Charlotte, sin girarse para mirarlo a los ojos, simplemente asintió de nuevo, manteniendo esa sonrisa pícara en sus labios. Su silencio parecía alimentar aún más los nervios de Reinaldo. ―También... ―Reinaldo carraspeó, como si intentara aclarar no solo su garganta sino sus pensamientos―. Después iremos al médico y luego... al viñedo. Te encantará. Se prepara un buen vino ahí. ¿Te gusta el vino? Podemos beber un poco. Aunque... ¿Eso no te hace daño con cuando tomes tus pildoras, verdad? La pregunta, formulada como de manera inocente, provocó una risa ahogada en Charlotte. Reinaldo, sintiendo su cuerpo temblar ligeramente con la risa, frunció el ceño confundido. ―¿Por qué te ríes? ¿Fue tonto lo que dije? Charlotte asintió de nuevo, con su risa silenciosa convirtiéndose en un suave tembl

