—Pensándolo mejor, no habría historia para contar, ¿no te parece? —susurro, al tiempo que un cosquilleo recorre mi espina dorsal. Un estremecedor choque eléctrico que viaja por todas mis terminaciones nerviosas. —Eso significaría que... Una novela diferente, puede estar empezando ahora mismo —provoca, tocando con su nariz mi mentón—. No seas mala —ronronea posando las manos en mis muslos—, no me des falsas esperanzas, Nicci. Relamo los labios e intento controlar los latidos de mi corazón; calmarlos, para que no me delaten delante del magnate. —Yo no quiero dar falsas esperanzas —digo en un hilo de voz—. Tampoco prometer algo que no sé si podré cumplir. No puedo decirte que terminaré enamorándome de ti como una loca, porque no lo sé. No sé qué pasará con mis sentimientos, pero sobre t

