«¿A dónde me llevará?»―se preguntó Charlotte, con su mente llena de emoción. Reinaldo, con sus manos firmes y cálidas en sus glúteos, la atrajo hacia sí. El aroma de ese perfume que él le compró, marcándola inconscientemente como su propiedad se metió en sus fosas nasales excitándose nuevamente. ―¿Quieres saber o prefieres que mis planes para nosotros sean un secreto, Aurora bonita?―murmuró Reinaldo, con su voz grave acariciando los oídos de Charlotte como terciopelo oscuro. La palabra "planes" despertó un hormigueo eléctrico que recorrió todo su cuerpo, desde la nuca hasta la punta de los pies. "Aurora bonita", su apodo, resonaba en su mente como una exquisita melodía interpretada solo para ella. Para Charlotte, la presencia de Reinaldo, hacia que el mundo a su alrededor se desvanecía

