Charlotte, buscó consuelo en su música y puso su cantante favorito en You.Tube y luego, se dirigió al lujoso baño de su habitación. El contraste entre el frío mármol y el ardor interno reflejaba su caos emocional, intensificado por la carta de Reinaldo. Desvistiéndose lentamente, se enfrentó a su reflejo en el espejo, su mirada deteniéndose en la cicatriz de la cesárea. «Ay, mi amado bebito —susurró Charlotte, con su voz mental quebrándose ligeramente—. Tu mamá siempre te querrá por siempre, así no hayas nacido» Con algo de tristeza y de nostalgia, con la música aun andando, entró en la ducha, dejando que el agua fría cayera sobre su piel, mientras las palabras de Reinaldo persistían en su mente. Al enjabonarse, se encontró atrapada en un torbellino de pensamientos y sensaciones, sorpre

