RASHID Estoy encima de ella. Encima de su fisonomía como si de un animal salvaje, atacando a su presa me tratara. Intento por todos los medios quitarle el puto revólver y es entonces que el estallido me atonta. Me deja en absoluto estado de shock y a Nicci; a mi preciosa gitana, la paraliza. Con una lentitud desesperante y todo mi cuerpo estremeciéndose, empiezo a alejarme, al menos unos pocos centímetros. Me cuesta enormidades respirar y los latidos cada vez más acelerados y, desenfrenados me abruman. —¿Nicci? —la llamo en un acto reflejo propio de una mente embotada. Pensando que quizá lo que veo es producto de mi imaginación; que en realidad la mujer que amo simplemente me ignorará, o me mandará a la mierda como sabe hacerlo—. Nicci, cielo, contéstame... —pido con la voz quebra

