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La Otra

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Blurb

Allegra Ferrer era feliz con la vida que llevaba alejada de la sociedad y de sus padres. Vivía la vida a su manera, era libre, tan libre cómo podía ser. Con su gusto por los animales y su trabajo como voluntaria en la casa de Mascotas, su pequeño departamento lejos de la lujosa mansión de sus padres. Nadie nunca podría imaginar su verdadero linaje.

Lucca Giordano, lo tenía todo: dinero, prestigio, poder y una hermosa novia de la que estaba completamente enamorado. Alessia Ferrer era la mujer más hermosa que sus ojos habían visto, con su cabello rubio y ojos azul zafiro era una de las mujeres más sofisticadas y deseadas de la sociedad y era suya.

Pero un desafortunado accidente cambia totalmente sus vidas. Allegra vuelve a casa tras una llamada desesperada de sus padres. Una llamada que la lleva a cruzarse en el camino de Lucca Giordano y a convertirse en la otra.

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MALAS NOTICIAS.
Safe Creative. Registro: 2110159531930 Todos los derechos reservados.   El florero cayó de sus manos, rompiéndose en varios pedazos. Se agachó para recogerlos, pero el filo cortó su dedo. La sangre corrió, al mismo tiempo que la angustia se instalaba en su pecho. ¿Qué había pasado?, se preguntó mientras las lágrimas corrieron por sus mejillas, sin darse cuenta. Su respiración se agitó y el dolor rasgó su corazón sin piedad.  —Tranquila, respira Allegra, ¡por Dios, respira! —Su mejor amigo corrió para ayudarla al verla arrodillada en el piso.  —¡No puedo! Jaime, no puedo. —Las lágrimas continuaron sin poder evitarlas. Su corazón dolía tanto que temía caer desmayada en cualquier momento, pero se negaba a caer en la inconsciencia.  —Tu móvil ha estado sonando. Déjame contestar. —Jaime dejó a Allegra sentada sobre la fría silla de la pequeña sala de espera. Caminó hasta coger la bolsa y entregárselo.  —Gracias —respondió.  Allegra cogió el móvil, observó el número reflejado en la pantalla y el dolor en su corazón se acrecentó, tenía tanto miedo de responder y de no hacerlo a la vez.  —Estoy contigo.  La voz de Jaime y su mano aferrándose sobre su hombro, le dio fuerza para atender la llamada de su padre.  —Aló. —Su voz sonaba pastosa. No quería darle motivos a su padre para exigirle volver; pero temía que esta vez fuera otro el motivo de su llamada.  —Allegra, vuelve a casa, es urgente.  Allegra contuvo la respiración al escuchar a su padre. Su voz estaba rota y en el fondo podía escuchar el llanto desesperado de su madre.  —¿Papá? —preguntó con un nudo en la garganta.  —Es Alessia, vuelve.   Allegra no escuchó nada más de su padre. La línea se cortó, dejando un vacío grande y profundo en su pecho que era incapaz de poder explicar. Su memoria se llenó de recuerdos de su niñez y adolescencia. Habían nacido con solo cinco minutos de diferencia. Compartían el mismo rostro, eran como dos gotas de agua. La única diferencia entre ellas era que Alessia no soportaba a los animales, mientras que ella los amaba con locura. —¿Estás bien? ¿Puedo ayudarte? La voz de Jaime hizo que volviera a la realidad y a la urgencia del caso, sus padres esperaban por ella.  —Tengo que irme, Jaime. ¿Puedes llevarme? —preguntó.  Allegra no se creía capaz de conducir y lo último que deseaba era provocar un accidente.  —Por supuesto, vamos. Esther, te quedas a cargo.  —Cuente con ello, señor —respondió la secretaria, mientras ellos salían dirigiéndose al auto.  Allegra caminó con prisa. Tenía la impresión de que las noticias no serían nada agradables. Podía sentirlo en su corazón. Se dejó hacer por su amigo, permitió que le ayudara a subir y acomodara el cinturón de seguridad, ella estaba en shock.   ***   El trayecto a la ciudad fue eterno para Allegra, quien no podía apartar los pensamientos de su hermana. Se habían separado hacía cinco años, pero siempre mantuvieron contacto. ¡Eran hermanas y se amaban! Era solo que a diferencia de Alessia, Allegra prefería llevar una vida sencilla, haciendo lo que más amaba, para disgusto de sus padres.  Dos horas y cuarenta y cinco minutos después de salir de Quetzaltenango, Jaime estacionó el auto frente al hospital privado Santa María, donde su hermana había sido trasladada. Afortunadamente su padre le había enviado la dirección, cuando estaban de camino.  —Gracias por todo, Jaime, te debo una. No voy a olvidar este favor. —Allegra se quitó el cinturón de seguridad, quería bajarse y correr hacia sus padres y hermana.  —Puedo quedarme —se ofreció amablemente su amigo, pero ella negó con un movimiento de cabeza.  —Te lo agradezco, Jaime, pero no es necesario. No sé cuánto tiempo estaré aquí y me temo que no volveré a Quetzaltenango en un largo tiempo. Te llamaré —prometió, pero tenía el presentimiento que esa era una despedida entre ellos. Habían sido amigos desde hacía cinco años, desde que había dejado la ciudad de Guatemala para vivir en la provincia, lejos de la sociedad y de su familia.  —Estaré esperando por ti, Allegra, y si un día necesitas de un amigo, no dudes en llamarme. —Allegra sonrió y bajó del auto, caminó a paso lento, temiendo con lo que podía encontrarse. Pidió información en Secretaría y caminó a la sala de espera donde sus padres se encontraban.  —Mamá, papá. —Se acercó tratando de no elevar la voz, al ver los rótulos de silencio colocados en la sala.  —¡Gracias al cielo que has llegado! —Allegra abrazó a su madre, mientras gruesas lágrimas mojaban sus mejillas. Consuelo tenía el corazón destrozado por lo ocurrido con Alessia, pero tener a Allegra la hacía sentir mejor. —Allegra. —Su padre fue seco al hablar. Desde el día que se había rebelado contra su voluntad, la relación entre ellos había cambiado drásticamente.  —¿Cómo está Alessia? —preguntó Allegra, la preocupación la embargó. El sentimiento de tristeza no abandonó su cuerpo.  —En la sala de operación, está siendo sometida a una cirugía. —Su padre estaba serio, pero el temblor de su mano delataba su estado. Allegra sabía que podía ser despreciada por su padre, mas decidió correr el riesgo. Caminó hacia él y lo abrazó para darle consuelo.  —Todo saldrá bien, papá, solo tengamos fe. —Lucio sonrió, había extrañado tanto a Allegra, pero su vena rebelde era el motivo de su distanciamiento, y aquella necedad de ser veterinaria.  —Esperemos que así sea.  Se sentaron de nuevo a la espera de noticias. Los minutos y las horas fueron pasando y los médicos no salían a darles ninguna noticia que pudiera traerles consuelo y esperanzas.  —¡Dios, qué le diremos a Lucca cuando llame! —Allegra vio a su madre ponerse de pie, caminar de un lado a otro con la mano sobre el pecho, afligida.  —No lo sé, Lucca está fuera del país, es mejor esperar, no podemos traerlo de regreso sin tener noticias de nuestra hija. —Lucio abrazó a su esposa mientras el reloj seguía marcando los minutos.  Allegra no conocía a Lucca, únicamente sabía que era el hombre con quien su hermana se casaría pronto. Ella no había querido hablar del tema y Allegra no quiso insistir. No podía imaginar cómo él podía tomarse la noticia, sobre todo si estaba enamorado, el dolor de esa tragedia haría pedazos su corazón.  Las horas siguieron pasando y la desesperación crecía en ellos. Allegra se forzó a mantenerse firme. Debía ser fuerte por sus padres, por Alessia y por ella misma.  —¿Qué fue lo que ocurrió? —preguntó cerca de las tres de la madrugada. Sus piernas estaban entumecidas por el tiempo que llevaba sentada y por el frío que hacía.  —No lo sabemos con exactitud, al parecer Alessia perdió el control en una curva y cayó al barranco en jurisdicción de San Pedro Necta. Los socorristas la trasladaron al hospital más cercano para lograr estabilizarla, y luego la trasladaron en helicóptero a esta clínica debido a la gravedad de sus heridas.  Allegra se preguntó qué era lo que su hermana hacía en Huehuetenango, hasta donde sabía no había sucursales de su familia por esa zona del país. Sin embargo se abstuvo de hacer preguntas. No quería molestar a su padre.   ***   —¿Qué sucede? —La morena se sentó frente a su hermano, le había visto marcar insistentemente el teléfono.  —Alessia no responde su móvil. —La morena lo miró divertida. Nunca había visto a su hermano tan enamorado y aunque Alessia no era de su agrado, bastaba con ver a su hermano feliz para aceptarla.  —Querido, son las cuatro de la madrugada, ¿realmente crees que va a despertarse para atender tu llamada? —Lucca se había olvidado de la diferencia de horarios. Era mediodía en Italia, mientras en Guatemala apenas amanecía.  —Tienes razón, es solo que me siento ansioso. No pude comunicarme con ella el día de ayer, por la cantidad de reuniones que debí atender.  —Volveremos en una semana, no te angusties, hermano. Tu boda está a la vuelta de la esquina y pronto te acompañará a todos lados. —Lucca sonrió ante las palabras de su hermana. En dos semanas uniría su vida a Alessia para siempre y estaba deseando que los días pasaran de prisa. Nunca había estado tan enamorado como lo estaba de ella.  —Tienes razón, intentaré llamar más tarde, ahora debo dejarla descansar. —Guardó su móvil y salió de su casa en Palermo, aún debía ir a reuniones en Roma y luego volvería a Guatemala a casarse con Alessia.   *****   —¿Qué ha dicho usted? —Su madre cayó sentada sobre la silla en la sala de espera, eran las seis de la mañana y habían estado ahí sin noticias hasta ese preciso momento.  —Lo lamento, señor Ferrer, su hija ha entrado en coma pese a todos nuestros intentos. —Allegra sostuvo a su madre, su corazón estaba sangrando de dolor ante las palabras del doctor encargado de la cirugía de Alessia.  —¿Hay alguna esperanza? —El médico guardó silencio por un largo momento.  —Todo depende de ella, sufrió golpes severos en la cabeza y en diferentes partes del cuerpo, solo un milagro puede hacer que ella despierte. Sin embargo, la fe es lo último que debemos perder. —Allegra contuvo las lágrimas a fuerza de voluntad.  —Gracias, doctor. —Él se retiró dejando a la familia desolada ante el dolor de saber que Alessia posiblemente no volvería a abrir los ojos.

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