CAPÍTULO 1

1742 Words
GABRIELA –¡Lo logramos! – grité al entrar en la sala de juntas. Todos sonrieron y se dieron un abrazo, Erick se acercó hasta donde estaba y me dio un beso. Hace unos minutos habíamos cerrado una alianza con un magnate, logrando así ampliar nuestras fronteras. Las empresas Duncan pondrían una nueva sucursal en Boston a cuatro horas de New York. –Eres impresionante– susurro mi hermoso novio, lo miré y le di un guiño. –Sam, llama a mi padre, y dale la buena noticia– dije y tomé de la mano a Erick, nos fuimos hasta su despacho. Tanta euforia necesitaba salir de mi cuerpo. Pasé mis piernas por su cadera y empezamos a besarnos, me quité a toda prisa la blusa de vestir, al igual que lo hacía con él, me depositó encima de su escritorio. Le desabroche el pantalón. –Amo cuando eres así, j***r– articuló, a la vez que se agachaba hasta el centro de mi cuerpo, puse mis manos en su cabello mientras cerraba los ojos con fuerza. Este hombre me va a volver loca–. Date vuelta. Hice lo que me pedía y me recosté sobre su escritorio y poco a poco sentí su m*****o entrar, hasta llenarme completamente. Puse los ojos en blanco mientras me mordía el labio inferior disfrutando cada vez que entraba y salía de mí. –Te follaría todo el día, eres tan perfecta– decía Erick mientras besaba uno de mis hombros, me tenía bien sujeta a su mesa. Pensar en siquiera que a unos cuantos metros están todos los empleados y uno de ellos podría venir, me ponía demasiado, pero estar así con Erick era lo más placentero. Sus embestidas son cada vez más fuertes, se aferra a mi cabello y mis piernas empiezan a estar débiles, siento como él también está a punto de llegar. Entra y sale unas cuantas veces más y llegamos. Trato de respirar más despacio y sonrió, él sale de mí y me ayuda a levantarme. –Te quiero– susurra y nos vestimos rápidamente, me acomodo el cabello y voy hacia el baño que está en el despacho. Mis mejillas están con un tono rojo por la calentura. Al salir veo a Erick apoyado en su mesa sonriente, y justo en ese momento llaman a la puerta. –Pase–anuncia mi novio y Sam entra. –Señores, el señor Manuel Duncan está de camino aquí, quiere celebrar– dice con una sonrisa. –Prepara el champán, Sam– ordeno, y este sale de la oficina–. Nosotros ya celebramos por adelantado– dijo mientras lo tomo por la corbata y beso su cuello. –Si este escritorio hablara– responde con una sonrisa, desde que habíamos empezado a trabajar juntos su escritorio se había convertido en nuestro cómplice al momento de follar. Unos minutos después mi padre y mi madre entraron en las instalaciones. –Gabriela y Erick, un momento por favor– anunció mi padre después de unos minutos en los cuales hablamos emocionados por lo que pasó. –¿Pasa algo? – preguntó Erick cuando entramos en su oficina, mi padre ocupó el asiento donde se sienta mi novio y nosotros en donde estaban al otro lado del escritorio. –Descuida, todo esta de maravilla, nuestro socio Mateo Dorrance propuso quién será el nuevo gerente en Boston– lo miré frunciendo el ceño, si habríamos una sucursal la que tomaría el mando iba a ser yo, no un desconocido. –¿De quién se trata? – preguntó Erick con el mismo desacuerdo que yo. –Su hijo, Markus Dorrance– respondió mi padre serio. –No aceptaremos a un chiquillo por gerente– respondí con molestia. –No es un chiquillo, tiene veintiocho años y dirige todas las empresas de su padre, por lo que tiene un buen currículum que lo respalda. –Me importa una mierda– respondí, Erick me dio un apretón en la rodilla–, disculpa. Mi padre sonrió. –Trataremos que unirlo a la empresa, pero uno de los dos se encargará de llevarlo al borde y que así llegue a dejar el puesto– no lo dude dos veces. –Seré yo– dije  –Gabriela– me llamó Erick, lo miré y me encogí de hombros. –Iré a Boston, lo vigilare, juro que lo hartaré hasta que renuncie, ningún imbécil vendrá y me quitara mi puesto. –No puedes irte, yo te necesito aquí– inquirió Erick, y mi padre asintió. –Tiene razón, el indicado sería el, hombre contra hombre– propuso mi padre, pero yo negué con la cabeza. –No me convencerán, iré yo. Cariño tú estarás bien aquí– dije mirando a Erick–, y tu papá confía en mí, juro que se irá en un abrir y cerrar de ojos. Ambos me miraron pensativos, pero al final aceptaron. Dentro de unas semanas será la inauguración, conoceré a Markus Dorrance. > pensé. Una vez en el apartamento que mi padre nos había regalado, Erick estaba de un humor de perros. Mantuve la mirada fija en la puerta del baño, esperando que salga. > Cuando salió y lo vi envuelto en toalla una calentura volvió y recordé lo que habíamos hecho en la oficina. >. Necesitamos hablar y yo pensando y deseando que me vuelva a follar. –¿Ya es suficiente no crees? – pregunté a la vez que me acercaba al armario. –¿Suficiente? – inquirió frunciendo el ceño. –Desde que mi padre nos dio aquella noticia estas indiferente conmigo, y es muy inmaduro de tu parte– respondí y empecé a desvestirme frente a él, me dedicó una mirada fugaz. –¡Perdón por no estar de acuerdo en que mi prometida se vaya a Boston y pase las veinticuatro horas vigilando y acosando a un imbécil! – dijo levantando la voz. Le mantuve la mirada y deje caer la falda, sus ojos brillaron de deseo, pero primero lo haría sufrir. –Vaya mierda de prometido que tengo, ¿acaso no confías en mí? – pregunté mientras llevaba mis manos hacia el broche de mi brasier. –Se a dónde vas, y por más que quisiera follarte hasta el amanecer no pienso caer, conozco esos trucos– dijo y salió de la habitación. Puse los ojos en blanco, entonces se me ocurrió algo. Corrí hacia el baño a darme una ducha rápida, una vez fuera me puse un conjunto sexi, sonreí para mis adentros. > pensé, me maquillé y me puse mis tacones, una vez lista salí hacia la sala. Estaba sentado revisando su portátil, me senté frente a él cruzando las piernas. –Tenemos que hablar– dije haciéndome la inocente, sus ojos se abrieron por la sorpresa, pero me mantuve seria. –Joder– susurro, quise soltar carcajadas, pero no, ¡que sufra! –Hablemos Erick, ¿confías en mí? – pregunte, pero al minuto ya me tenía entre sus brazos y me llevaba hasta la habitación. Bueno, al menos intente hablar, si él quiere follar, pues yo también. –Te gusta provocarme, ¿eh? – preguntó– Te gusta verme perder la compostura, te gusta sentirla dura. Puse los ojos en blanco cuando paso acariciarme  –Por favor…no pares– se puso sobre mí y sentí su m*****o por encima de mi vientre. –Joder, que deliciosa que eres– susurraba, mientras besaba con delicadeza mis pechos, negué con la cabeza. Lo necesito dentro, no dando cariñitos. –Follame de una puta vez– dije aferrándome a sus brazos, sonrió, pero hizo lo que le pedí. Em menos de un segundo lo tuvo entrando y saliendo–, mmm…– fue lo único que podía soltar mientras me derretía. Levantó una de mis piernas y las apoyó a su cintura para así sentirlo más, era grandioso sentir todo su cuerpo musculado y saber que encaja perfectamente con el mío. Siento como tiembla dentro de mí, y gimo su nombre con mucha delicia. Aunque él llegó primero no dejó de moverse para que yo quede completamente agotada y contenta. Se tumbó sobre mí y estuvimos en silencio durante unos segundos. –Pensé que no caerías– dije con una sonrisa, y como respuesta entro un poco más, solté un quejido. –No podía resistirme a tanto– respondió saliendo de mí y recostándose a mi lado. –¿Ya podemos hablar? – pregunté ahora completamente seria, se pasó la mano por la cara y frunció el ceño.  –No estoy de acuerdo y ni estaré, fin de la conversación– dijo poniéndose de pie y dirigiéndose al baño, me llevé una mano a la frente y gruñí. –¡Oh, vamos! No puedes decir solo eso y ya, somos personas maduras y la actitud que estás tomando– dije riendo–, es completamente aniñada. –¿Quieres ir y dejarme? – preguntó aun desde el baño. –No te quiero dejar, pero es necesario, prometo que me mantendré a raya, pero de que se va, se va. –Gabriela, ¿eres consciente de lo hermosa que eres? Y que, en lugar de hartar a alguien, ¿Lo puedes atraer? – preguntó, guarde silencio un minuto. –Eso lo dices porque te gusto– respondí. –No me parece la idea, creo que mejor voy yo– propuso, negué con la cabeza y él apareció de nuevo en la habitación. –¿Es eso o extrañaras follarme cada que quieras? – pregunte coquetamente. –También, pero enserio, no quiero que vayas– me puse de pie y fui hasta donde estaba. –No seas inseguro, llevamos dos años como pareja y dentro de nada nos casaremos, prometo mandarlo a la mierda, y podremos casarnos con toda la felicidad del mundo– dije esperanzada. –Hace lo que quieras– respondió y se dirigió hasta la cama, lo miré, esperando que me diga algo más, pero no fue así, se durmió sin más. Solté un bufido, las cosas iban a estar un poco difíciles con Erick, pero lo quería, claro que sí. Me acerqué hasta su sitio y le di un beso en la mejilla, me dirigí hasta mi lugar de la cama y me recosté. Mañana acordaría todo para irme a Boston   y supervisar a Markus, de pensar en él me ponía de malas, pero ahora a descansar.    
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD