Despierto con mucho calor, Kayes está adherida a mí cuerpo, sus piernas y las mías se encuentran entrelazadas. Por lo que intuyo que ella me quiere demasiado, me trata como si tuviera menos de diez años, parece que soy el consentido. Con mucho cuidado de no despertarla, me levanto de la cómoda cama y me dirijo al baño. Lleno la tina y me sumerjo en ella, siento caliente mis mejillas y no sé porque, en todo el tiempo que llevo despierto de la clínica tengo un sonrojo. Me envuelvo en una toalla y salgo para vestirme, me dedico por unos bóxer negros, un pantalón de mezclilla, junto a una camisa que me queda muy holgada, ¿de quién será? Busco en la zapatera algún zapato que me convine y por lo que veo la mayoría son tenis, escojo unas verdes oscuro y ¡listo!, mi hermana sigue dormida, me acerc

