El Tiempo
“El TIEMPO pasa muy LENTO para los que ESPERAN, muy RÁPIDO para los que TEMEN, muy LARGO para los que SUFREN, muy CORTO para los que GOZAN; pero para quienes AMAN, el TIEMPO es ETERNIDAD.”
(William Shakespeare)
OCHO MESES DESPUÉS…
El sonido del celular retumbó en los bolsillos de los jeans de Kendrew, quien estaba dando los detalles para una nueva misión. Todos en la sala de conferencia quedaron en silencio absoluto, con los ojos fijos en él. De manera disimulada observó su aparato telefónico, y pudo darse cuenta que pertenecía a un número restringido. Solo había una persona que podía hacer tal cosa, con un teléfono celular satelital.
Ethan entrecerró los ojos mirando con rabia hacia él. De nuevo, Kendrew Morgan había ayudado a Clara a huir de él. Cuando Ethan se enteró que su esposa, se había ido con Kendrew en una misión, y que volvería en cuarenta y ocho horas sintió un miedo que le congeló hasta los testículos. Le aterraba la idea, de que ella se expusiera de nuevo al peligro. En su cabeza tenía planeado, como le pagaría tal desobediencia.
Pero todo quedó en eso, en solo planes, y la decepción llegó de golpe. Cuando no regresó con el equipo a la base de operaciones. Según sus compañeros, nadie sabía a dónde había ido. Incluso había molido a golpes a Kendrew por eso. Aunque él afirmaba que tampoco sabía nada, y que le había ordenado que le informara sobre la misión. Específicamente, él le había ordenado que si Ethan se oponía a que fuera con ellos, no iba a interceder por ella.
La muy astuta, había desaparecido sin dejar rastro en las narices de todos. Solo le había enviado un mensaje al teléfono celular de Kendrew; haciéndole saber que necesitaba un tiempo para pensar; y que no se preocupara por ella que regresaría cuando fuese el momento, luego desconectó ese número de celular. Lamentablemente, ese tiempo se había transformado en ocho meses.
—Espero que no sea mi esposa quien te llama, y me lo estés ocultando de nuevo — le reprochó Ethan, apretando los dientes. Sin importarle que los demás integrantes del equipo estuvieran presentes.
Antes de atender la llamada, Kendrew miró a Ethan con cara de pocos amigos, pero no dijo ni una sola palabra, hizo un gesto de disculpa, y se encaminó hasta la puerta para salir de la reunión. Miró a todos lados.
—¡Eres una inconsciente, Clara! Realmente quieres que Ethan me pegue un tiro en la frente. ¿Es eso lo que quieres? ¿Qué carajo te he hecho para que te ensañes de esta manera conmigo?
—Respiras… Ken… respiras... —contestó ella riendo—. Sabes que no quiero que te pase nada, tampoco quiero que le pase algo a Ethan. Simplemente estoy cumpliendo con lo acordado: Llamarte de manera interdiaria para hacerte saber que estoy bien.
—Es cierto, pero eso fue hace ocho meses. Estás bien, pues me alegro. Pero ahora mismo me vale la misma mierda, porque no sé dónde coño estás. Ya este juego tuyo me está sacando de mis casillas, no voy a prestarme para ser el saco de boxeo de tu marido.
—¡Uff hombre! No seas quejica. Ya tendrás noticias de mi —Clara hizo una respiración profunda al otro lado de la línea—. Lo único que espero es que Ethan se lo tome bien.
—¡Ja! Como si no lo conocieras. Ese hombre parece un demonio, Clara. Nunca te perdonaré que hayas jugado de esta forma conmigo; menos lo que le estas haciendo pasar al pobre hombre.
—¡¿Pobre hombre?! ¡Me importa una mierda! —exclamó enojada—. Él se merece esto, y mucho más. Se lo ganó a pulso, por ocultarme la verdad durante tanto tiempo.
—Te ocultó la verdad, pero no sus sentimientos y el cabrón lo está pasando muy mal. ¿Acaso el hecho que el hombre haya arriesgado su propia vida por ti no cuenta? Eres una mierda egoísta.
—¡Ouch eso dolió! —inquirió con voz de dolor fingida, y luego soltó una carcajada—. Solidaridad machista. ¡Válgame Dios, Ken! En fin, hay que superar el pasado y mirar hacia adelante.
—De verdad me alegro mucho, de que estés tan optimista que hizo regresar a tu humor n***o.
—En serio Ken, estoy mejor. Como en mucho tiempo no estuve.
—Entonces, es hora de volver. No puedes huir toda la vida. Algún día él te encontrará.
—Bue… —Clara iba a decir algo, pero no puedo.
Se escuchó una voz a lo lejos, era grave y ronca de un hombre que no conocía.
“¿Oye, has visto las llaves de mi auto?”
Kendrew tosió, porque pensó que había escuchado mal.
—¿Con quién estás? —su preocupación la reflejó en aquella pregunta.
—Eso no importa, solo debes saber que estoy bien. En este momento, debo irme, prometo que me contactaré contigo después.
Sin dar más explicaciones, Clara finalizó la llamada.
Ella se encontraba en Samos, una isla de Grecia. Había llegado ahí unos cinco meses atrás. Luego de haber ido a Venezuela, y conocer un poco el país de nacimiento de su madre, después de visitar dos ciudades que le gustaban mucho a Mónica, fue a España pero le traía muchos malos recuerdos, de un pasado que quería superar, por esa razón solo pudo quedarse por tres semanas. Su humor cambió un poco cuando fue a Italia, y ahí se encontró con un chico en una cafetería en un centro comercial de Turín, que había estudiado con ella en la secundaria. En seguida tomaron un café juntos, y estuvieron recordando muy buenos tiempos.
Killian Walker era el hijo menor, del dueño de una cadena de tiendas por departamento, que había tenido muchísimo éxito en los últimos diez años. Tanto así que el patrimonio familiar, había sido arriesgado en la inversión del negocio de la hostelería.
Clara había decidido, ya varios meses atrás, que iba a utilizar su ingenio para los negocios. Ya no quería seguir jugando a los espías, menos a policía y ladrones, y como había arreglado toda su documentación, ya no tenía que ocultarse. Porque ya no existía ninguna amenaza, al menos eso era lo que ella pensaba. Iba a comenzar esa nueva etapa de su vida como empresaria, lo hizo con lo más sencillo. Comprando un pequeño porcentaje de acciones en las empresas más productivas, y fue ahí en donde coincidió con Killian.
—Espero que el plan de esta noche siga según lo planeado, Clara —le dijo con cierto tono de preocupación Killian sentándose al otro lado del escritorio, en donde ella se encontraba.
—Confía en mí, todo está muy bien planificado. Hazme caso, nada como una cena benéfica para hacer buenos contactos —ella le guiñó el ojo.
—La verdad estoy muy nervioso. No tengo necesidad de decirte, lo importante que es para mi familia esta inversión, ¿verdad?
—Te estas preocupando de más, al punto de volverte paranoico. Relájate y disfruta de esta cena, conoce y relaciónate con personas que traigan beneficios a tu vida.
Se quedó inmovil por unos segundos, porque recordó que esas mismas palabras se las había dicho Ethan, la primera vez que fueron juntos como pareja a una recepción de beneficencia. La voz de su amigo, la sacó del trance.
—Te diré la verdad, pienso que estaré menos tenso, porque sé que estarás a mi lado —manifestó Killian sonriendo sinceramente.
Ella se levantó de su sillón, y fue hasta él.
—La batalla perdida es la que no se lucha, Killian. Somos socios, es cierto los más jóvenes. Pero igual o incluso más inteligente, que algunos de los empresarios que asistirán. Que solo se diferencian de nosotros. por los años de experiencia que nos llevan. Eso no nos quita mérito, somos buenos en lo que hacemos, debes meterte eso en la cabeza.
—De acuerdo… tu ganas. Eres como tu nombre, Clara. Vas dando tu luz, por cualquier parte que camines —de manera despistada, metió la mano en el bolsillo de su pantalón— ¡Joder! Aquí está la jodida llave —negó con la cabeza—. Estoy tan nervioso, que lo último que me falta es que me ponga mal del estómago .
Clara soltó una carcajada, que hasta a ella misma sorprendió, y le dio un beso en la mejilla.
—No olvides pasar por tu traje, después de salir de la oficina. Y por supuesto, tampoco olvides, ir por mí a las ocho de la noche.
Él le dio un beso encima de la cabeza, y luego caminó hasta la puerta.
—Sí, todo lo agendé en mi teléfono celular, es más fácil —le guiñó un ojo, con un gesto con la mano le dijo:— Nos vemos esta noche.
—Hasta la más tarde, Killian.
NOTA: CAPÍTULO ESCANEADO EN MY PLAG (.) ES