Capítulo 1

1698 Words
Llego de mi colegio de una larga jornada de estudio. El high school queda a unos cuarenta y siete minutos, sería menos si no fuera por el pesado y estresante tráfico matutino al que debo enfrentar con mi chofer y mis dos guardaespaldas. Mi día se basa en evadir los paparazzi que tratan de sacar noticias falsas sobre mi rutina. Es la décima vez que cambio de colegio y, no entiendo cómo es que logran descubrir donde me encuentro. Luego, todo esto sucede porque mi familia son unas de las más capitalistas en todo el mundo, poseen grandes empresas que están catalogadas por ser unas de las más privilegiadas del mundo. Contando con una fortuna de siete mil billones de dólares anuales. Los atentados contra nuestra familia, son muy escasos por el hecho de tener un gran número de seguridad mucho más grande que del presidente. Papá es socio, dueño y anónimo de trescientas empresas de las que dirige junto a mi madre. Yo, me dedico a leer libros y a estudiar. Soy un pobre mantenido que depende de una mesada semanal. Estoy reuniéndola para la universidad. Lo hago con el hecho de no depender de mis padres más adelante, quiero ser independiente, tal cual como lo fue mi abuelo paterno. Crear mi propio legado sin la ayuda de nadie. Quiero experimentar el sacrificio, la sensación de no poder y que después me pueda levantar con la cabeza bien alta y exclamar que si pude. Pero para eso me falta mucho tiempo. Por los momentos comienzo de poco a poco. Sin afán. Podría clasificarme como una persona de carácter pasivo. Me gusta la tranquilidad, el silencio, la serenidad y todo lo que tenga que ver con ello. Evado en gran parte las reuniones formales que crea mi familia, mostrándose a la prensa, prefiero quedarme en casa a leer un buen libro, desde luego, les recuerdo que soy un pobre mantenido, menor de edad que debe acatar preceptos de mis padres y, los míos se muestran como los más estresantes que pudiera tener. Soy el que salió físicamente igual a mi madre, tengo el cabello castaño con algunos más claros haciéndolos parecer rubios, piel blanca un tanto pálida, mejillas abultadas que obtienen un noventa por ciento de rubor, mi cuerpo no es comparado a otros chicos de mi colegio ya que soy de contextura gruesa; mis ojos de un cobrizo suave, cejas finas, pestañas largas y tupidas, minúsculas pecas alrededor de mis pómulos y por ultimo mis labios en forma de corazón de tono sandia. Sí, tengo descendencia latina. Es por parte de mi madre. El otro cincuenta por ciento es por mi padre que es norteamericano. Comenzando hablar de mi familia. Mis padres no son los típicos empresarios multimillonarios que olvidan a sus hijos prefiriendo el trabajo que pasar un domingo haciendo actividades extracurriculares o una deliciosa barbacoa. Al contrario, prefieren mil veces estar con nosotros que con sus socios en extensas reuniones. Mi padre siempre citaba algo que la gente le fascinaba «...contrato gente competente para no estar en mi oficina los veinticuatro siete.» por lo que disfrutamos de largos ratos de charla, de compañía y de viajes por el mundo, siempre siendo una familia. Casi tanto tiempo que detesto cuando llega el verano. Este año debe escoger mi hermana, ya que el año pasado decidí que deberíamos viajar a Egipto, mientras que a mi hermana no decida ir a la India de nuevo todo bien (mi experiencia no fue muy buena cuando estuvimos allá). Mi abuela paterna Clarisa y mi hermana siempre han sido mis confidentes. No es que no le tenga confianza en mis padres, sucede que tengo más comunicación con ellas que cualquier tipo de personas, además mis padres no tomaron bien mi orientación s****l. Asimismo temo de observar las reacciones de ellos cuando se enteren de tantas cosas que les he ocultado. Mi madre Lizeth, es una despampanante mujer colombiana, que a pesar de su posición social, siempre ayuda a las personas que de verdad lo necesitan; mi padre Donald es un norteamericano de sangre, nacido en las fronteras machistas de Texas con México, mudándose en su adolescencia a unos cientos de kilómetros a Dallas, el abuelo difunto Jacob, decía que él no era para estar en caballerizas. Logrando años después constituir su compañía volviéndolo más millonario de lo que era y lo que jamás pensó ser. Al morir el abuelo, papá de vicepresidente ascendió a presidente de las empresas, mi mamá se ubicó en el puesto de vicepresidencia. Ambos lograron hacer su trabajo un éxito total. Mi hermana quiere hacerse a cargo de las empresas cuando papá solicite su jubilación. En mi caso prefiero ser escritor. Mi pensar es estudiar literatura inglesa. La literatura me ha ayuda a despejarme y sumergirme de los problemas y el maltrato que recibo gracias a mi posición social. Los jóvenes hacen un sinfín de cosas para demostrar quién manda en el colegio dejándome como una inmundicia estropeada. Me apunté en clases de piano. Mi abuelo me enseñaba en sus ratos libres cuando estuvo vivo, es un legado que adoro seguir. Otra cosa que detesto de esta asquerosa sociedad son los periodistas sin oficio, siempre impórtales lo que hago. Están detrás de cada uno de mis pasos, han hablado, inventado e incluso acusado de variedades de sucesos que me tienen exhaustos. Les falta decir cuántas veces asisto al baño. Ellos mismos se encargaron de divulgar sobre mi orientación s****l por lo que tome la decisión de decirles a mis padres antes que se enteraran por boca de otros, fue una foto que capturaron cuando me estaba besando con un chico de último año de la preparatoria, su nombre es Thomas Hamilton, fuimos novios a escondidas, todo en secreto, pero parece que todo fue en vano. Recuerdo el día que decidí decirle a mis padres sobre mi homosexualidad me sentía demasiado ansioso y no debía estarlo aunque es un comportamiento que me enfrentaba en mí día a día. Mis palabras fueron titubeantes, recuerdos sus reacciones, mis madre lloro tanto, mi padre me observaba sin expresión hasta soltarme una bofetada. Recuerdo el escozor de la sangre de mis labios rotos, luego su dura mirada. Y sus crueles palabras «...no crie a un marica, sino a un varón», ese fue uno de los hechos más deprimentes de mi vida. Desde luego, no soy fan de las «relaciones sentimentales» la única que forma en la que soy fan es en mis libros. La realidad de las relaciones sentimentales es muy escasa en la vida real. He visto muchas veces como matrimonios se destruyen a base del apetito libidinoso. Es insólito como la sociedad crea sosiego en esos casos. Como todo fenece bajo una infidelidad o a base de un argentado. Uno de mis miedos es conocer a alguien y depende esa persona. Mis padres tal vez no sean los protagonistas de mis libros pero han sabido demostrarse su amor, a su manera. Entro a mí hogar titubeante. Vivimos en una de las tantas mansiones que tenemos a las colinas de Dallas-Arlington (Texas) y, no cabe en mi cabeza porque vivimos en algo tan grande. Solo somos nosotros cuatro y la abuela, claro sacando a los siete jardineros, doce domésticas, cuatros reparadores de electricidad y los cuatro choferes que tenemos asignados junto a los demás guardaespaldas. Yo podría ayudar en los deberes de la casa si viviéramos en una casa modesta. Pero claro mi abuelo interfirió en eso cuando dejo su testamento. Un ochenta por ciento de sus bienes de la fortuna lo dejo únicamente a mí, no fue una sorpresa. Desde luego debo tener veintiún años para poder recibir todo, de momento me quedo reuniendo de la mesada que no uso. Mi familia tomo bien la noticia del testamento, al fin y al cabo mis padres han podido crear sus propios imperios, su propio dinero, todo gracias a su arduo trabajo, sin embargo, para la otra parte de mi familia, que está al tanto de todo esto no les pareció. Ubico mi mochila negra con franjas blancas en el sofá en forma de ele de un rojo fosco, bastante atractivo. Ingreso a la cocina encontrando a una chica baja de unos veinte y tantos años, arreglando los platos para el almuerzo. Observo a mi madre que está sentada, en el sillón del frente. Anoche me arrastro de vuelta a la habitación luego de descubrir los pliegos con el nombre la clínica, no pude averiguar su contenido pero eso la tenía muy mal, escuche sus sollozos, seguro pensaba que estaba durmiendo. No sé si debería preguntarle qué está pasando, esta tensa. Le doy un beso en la cabeza, la veo cerrar sus ojos fuertemente. Me encamino a la cocina, tengo sed, mucha, busco un vaso en el cajón, lo agarro y camino en dirección a la nevera, sacando una jarra de agua, empiezo a llenar el vaso con el líquido transparente, lo bebo enseguida. Salgo de la cocina para dirigirme a mi cuarto, cuando voy caminando por las escaleras en forma de caracol caoba, empiezo a ver borroso, es la décima quinta vez que me sucede lo mismo hoy. —¡Ah! —Jadeo fuerte, llamando la atención de mi mamá que viene rápidamente. —¿Qué sucede cariño? —Su voz suena preocupada y nerviosa. Intento parpadear pero resbalo y caigo golpeando mi cabeza con el escalón que me faltaba por llegar al final de ella. Antes de caer inconsciente, escucho el grito de mi madre, hasta cerrar mis ojos y caer a un poso tan oscuro que no lograría ver nada con una linterna. *** Despierto desorientado, visualizo a mis padres que están sentados viéndome preocupados. Volteo observando que estoy en una habitación de hospital, el olor a estéril me da ciertas arcadas. Toco mi cabeza y tengo una gaza alrededor de ella. —¿Cómo te sientes? —Pregunta cauteloso mi padre, que al igual que mi madre se notan que están preocupados. —Más o menos, me duele la cabeza —gimo de dolor. De reojo puedo ver que mis padres aún tienen esa mirada, de «todo va mal» y no entiendo porque. Mi hermana observa un lugar, volteo igual en su dirección. Agarra unos papeles que si no me equivoco son los mismos de anoche. —¿Tumor cerebral? —Voltea confundida viendo a nuestros padres, de igual forma observo a ellos, perplejos. Mierda   
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