Prólogo

522 Words
—¿Mamá? —Me congelo por un instante al notar que no poseo dolor de cabeza. ¿Qué sucede?... me siento extraño. Una mezcla entre relajado, despejado, desubicado con una pizca de nostalgia. Una fragancia llega a mis fosas nasales; es el perfume de mi mamá (debió haber pasado por mi habitación a darme las buenas noches). Noto que estoy solo en la habitación. Las suaves sabanas de seda están enredadas alrededor de mi cuerpo. No comprendo esta nueva sensación. Me había acostumbrado al intenso dolor de cabeza, a los ligeros y escabrosos vértigos. Flaqueo un momento. Trato de recordar que debió sucederme en las últimas horas para encontrarme en esta situación. Desde hace seis meses mi rutina se ha convertido en la apariencia de sentirme bien cuando realmente no lo es. He creado una tensa cúpula a mí alrededor para proteger la poca integridad que me forma. Los jóvenes abusadores de mi edad se han creído que por dominar a algún individuo son los dueños del mundo. Desde luego, ese jueguito de «atrapa y golpea» por el que he sido víctima durante siete años acabo cuando por accidente uno de ellos impacto mi cabeza en la orilla de una mesa de madera (el mismo tiempo en el que dejaron de molestarme); exactamente el mismo tiempo en el que he callado el dolor intenso que he sentido en mi cráneo. El dolor es como si un martillo impactara en este. Efectivamente el silencio se volvió parte de mi rutina y no hablo de no hablar delante de la gente sino de callar el frecuente dolor de cabeza y de los desvanecimientos fastidiosos. Dejo de lado mis pensamientos y me levanto de la cama. Camino con cuidado de no tropezar; la tupida oscuridad se cuela por los grandes ventanales desnudos (por lo que casi no observo si hay algo en suelo que me haga golpear o caer). Cuando llego a la puerta la abro., saliendo por está me encuentro con el largo pasillo que también contiene cinco puertas más incluyendo la mía. Camino por el pasillo hasta llegar a mi destino que es la primera puerta. Mi habitación pertenece de última de las cinco, la escogí por el simple hecho de que tiene unos ventanales gigantescos obsequiándome una vista de ensueño hacia el patio trasero de la mansión que contiene todo tipo de vegetación. Tomo el pomo en mis manos y jalo entrando por ella. Trato de visualizar en la cama a mis padres, pero no están. Salgo de ella, cerrando la puerta a mis espaldas. Bajo las escaleras en forma de caracol, entrando al vestíbulo. Meneo la cabeza de un lado a otro para despejar mi mente antes de entrar nuevamente a mis dolorosos pensamientos. Encuentro a mi madre que está diagonal a uno de los miradores vista a las afuera del jardín. Puedo notar su ansiedad. Gira a verme debido a la intensa mirada que le estuve proveyendo; tengo mis brazos alrededor de mi abdomen hace bastante frío. Invierto la mirada y noto extendidos algunos pliegos que logro distinguir una de las hojas el nombre de la clínica, en la cual nos realizamos nuestros estudios anuales. Oh no... ¿Qué está mal?  
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