La casualidad.
Ella regresó a su sillón, se colocó sus audífonos, y recostó totalmente le dio click a su celular, y cerró los ojos. Dejó que la canción Quisiera Alejarme de Wisin ft. Ozuna sonara a través de los dispositivos, ya que se había convertido en su himno emocional, desde el día que se había alejado de Ethan.
Yo te entregué mi corazón
A veces hay que tomar decisiones, aunque el corazón no quiera
Hoy, he decidido no volver a verte
Yo no sé cuál será mi suerte
Es que ya no tendré tu calor (fue mi decisión)
Yo sé que tú esto no lo entiendes
Pero se gana y se pierde
Baby, así es el amor (Ozuna)
Quisiera alejarme y no enamorarme
Sé que me hará daño, por eso voy a olvidarte
Quisiera alejarme y no enamorarme
Sé que me hará daño, por eso voy a olvidarte (por eso voy a olvidarte)
Y aunque me duela perderte
Sé que será lo mejor
Será mejor que engañarnos
Buscando donde no hay amor (Será mejor dejarte de ver)
La vida se me pasa y qué voy a hacer
No puedo estar por ti, tu no me vas a querer
No sé cómo pasó si la pasaba bien
Pero hoy…”
Cuando la canción terminó, y abrió los ojos una gruesa lágrima corrió por su rostro. Ella sabía que su corazón, nunca iba a poder recuperarse. La decisión de dejar todo atrás fue, porque Ethan rompió su confianza. Él había tenido muchas oportunidades para decirle la verdad, y nunca lo hizo. Era cierto que su padre había tenido algo que ver, pero eso no era justificativo. Sabía que con el tiempo iba a quizás a volver a verlo, puede que perdonarlo. Pero era imposible seguir en una relación con él.
Era muy duro para ella, sobre todo porque cada día que pasaba lo extrañaba más. Respiró profundo y se obligó a ser fuerte. Algo en las palabras de Kendrew, continuaban dando tumbos en su mente.
«Te ocultó la verdad, pero no sus sentimientos y el cabrón lo está pasando muy mal», dio una sonrisa triste. Al parecer no era la única que estaba sufriendo, por culpa de las intrigas de sus padres.
Dio un largo suspiro, se incorporó, recogió un poco la mesa del escritorio. Para luego tomar sus cosas e irse a su casa. Debía alistarse para asistir a la cena benéfica. Con otro suspiro, apagó la luz de la pequeña oficina que Killian había habilitado para ella. Salió por el pasillo, para tomar el ascensor y llegar al estacionamiento. Agradeció que solo fuesen quince minutos, de camino hasta la casa en donde vivía.
Cuando abrió la puerta al llegar. El silencio la recibió, como una madre a un hijo. Pero se dio cuenta, que Adara su ama de llaves aún no se había ido.
—Bienvenida a casa, señora —la saludó con mucho afecto.
—Gracias, Adara. No debiste esperarme —le regañó.
—Lo siento señora, no me percaté de la hora. Su abogado estuvo hace rato por acá, y le dejó esto —Adara puso en sus manos, un sobre manila extra oficio. Ella sabía su contenido—. Le dejó dicho que solo necesitaba su firma, y que él mismo lo enviaría a su destino.
Clara se sintió un poco aturdida, por eso asintió con su cabeza, y tomó el sobre de las manos de Adara, como si quemara.
—No hay problema, yo me encargo. Muchas gracias.
—He cumplido entonces con mi trabajo. Me despido hasta el lunes, señora.
Ella le dio una sonrisa, que no le llegó ni a las comisuras de su boca. Luego de que Adara cerrara la puerta. Sacó el documento del sobre, mientras iba leyendo camino por la estancia. Respiro profundo, y otra lágrima rodó por su mejilla. Rebuscó en su bolso un bolígrafo y firmó. Luego se sirvió dos tragos de whisky, y se los tomó a pecho. Subió a su habitación a para arreglarse para la cena
Dos horas después, estaba vestida y arreglada para comerse el mundo. Aunque el suyo se estaba cayendo en mil pedazos. Se puso un vestido blanco como la nieve, amarrado en la parte de arriba en un escote de corazón la falda caía hasta sus tobillos, pero a los lados tenía una abertura que reflejaba sus tonificados muslos. En la espalda, tenía una tira de cuatro centímetros de grueso que resaltaba el tatuaje en su espalda. Las sandalias eran altas, y con finas tiras entrelazadas en los tobillos. Los accesorios simples y elegantes pero a juego. El cabello recogido en un moño alto, y el maquillaje puesto para resaltar sus rasgos.
Killian carraspeó un par de veces al verla. Sus ojos no dejaban de mirarla, mientras que tenía la boca abierta.
—Si esta es tu manera de decirme que estoy decente y presentable. Entonces no me imagino cómo irá la noche —musitó Clara poniéndose la mano en la cintura.
—Disculpame, es que sencillamente estás espectacular —en la voz podía notarse aún su asombro.
—Muchas gracias —le dio un beso en la mejilla, y le acomodó la corbata—, Y tú estás también muy guapo.
Clara no entendió porqué sintió un dejavu.
Killian le hizo señas, y le ofreció su brazo para que lo entrelazara con el de él, de esa manera caminaron hasta la limusina que los esperaba. Mientras se trasladaba a su destino, se dispuso a ver la ciudad por la ventana del vehículo. No podía negarlo, las noches en Grecia eran hermosas, con atardeceres inolvidables todo era mágico en la compañía correcta.
Clara suspiró.
—¿Extrañas Miami? — la pregunta sorprendió a Clara.
—No —más le asombró la respuesta—. Debo confesar que me gusta mucho Europa —ella lo miró seria—. Sé que parece mentira, pero extraño mucho Escocia.
Killian le tomó de la mano, y entrelazó sus dedos con ella. En señal de apoyo.
—Uno extraña los lugares o a las personas, con que se forjan recuerdos.
—Tienes mucha razón —ella le dio un manotazo en el hombro a broma—. ¿Cuándo te volviste tan sabio? Que no me di cuenta.
—Siempre, querida —le guiñó un ojo—. Lo que pasa es que tú nunca te diste cuenta.
—Si, es cierto —ella le dio la razón sonriendo.
La voz del conductor los sacó de su conversación.
—Señor, estamos llegando.
—Gracias —le respondieron al unísono Clara y Killian.
—¿Sigues nervioso? —le preguntó Clara, apretando un poco más su agarre.
—Para qué voy a negarlo —se encogió de hombros—. He asistido a varios eventos, pero ninguno patrocinado por mi. Te aseguro que la sensación es diferente.
—Bueno, sonríe, disfruta —ella apretó un poco más fuerte la mano—. Te prometo que todo saldrá perfecto.
Cuando llegaron al lugar los flashes de las cámaras casi los dejan ciegos. En ese mismo momento recordó a Ethan. La forma en que dejaba fluir todo. Era tan natural, para él que las luces de las cámaras lo recibieran en cualquier lado. Aún no entendía como las fotos de su matrimonio con ella, no se habían filtrado en ninguna red social.
Killian le apretó la mano una vez más. El pobre hombre de verdad estaba nervioso. Sin embargo lo hizo bien. Ella le daba consejos, cuando ella también estaba tensa. Así entraron al hall del hotel, en donde se realizaba el evento.
—¿Todo bien, Killian? —indagó por última vez.
—Si, Clara —.
—Es hora de hacer nuestro trabajo. Relacionarnos con todos, y cada una de estas personas —le recordó ella.
Comenzaron a mezclarse, y a dar la bienvenida a cada una de las personas que habían asistido. Todo iba según lo planeado. Muchas personas conversaban con ellos, intercambiaban tarjetas de presentación. Lo cierto era que todo iba genial.
Al momento de servir la cena. Ellos ubicaron las mesas, para poder mezclarse con las personas mas influyentes. Ellos se sentaron con los dueños de Biotechnology una empresa pionera en salud y tecnología.
—Es un placer que estén ustedes esta noche aquí con nosotros —les saludó Clara para entablar conversación.
—La verdad es que realmente vinimos, porque se trataba de ti —musitó la mujer que le parecía conocida.
Clara se quedó sorprendida. porque no sabía de donde esas personas la conocían. Al ver que ella estaba extrañada la mujer le agregó:
—Te conocemos desde hace un año más o menos —hizo gesto con la mano—. En la fiesta de la familia, Brennan. Estabas relacionada con Ethan Brennan..
Escuchar eso le cayó como una cubeta de agua fría, su sonrisa se borró en un segundo pero ella la recuperó enseguida.
—¡Oh si ya la recuerdo! —exclamó Clara, aunque era una total mentira.
—Sí, pensé que Malcolm Brennan, y su hijo estarían esta noche. Me gustaría consultar algunas cuantas cosas con alguno de ellos —habló el hombre por primera vez.
—Está bien gustaría verles —dijo la mujer—. Ellos son muy solidarios con la beneficencia.
—¡Oh sí, es cierto!— es lo único que pudo decir Clara — El señor Brennan ha estado muy delicado de salud estos últimos meses y no quise molestar a la familia con estas cosas —.
La pareja asintió.
NOTA: CAPÍTULO ESCANEADO EN MY PLAG (.) ES