come el primero, les hace una seña para que prueben. —Sí, me han dado un detalle porque soy muy guapo. —¿No te gustan? ¿Eres alérgico?—preguntó Aurora asustada y. avergonzada, Patrick niega con la cabeza. —No me habían regalado unas, pero cuando sepa cuáles son mis favoritas te cuento—Respondió y tomó la canasta. —Vamos, nos acostaremos en el suelo. ¿No tienen niños pequeños que vigilar? —Tenemos sobrinos grandes —respondió Drake—Quienes quierme dinero para la feria o fiesta, el guaro y las llaves de nuestros autos. Patrick se río y vio a Aurora meter las últimas cosas en una canasta que su madre le había prestado, Jane, aparentemente le ayudó a preparar el pollo porque la receta original era con atún enlatado, también tomó a Aurora de la mano y le preguntó si había montado a caballo. —Las chicas de ciudad como yo, vamos a clases de equitación. —Eres horriblemente fresa. —Puedo empeorar —Los dos rieron y él aseguró a su potro, se metió al otro establo y le mostró los animales para visitas. Su mujer nunca había montado, les tenía Pavor a los caballos, así que no había una yegua extra para ella que pudieran utilizar, pero la familia siempre está en crecimiento y sus hermanos son posesivos con los animales que llaman suyos. No tuvieron problema para ensillar a Mamba, la yegua de la cual estaba enamorada Aurora. Ella subió con experticia. Patrick ató la canasta en el lomo del animal antes de subir. Patrick la dejó cabalgar un poco y acostumbrarse al animal, sabía que los de ese establo eran mansos, pero energéticos. Mamba y Aurora parecían mejores amigas y le propuso lo siguiente: —Vamos a hacer una competencia, el primero que llegue a un lugar bonito gana. —Vale—respondió y puso a su yegua a correr, Patrick le siguió.
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