Apareciste.
Casi todo iba a la normalidad, todo continuaba funcionando y dando muy buenos frutos. La fusión entre las empresas de seguridad de Ethan y Kendrew. Al igual que el imperio Brennan, que también había ganado una alza, y el respeto de muchos. Cuando no pudo evitarse que saliera en la prensa amarillista, la heroica participación de los dueños. En la captura y eliminación de una organización delictiva, que había reinado entre Europa y América, desde hacía más de quince años.
Los integrantes de la familia Brennan, agradecieron en silencio, que no se filtró información acerca la verdadera identidad de Malcolm, y su grueso expediente delictivo. Antes de cumplir los treinta años, y volverse todo un empresario renombrado.
El equipo estaba en las instalaciones de Grabs Security, en el área de juntas. Habían crecido tanto, que estaban pensando en la posibilidad de contratar a nuevo personal. Pero conociendo la paranoia de los principales integrantes,el protocolo de seguridad para lograr a formar parte de ellos, era peor que en el de la Casa Blanca.
—Al parecer no hizo falta encontrar a Clara— comentó Jonas a Samuel y a Roger.
—¿Ya se dignó a dar señales de vida? —preguntó Samuel, por el tono de su voz, todavía podía notarse que estaba molesto con ella.
—Ya las dio, y típico de su egocentrismo… a lo grande —le pasó la tablet a Samuel y Roger—. No quiero estar cerca, cuando se entere el jefe.
—¿Enterarme de qué? —la voz de Ethan hizo girar a los tres hombres.
Les miró a todos con el ceño fruncido, aunque eran sus amigos, sus compañeros, siempre había tenido el respeto de cada uno de ellos. Jonas trató de ocultar la tablet, pero él fue mucho más rápido. Sus ojos salieron de sus orbes, y su rostro se transformó en una máscara de furia. Cuando el vio el titular, y lo leyó en voz alta
—”Una pareja explosiva de jóvenes empresarios, Killian Walker y Clara Reaves sorprendieron con su gala benéfica a toda Grecia.”
Eran fotos de Clara con Walker, con él llevándola orgullosamente de su brazo, unal tomados de la mano, otra con él apoyando su mano en lo bajo de su espalda, las demás comiendo juntos, como si fuesen una pareja de viejos amantes.
Ethan apretó los dientes, aún no podía creerlo, quería estrellar la tablet contra el suelo. En ese momento su secretaria Anne tocó la puerta, pero no esperó a que le indicara que podía pasar, Sin embargo; al ver su rostro. Se arrepintió de haberlo hecho.
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—Disculpe, señor Brennan —tenía algo en sus manos—. Acaba de llegar esto para usted, como dice delante “urgente” —le mostró—. Pensé que lo estaba esperando de la misma manera.
Ethan de nuevo frunció el ceño, y entrecerró los ojos. Era muy temprano en la mañana, para que el servicio de encomiendas comenzara con los despachos. Abrió el sobre, sacó el documento que había en el. Sintió como si le acabaran de dar una patada en el estómago, pero se obligó a continuar leyendo. Aunque todos sus instintos le advirtieron, que no le iba a gustar el contenido de aquella hoja de papel. Mucho menos cuando leyó: “DEMANDA DE DIVORCIO”. Sus manos temblaron, se dijo una y otra vez, que eso no podía estar ocurriendo. Dejó el documento sobre el escritorio, y tomó de nuevo la tablet en sus manos, y volvió a ver las fotos detalladamente. En la habitación se escucharon un par de maldiciones.
Tanto Samuel, Jonas, Roger y hasta Anne, la secretaria esperaban su reacción explosiva, pero no lo hizo. Caminó hasta el ventanal, dándole la espalda a sus hombres de confianza. Y miró fijamente el horizonte, podía ver como poco a poco el sol iba subiendo hasta quedar en lo alto, y arropar con su claridad a los edificios de la ciudad. Respiró un par de veces de manera profunda y lenta. Tratando por todos los medios, aplacar el nudo en su garganta.
—Samuel... —La voz fue baja, sin demostrar ningún tipo de emoción—. Quiero saber en este preciso momento, ¿quién coño es ese cabrón?
«Quiero el nombre del sujeto, al cual tengo que matar. Por haber tenido el atrevimiento de robar algo que es completamente mío», se dijo sin pensar en las consecuencias, que eso podía acarrear. Lo que más importaba en ese momento, era hacer que el bastardo, dejara de respirar.
—Lo tendrás todo en tu escritorio en unas horas —fue lo único que dijo Samuel, sabía que su amigo en ese momento era una bomba de tiempo.
—Caballeros, dejo todo en sus manos… —les dijo a Jonas, Samuel y Roger, mientras caminaba a zancadas hasta la salida de la oficina—. Necesito salir de aquí.
—Ethan, iré contigo —Roger propuso acercándose a él, haciendo que se detuviera por un minuto. Por ser más que su jefe de seguridad, sabía que lo necesitaba.
—No te preocupes, estaré bien —Ethan negó con la cabeza, y le palmeó el hombro—. Solo dame las llaves del auto.
Nadie lo detuvo, al salir de las instalaciones de la empresa, se montó en su auto. El pecho le dolía, y sus manos seguían temblando. Ella se había ido, había estado lejos por un año. Pero él confiaba en que iba a regresar, cuando estuviera lista. No pasó nunca por su cabeza, que estuvo con otro durante todo ese tiempo. Y mucho menos que le pidiera el divorcio, para luego unirse a él.
No se percató de que iba a mucha velocidad, hasta que el instinto lo llevó al mar. Fue a un sitio desolado, y apagó su teléfono celular, no quería que lo ubicaran, ni que lo llamaran. Lo único que quería era escuchar la voz de Clara, diciendo que era una broma. Que todavía había un futuro para ellos. Como siempre ella dijo antes de marchar, recordó la última conversación:
—¿Estamos bien? —le preguntó, frunciendo el ceño.
Ella asintió.
—Deja que el tiempo pase, y cure las heridas.
Llenó de aire sus pulmones, y gritó su nombre al mar, como exigiendo a este, que le devolviera a su esposa. Hacía mucho tiempo que no lloraba por una mujer, desde la muerte de su primera novia pero ese día por Clara, lo hizo.
«Voy a encontrarte, gatita. Para que me digas en mi cara que quieres divorciarte de mí. Que has mandado todo lo nuestro a la mierda», se dijo.
Ethan pasó hasta casi pasada la tarde cerca del mar, pensando en dónde había fallado. No fue a la oficina, sino a su ático directamente. El silencio le saludó, haciéndole recordar, que una vez estuvo Clara. Dejó su traje tirado en el sofá, terminó de quitarse la corbata, se sacó la camisa, dejando unos cuantos botones sueltos, y enrrollándose las mangas hasta los codos. Caminó hasta el bar, tomó una botella de whisky, y por último se tiró en el mueble de la sala, se quitó los zapatos y subió las piernas a la mesita que estaba en el medio.
Cuando le estaba dando un largo trago a la botella, se abrieron las puertas del elevador, y apareció Samuel quien sacudió la cabeza al notar la mala pinta que tenía su amigo. No parecía importarle quien había llegado, sin levantar la cabeza para verlo a los ojos, y dando otro trago a la botella. En ese instante, Ethan Brennan estaba perdido.
—¿Localizaste a Clara? —indagó Ethan, aún sin darle la cara a Samuel. Solo alzó la cabeza, para ver a través del gran ventanal, como el sol se ocultaba lentamente detrás de los edificios.
—Sí, por la dirección del remitente del documento que llegó esta mañana. Fue enviado desde Grecia… específicamente de su abogado —respondió Samuel—. Lo he contactado yo mismo.
—¿Así que ella está en Grecia? —La voz de Ethan era un poco baja.
—Sí, pero el abogado no quiso darme la dirección de donde ella vive. Afirmando que lo hace por cuestiones éticas. Pero no te preocupes, volveré a intentarlo. Creo que puedo lograr algo.
—¿Ética? —bufó él, y chasqueó los dientes—. Ética y una mierda, ya sabemos que esa jodida mujer… es una maquinadora.
«¡Maldita sea, Clara! ¿En qué coño andas metida? Nos destruiste a los dos», pensó.
Sus pensamientos fueron interrumpidos una vez más por Samuel.
—Sí, eso ya lo sabemos. Al parecer tenía un plan antes de irse de aquí. Para nosotros no es un secreto, lo hábil que es actuando bajo perfil. Tampoco que la muy granuja tiene dinero, producto de sus inversiones online.
En ese instante, Ethan giró la cabeza para ver a su amigo. Recordó que estando en Escocia, ella trabajaba en un programa que legalizaba todos los ingresos que había obtenido en la Darkweb.
—Seré feliz cuando llegue al millón de dólares, eso es todo lo que quiero.
Le había dicho una noche, cuando estaban en la cama abrazados después de hacer el amor, Samuel lo trajo de nuevo a la realidad.
—Como ya sabemos, tenía sus pequeñas inversiones. Pero desde hace unos meses para acá ha usado parte de su capital, y ha invertido dinero en grandes empresas, comprando porcentajes de acciones que no llegan al treinta por ciento. De esa manera, ha multiplicado su patrimonio, de un millón de dólares a dos millones setecientos cuarenta.
Ethan sonrió, realmente no le importaba si ella tenía dinero o no. Al mismo tiempo, se sintió orgulloso de ella.
—¿Sabes quién es el tipo? —la rabia se plasmó en su voz—. ¿En dónde lo conoció? ¿Cuánto tiempo llevan juntos?
—Estoy trabajando en eso, por ahora lo único que sé es que Killian Walker, es hijo de un empresario estadounidense, y que él con ayuda de Clara está levantando todo un imperio —Samuel habló un tanto frustración—. Lo único que puedo decirte, es que no creo que el hombre se haya acercado a ella con la posibilidad de hacerle daño. Ella ya no tiene enemigos.
—Solo su maldita terquedad —espetó Ethan.
—Me molesta un poco, que todavía no he dado con la dirección de Walker, llamé a la revista que publicó el artículo. Pero ellos afirman que tienen personal freelance. Eso no quiere decir otra cosa…
—Que las fotos fueron tomadas por paparazzis —terminó Ethan por él.
—Exactamente —dijo asintiendo con la cabeza Samuel—. Jonas y yo tenemos unos días libres. ¿Quieres que vayamos a Grecia?
Ethan bajó los pies de la mesita, dejó la botella sobre ella y se levantó del mueble, caminó hasta su amigo, y le puso la mano sobre su hombro.
—No, esto es un asunto que debo resolver personalmente. Así que iré a Grecia, para hablar con mi querida esposa, y hacerla entrar en razón —lo dijo en un tono, que hasta a Samuel le hizo dar un paso hacía atrás.
—Esta bien llamaré a Jonas —decidió Samuel—. No te dejaré ir solo, estaré ahí para apoyarte, Ethan. Es obvio que no estás en tu mejor momento.
En realidad lo que Samuel quería decir era, que necesitaría apoyo en el caso de que viera al bastardo cerca de Clara, y tratara de matarlo.
—De acuerdo, como quieras —Ethan se encogió de hombros. Ladeó la cabeza, y volvió por la botella de whisky, después de darle un largo trago agregó:— Ordena a preparar el avión, saldremos en cuanto todo esté listo.
Dio una larga respiración, cuando Samuel palmeó su espalda, y quedó completamente atónito, cuando su amigo antes de salir le manifestó:
—No te preocupes, Ethan. Todo saldrá bien —ladeó la cabeza—. Ya veremos la manera de traer a casa, a la terca y desquiciada que tienes por mujer.
Ethan no sabía qué decir, no esperaba que su equipo lo apoyara hasta ese punto. Porque estaba dispuesto a llevar a Clara a Miami, así tuviera que ser contra su voluntad. Que sabía que era lo más seguro. Apretó los labios al aceptar, que no le importaba matar con sus manos desnudas, al hombre que se había interpuesto entre su mujer y él.
NOTA: CAPÍTULO ESCANEADO EN MY PLAG (.) ES