Tiempo actual En su habitación, Charlotte se movía inquieta. Sus pasos cortos y nerviosos dibujaban patrones invisibles sobre la alfombra del suelo, mientras el rubor intenso que teñía sus mejillas era un fiel reflejo del torbellino emocional que la consumía por dentro. Con un gesto casi inconsciente, llevó uno de sus dedos a la boca, mordisqueando suavemente una uña mientras su mente se sumergía en un mar de pensamientos turbulentos. «Ah, ¿para qué lo besé cuando me fui? ¡No sé en qué estaba pensando!»―se reprochó en silencio. El corazón de Charlotte latía acelerado, revelando una mezcla de miedo y excitación. Reinaldo, el hombre que la había salvado, estaba despertando en ella sentimientos que se había prometido mantener enterrados. El recuerdo de Alexander, quien la había arrojad

