capitulo 2

1333 Words
El zumbido constante de la ciudad que nunca dormía envolvía mis sentidos mientras me paraba frente a la puerta de nuestro nuevo hogar en Manhattan. El apartamento, un santuario de elegancia y lujo, contrastaba fuertemente con el modesto hogar que compartimos, mi madre Emma y yo, en las afueras. Me sentía como una intrusa en este mundo de altos vuelos, donde cada rincón parecía estar impregnado de secretos. La puerta se abrió, revelando a mamá con un vestido que reflejaba el glamur y la sofisticación de nuestra nueva vida. Sus ojos, generalmente cálidos, ahora brillaban con un resplandor diferente, alimentado por la promesa de un futuro lleno de lujos. "Ada, finalmente estás aquí", exclamó mamá, abrazándome de manera efusiva, aunque la tensión en sus hombros sugirió que algo más estaba en juego. "¿De qué se trata todo esto, mamá?" pregunté, luchando por mantener la calma mientras ingresábamos al imponente apartamento. Emma suspiró, un susurro inaudible que flotaba en el aire, y cerró la puerta tras nosotras. "Ada, necesitas entender que esta mudanza es por el bien de ambas. Richard es un hombre increíble, y nos ofrecerá un futuro que nunca podríamos haber imaginado". "¿Richard?" Fruncí el ceño, recordando las veces que mamá había mencionado ese nombre en las últimas semanas. "Mamá, apenas lo conocemos. ¿Cómo puedes estar tan segura de que es todo lo que dices?" La mirada de mama titubeó por un momento antes de que su expresión volviera a endurecerse. "Richard es una persona muy influyente en la ciudad. Tiene conexiones, negocios prósperos y está dispuesto a darnos una vida mejor". La desconfianza se reflejó en mis ojos. "¿Y qué hay de nosotros? ¿Y de nuestra vida?" "Ada, entiende. Esto no es solo por mí, es por ti también", dijo mamá, intentando tranquilizarme, pero la tensión entre nosotras aumentaba con cada palabra. "No sé por qué estamos haciendo todo esto. ¿Realmente crees que mudarnos aquí nos hará felices?" Me sentía atrapada en un torbellino de emociones y decisiones que no había elegido. La expresión de Emma se endureció aún más. "Ada, necesitas confiar en mí. Richard nos dará oportunidades que nunca hubiéramos tenido de otra manera. Solo necesitas darle una oportunidad". Cuando mama me dejo pasar a casa vi detrás suya una figura imponente. Richard Moretti, el nuevo esposo de mamá, se paró alado de mama con una sonrisa refinada, que contrastaba con la oscura aura que parecía rodearlo. "bienvenida", dijo Richard con una voz profunda y suave, extendiendo su mano para saludarme. Mamá se acercó con una sonrisa radiante. Algo en la forma en que Richard sostenía la mirada de mamá envió escalofríos por mi espina dorsal. “te presento a mi hija, Ada", anunció mamá, señalándome hacia Richard, quien intentaba ocultar mi incomodidad tras una expresión neutral. Richard asintió con cortesía, pero percibí algo más en su mirada, algo que no lograba descifrar. "Un placer conocerte, Ada. Estoy seguro de que nos llevaremos muy bien en nuestra nueva familia". Apenas pude murmurar un "igualmente" antes de sentir la mirada penetrante de Richard recorriendo mi figura. Era como si sus ojos buscaran algo más allá de las apariencias, algo que yo misma no entendía del todo. La cena transcurrió en un tenso silencio interrumpido por conversaciones forzadas. Richard parecía un hombre de negocios exitoso, con anécdotas brillantes de eventos sociales y logros profesionales. Sin embargo, cada palabra suya resonaba en mis oídos con una extraña desconfianza. Después de la cena, Richard propuso un brindis por la nueva vida que comenzaban juntos. Mientras el champán burbujeaba en las copas, noté que mamá evitaba mi mirada, como si intuyera la tormenta que se estaba gestando dentro de mí. Cuando Richard se retiró para atender una llamada, mamá aprovechó el momento para acercarse a mí en el balcón. "Ada, por favor, intenta darle una oportunidad. Richard es un buen hombre, y nos ofrecerá un futuro seguro", suplicó mamá, pero sus ojos reflejaban una sombra de duda. "No sé, mamá. Hay algo en él que me pone nerviosa. No puedo explicarlo", admití, con la mirada fija en las luces titilantes de la ciudad.Mamá suspiró, pero antes de que pudiera responder, Richard regresó, su expresión impenetrable como siempre. Sabía que tendría que navegar con cautela en este nuevo mundo, donde las apariencias podrían ser engañosas y los secretos más oscuros estaban aguardando en las sombras de Nueva York.Los días en nuestro nuevo hogar transcurrían entre la elegancia superficial y la inquietante sensación de desconcierto. Cada rincón de aquel lujoso apartamento parecía susurrar secretos que no alcanzaba a comprender. A pesar de mis reservas, intenté adaptarme a la nueva realidad que mi madre había decidido para nosotras. Una tarde, decidí explorar una habitación que estaba cerrada desde que había llegado, me entro curiosidad y al entrar cerré la puerta sigilosamente para que nadie me escuchara y empecé a investigar que tenia esta habitación era como si se tratase de una habitación sola mente para guardar archivos justamente vi uno papeleos con mi apellido cosa que me causo curiosidad y decidí cogerlos para ver que ponía pero justo cuando los iba a leer, la puerta se abrió de golpe, y me estremecí al ver a Richard parado en el umbral. Sus ojos, normalmente fríos, destellaban con una intensidad peligrosa. Me quedé inmóvil, atrapada en el acto de violar su privacidad. "¿Qué estás haciendo aquí, Ada?" su voz, tan suave como siempre, llevaba un tono amenazador. Tragué saliva, luchando por encontrar las palabras adecuadas. "Lo siento, no quería invadir tu espacio. Solo... me pareció curiosa esta habitación". Richard avanzó hacia mí con una mirada que me hizo retroceder instintivamente. "Deberías aprender a respetar las cosas privadas, Ada. No todo en esta casa es para que lo explores a tu antojo". Me quedé en silencio, sintiendo que había cruzado una línea invisible pero al mismo tiempo consciente de que detrás de esa puerta cerrada había algo más que simples archivos. A medida que el tiempo avanzaba, las tensiones en la casa crecían. La relación con mi madre se volvía cada vez más distante, como si la sombra de Richard nos hubiera separado de alguna manera. La prometida vida de lujos y oportunidades parecía cada vez más como un sueño lejano y desvanecido. Fue en una cena ostentosa donde la dinámica familiar se volvió aún más compleja. Richard, con su elegancia acostumbrada, me presentó a su hijo Mathew, un joven de semblante serio y ojos penetrantes que me observaba con cierta curiosidad. También conocí a Liam y Nika, los hijos del mejor amigo de Richard, junto a sus padres, quienes compartían el mismo apellido Moretti.La cena transcurría en una suerte de coreografía refinada, cada uno de nosotros representando un papel en el escenario cuidadosamente orquestado por Richard. Mathew, aunque reservado, mostraba un interés genuino. Liam y Nika, por otro lado, desbordaban juventud y energía, pero fue Liam quien desde el principio pareció tomarse la tarea de hacerme sentir incómoda. Durante la cena, Liam se burló de mis orígenes, de la sencillez que había caracterizado mi vida antes de mudarnos a Nueva York. Sus comentarios mordaces resonaron en el comedor, y mi paciencia se desgastó rápidamente. A pesar de mis intentos de mantener la compostura, la tensión entre nosotros se volvía cada vez más palpable. Después de esa primera y tumultuosa cena, la relación con Liam no mejoró. Cada encuentro era un duelo de palabras afiladas y miradas llenas de desdén. Parecía que no importaba lo que hiciera, su hostilidad persistía. La atmósfera en nuestra nueva casa se volvía cada vez más opresiva, como si estuviera atrapada en un juego en el que no entendía las reglas. Las sombras del pasado y los secretos presentes tejían una red intrincada a mí alrededor, y me encontraba en el centro de un conflicto del que no sabía cómo liberarme. En Nueva York, donde las luces brillaban pero también ocultaban la verdad, mi vida se había convertido en un laberinto complicado y peligroso.
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