―Esa mujer...embarazada, me recordó a ella. Mientras Charlotte y Reinaldo se entregaban a un romance apasionado en España, Alexander a esa hora de la tarde, se encontraba solo en la penumbra de su oficina, con su rostro iluminado únicamente por el resplandor azulado de la pantalla de su computadora la cual, era una nueva adicción para él. Sus ojos, fijos en la pantalla, reflejaban una mezcla de deseo y culpabilidad mientras reproducía uno de los videos íntimos que había grabado con Charlotte durante su embarazo. El recuerdo de una mujer embarazada que había visto ese día había desencadenado este momento de debilidad, llevándolo a sumergirse en los recuerdos de un pasado que parecía tan cercano y a la vez tan lejano. En el video, las voces entrecortadas por la pasión llenaban la oficina:

