MARKUS
–¿Estas de coña? – pregunte sin creérmelo, Alessia mantenía la mirada fija en mí, bueno ya no podía mentirle–Vale, el de la foto soy yo.
Dije sin más, hace una semana me había liado con una rubia de pechos perfectos y al parecer nos tomaron fotografías y se las enviaron a mi enamorada.
–Al menos serias sincero, te pregunté como veinte veces y lo negabas, ¡eres un imbécil, Markus! – gritó Alessia, al mismo tiempo que me empujaba, y se apresuraba a buscar su sujetador.
–¿No me perdonaras? – pregunté
–¿Qué te perdone? ¡Te acuestas con otra y luego vienes y me dices que me amas, pero al final es una puta mentira! – apreté los labios con fuerza. Bueno, hasta aquí llegó.
Me vestí y cogí las llaves de mi coche, ante la mirada atónita de Alessia empecé a caminar hacia la puerta.
–¿Te vas? Así sin más– me detuve y detecté que estaba llorando, mierda.
–Alessia, ya somos grandecitos para esto, me la pase bien contigo, pero no soy de tener relaciones estables, ya lo deberías saber– dije con la mirada fija en sus ojos azules.
–Eres un maldito egoísta, esperaba que lucharas, para que yo… ¡para que confié en ti!
–Adiós– dije y me dispuse a salir, pero volvió hablar.
–Nadie te querrá, en tu puta vida tendrás a alguien que te quiera, eres el ser más frio y asqueroso que he podido conocer, y te deseo lo peor que pueda existir– dijo con un tono de voz neutral, no dije nada, solo abrí la puerta de su apartamento y me fui. Cuando ya estuve en mi coche pude soltar todo el aire que estaba conteniendo. La verdad era que hace tiempo me sentía asfixiado con esta relación y no veía el momento de cagarla, así que todo esta bien.
Cuando llegue a casa ya iban a dar las doce, y como siempre mi madre estaba sentada esperando.
–¿Cuántas veces tengo…
–Calla– respondió mi madre antes que termine mi pregunta–, ¿Cómo pudiste?
Mierda, ya sabía lo de Alessia.
–Caray, como no pueden darme ni un día para procesarlo– respondí y me quité la chaqueta de cuero y la puse en el perchero. Si hoy duermo aquí es por petición de mi hermana, quien había insistido que despierte aquí para su cumpleaños número diecinueve.
–Esa chica era lo mejor que has tenido, no puedo creer que vayas por ahí rompiendo corazones, como si ese fuera tu trabajo– dijo en tono frio.
–Vasta Mar– dio mi padre con el tabaco en la boca–, ven a mi despacho –dijo mirándome
Sonreí a mi madre y me dirigí hasta mi padre.
–¿Me regañaras? – pregunté nada más entrar.
–Tienes veintiocho, eres responsable de lo que haces, a mí no me importa, al menos que tenga que ver con las empresas– respondió, sonreí. Ese era mi padre, frio como un puto cubo de hielo, cosa que me gustaba ya que no se entrometía en mis decisiones.
–Entonces para que me necesitas, los negocios van viento en popa, al menos que quieras felicitarme por haber terminado con Alessia– dije y me acerqué al pequeño bar y me servía una copa.
–Hoy he firmado una alianza, con la empresa Duncan– sonreí, hace tiempo teníamos en la mira esas empresas.
–¿Piensas dejarlos en la miseria? – pregunté.
–No, nada de eso, los planes han cambiado. Y te informo que te iras a vivir a Boston. Abrirán una nueva sucursal allá y necesito que estés al mando, no confió en la hija de Manuel y mucho menos en el prometido ese– dijo mi padre al mismo tiempo que me quitaba la copa de los dedos.
–No pienso ir– respondí frunciendo el ceño–, tengo suficiente aquí.
–Lo harás Markus, ¿o quieres que Gabi tome el control? – dijo con asco.
–¿Gabi? – pregunté con una sonrisa.
–Se llama Gabriela, es la hija de Manuel. No tenemos por qué temer de ella, pero si debemos tener cuidado con su prometido, se llama Erick y lo estuve investigando– dijo y me entregó unos papeles–, es muy hábil y astuto, no dudaría que nos roben algo nada más iniciar esto.
Deje los papeles sobre su escritorio.
–Vaya mierda de noticia, tengo trabajo hasta la coronilla y me pones más– respondí, mi padre se irguió todo lo que pudo, pero aun así tenía que elevar su mirada, ya que le llevaba por al menos una cabeza.
–Pondré remplazos aquí, céntrate en Boston.
–¿Sabes que nadie es mejor que yo? – pregunté, pero no dijo nada–No me respondas, pero sabes que es así. Salí del despacho dando un portazo y fui hacia mi habitación.
A la mañana siguiente los rayos del sol me dieron en toda la cara.
–¡j***r! ¡Maya! – grité, me puse de pie a regañadientes y cerré las cortinas, una costumbre que tiene mi hermana es entrar en mi habitación y abrir las cortinas.
–Ya es momento de despertar, princesa– escuche como me respondía desde su habitación. Me dirigí hasta el baño y me di una ducha rápida. Hoy maya cumplía diecinueve, y había preparado una fiesta a lo grande, la cual iniciaría en la noche, pero había mucho que hacer.
Salí de mi habitación vestido con ropa deportiva y me choqué con Valeria, nuestra joven empleada.
–Ten cuidado, puedes terminar follada en mi habitación– le solté, con ella había tenido más de una noche descontrolada en mi habitación, pero es que, hacia unas mamadas espectaculares, dios.
–Nos pueden escuchar Markus– susurro y me dio un beso en los labios, me giré y fruncí el ceño.
–No te confundas, tú me besas cuando yo te lo pida, no cuando te dé la gana– dije muy serio. En ese momento apareció mi hermana.
–¡Valeria! Que bueno que te encuentro, ¿mi vestido está listo para la noche? – preguntó acercándose hasta donde estábamos.
–Eh, sí, ya está listo señorita– contesto Valeria nerviosa, la esquive y baje a desayunar, digamos que liarme con ella no fue buena idea, pero igual me gustaba.
–Buenos días– dije y me senté, Karla se acercó con mi comida.
–Mi niño, cuanto has crecido– dijo mientras me daba un beso en la frente, Karla era nuestra cocinera, pero le tenía mucho aprecio.
–¿Ya lo pensaste mejor? – preguntó mi padre, lo miré y puse los ojos en blanco.
–Sí papá, iré– respondí.
–Esperemos que no se lie con la hija de Duncan– dijo mi madre mientras daba un sorbo a su café, la mire y se encogió de hombros–, ¿Qué? Es lo común en ti.
No respondí nada y solo me dediqué a desayunar. Pero la tensión entre mi madre y yo se sentía muy fuerte. Cuando terminé de desayunar y me dispuse a ir a buscar a Valeria para quitar toda la rabia, mi madre habló.
–En el jardín te están esperando– dijo, la miré frunciendo el ceño.
–¿Quién? – inquirí.
–Pues ve a verlo por ti mismo– dijo lanzándome una mirada furiosa. Hice lo que me pidió y salí hacia el jardín, y como no, Alessia.
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Me plantee la idea de darme vuelta y entrar en casa, pero eso sería ser demasiado gilipollas, así que me acerque hasta donde estaba, rodeé la gran piscina y se senté a su lado.
–Hola– dijo al verme, no respondí. –, disculpa si molesto…
–¿Qué es lo que quieres? – pregunté, ella se quedó en silencio, pero luego cogió mi mano y la llevo hacia su pecho, besó el tatuaje de fénix que tenía en mi mano. Y luego se la puso en dirección de su corazón.
–No dejará de latir, porque te ama, tu madre me contó como llegaste anoche, tan destrozado por lo que nos pasó, y estoy dispuesta a olvidar todo, por nosotros– me quedé de pierda al escuchar cada palabra que salía de su boca, ¡¿mi madre había dicho qué?!
–Oye– dije y me zafé de su agarre–, yo nunca me puse mal, y no sé qué mierdas te metió mi madre a la cabeza, pero…
–Pero lo intentará, intentará recuperar tu confianza Alessia– contestó mi madre, j***r. Me gire y la censure con la mirada.
–Lo haré, confiare en él, porque lo amo– respondió ridículamente ella, puse los ojos en blanco, no podía creer que en estos tiempos todavía una madre se entrometa en los asuntos de su hijo.
–Lo sé querida, eres perfecta para él, los dejo, saldremos hacer unas comprar para Maya, tienen la casa completamente sola– anunció mi madre mientras me daba un apretón en el hombro y se despedía de Alessia.
–Tu madre es tan hermosa– comentó, la miré y negué con la cabeza–, ¿qué pasa?
Puse los ojos en blanco y empecé a caminar hacia la casa, si si, la dejé allí sola, ¿pero que querían que haga? Yo no la quería.
–Ven aquí– dije a Valeria cuando me la crucé, subí a mi habitación lo más rápido posible, la senté en el borde de mi cama, al segundo le metí mi polla a su boca, esta empezó a chupar, dios…, esta mujer me iba a volver loco. Cogí su cabello entre mis manos mientras entraba y salía de su boca, vi sus ojos tornarse rojos y hasta salieron algunas lágrimas.
–No pares– susurro, me puso los pelos de punta y subí la fuerza de mis embestidas, hasta que llegué, ¡madre mía! Se merecía una follada ahora mismo, pero tenía otras cosas que hacer.
–Límpiate las lágrimas– dije y salí de mi habitación.
Inmediatamente bajé hasta el salón, y para sorpresa mía seguía aquí.
–Markus– dijo y se puso de pie–, lamento haberte incomodado, te daré tu espacio si eso es lo que quieres.
–Descuida, mejor busca apartamentos en Boston, nos vamos a vivir allá– anuncié, le brillaron los ojos y tuvo la intención de acercarse, pero se detuvo. Así que abrí los brazos y vino hacia mí.
–Te quiero Markus– dijo pegada a mi pecho, lástima que sus palabras no causaban nada en mí.
Cuando ya llegó la noche toda la casa estaba completamente llena de gente, y de la decoración ni hablar. Como todo me valía una mierda, me encontraba sentado en el bar, tomando mi cuarta copa. Alessia estaba pegada al brazo de mi madre, tampoco es que quiera tenerla cerca, pero a quien sí quiero cerca es a Valeria, quien muy sonriente estaba de aquí por allá sirviendo licor.
–¿A quién miras? – preguntó una voz a mi espalda, me gire y era Maya.
–No creo que te gusté– respondí, sonrió y se sentó frente a mí.
–Deberías disimular que te follas a nuestra sirvienta, si mi madre se entera no te querrá por aquí– sonreí con la copa en mis labios.
–¿Tan obvio es?
–Markus, mi habitación está cerca a la tuya, y los gritos que pega Valeria no son disimulados, agradece que la habitación de nuestros padres está lejos.
–Es una pena, cuanto quisiera que escuchen.
–Eres terrible, pero lo que más me causa gracia es que, ¡hayas vuelto con Alessi! Pensé que no la querías– dijo soltando una carcajada.
–Cállate– dije con molestia.
–Si no la quieres deberías dejarla, no dejarte manipular por mi madre, tienes veintiocho, Markus.
–Folla bien– respondí. Maya puso los ojos en blanco.
–Los hombres solo se fijan es eso, ¿verdad? – preguntó seria.
–Claro que no, también en si tienen las tetas buenas.
–Eres un imbécil– respondió con intención de levantarse.
–¡Oh vamos! También nos fijamos si tienen buenos sentimientos, ¿contenta?
–A veces pienso que no has nacido para amar, ¿y sabes algo? Qué bonito que es amar, lástima que no conozcas ese sentimiento– me llevé la mano al cabello y solté un bufido, vaya noche y eso que recién está iniciando la fiesta.
Una hora después ya me había artado de toda la mierda de fiesta, así que me retire del lugar y fui hacia mi habitación, una vez allí me tire a la cama.
–¿Markus? – escuché una voz fuera de mi habitación, abrí los ojos lentamente. Mierda el cuello me dolía horrores. La puerta de mi habitación se abre y allí parada estaba Alessia.
–¿Pasa algo? – pregunté a la vez que me levantaba y me dirigía la baño, me lave la cara y me quite la corbata.
–Eso te pregunto yo, te escapaste de allí abajo, y te encuentro aquí dormido, ¿te pasa algo? – salí del baño y la observé un minuto. Llevaba puesto un vestido color crema, con apenas unas tiritas que tapaban sus pechos, tenía una abertura en la pierna que le llegaba hasta su cadera izquierda. Sus ojos color cielo brillaban con ese maquillaje que tenía puesta.
–Estoy cansado, digamos que no tengo fuerzas para soportar la noche– observé como lentamente se sentaba en el borde de un sillón y se movía lentamente.
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–¿Muy cansado? – preguntó llevándose las manos a las caderas. j***r, no tenia ganas ni de eso, así que le respondí lo más frio posible.
–Demasiado, pero tú puedes seguir moviéndote, si eso te gusta– dije cerca de su rostro, me giré y salí en dirección de la fiesta.
–¡Markus! – escuché que pegó un grito, sonreí y continúe caminando.
–¿Nos follas a las dos el mismo día? – preguntó una voz, me gire en dirección de la cocina y allí estaba Valeria. A las dos, ummm, tentador.
–Lo que hicimos fue una simple mamada, no te pongas a su nivel– respondí y en ese momento Alessia estaba bajando las escaleras.
–Tenemos que hablar– dijo nada más llegar hasta donde estaba, puse los ojos en blanco, sino lo hacíamos ahora no me iba a dejar en paz.
–Vamos– dije y le cogí la mano, empecé a subir las escaleras completamente rápido–, ¿quieres que te folle? Bien.
La cargue y la deposite en la cama, le arranque el vestido de un solo tirón, y tuve su perfecto cuerpo ante mis ojos, ella sonreía con lujuria por como estábamos.
–Abre la boca– le dije cuando mi polla estaba a centímetros de su boca, hizo lo que le pedí y empezó a chupar. Y aunque no es correcto, empecé a comparar las mamadas que me da mi sirvienta y las que en estos momentos me daba mi enamorada, y vaya diferencia.
–Ponte en cuatro– le dije y sin aviso la metí hasta el fondo, tanto que soltó un grito ahogado, le cogí ambos brazos y le puse en su espalda, completamente quieta, me moví lo más fuerte que pude, mientras ella soltaba todo tipo de sonidos.
–Así…Markus…– decía cuando entraba y salía de ella, para ambos no era nuevo hacerlo así, en más de una ocasión lo hacíamos rápido y duro, como a ambos nos gustaba, ella llegó antes y a la vez gritaba mi nombre, unos segundos después llegué, le mordí un hombro mientras tratábamos de calmarnos. Vaya noche, al menos esto fue lo mejor.