Postre

961 Words
Carly bajó lentamente del coche, Daniel la miraba, al cerrar la puerta, Carly levantó la mano en modo de despedida cariñosa, él desde dentro también la levantó, pero se parecía más a un déjame ya tranquilo. Daniel desapareció por la esquina, Carly lo siguió con la mirada, hasta dejar de verlo. Lo conocía lo suficiente para saber que no había quedado con nadie, con los chicos del taller seguro que no, sino habría sido más convincente, y lo de la tía buena, eso era mentira seguro, si de verdad tuviera ese plan desde antes de que apareciera en la acera del taller, ni se hubiera molestado en hablar con ella, Daniel estaba demasiado serio, demasiado afectado, como para tener una cita con una tía. Pensó Carly. Daniel volvía a su casa, se había hecho muy tarde, y lo peor de todo, se hizo tarde por escuchar a Carly, dejándose convencer de todo lo que quiso, quiso hablar, y él la dejó, quiso ir a tomar algo, y él aceptó, encima la invitó, quiso seguir hablando, y él la volvió a escuchar. Al menos pareció sincera cuando le explicó lo ocurrido con todos los detalles que él pidió, hasta sabía que la primera vez que le puso los cuernos, se separó el tanga, como si separárselo, fuera más leve que quitárselo. También se enteró que le habían desvirgado el culo, y que se la habían follado dos tíos, uno por el coño y el otro por el culo. Él nunca se atrevió a pedirle sexo anal, siempre pensó que tenía la polla demasiado gorda, que le podía hacer daño. Seguro que mañana me llamará, con lo pesadita que estaba hoy, no le contestaré, si después de cenar tengo ganas de verla seguro que estará en el bar que trabaja Sabrina. Pensaba Daniel. Esa misma noche, pero un poco más temprano, Sabrina cenaba con Victor, se había dado cuenta que su padre estaba más callado de lo habitual, incluso en la cara se le notaba preocupado. —¿Te pasa algo papá?— Victor levantó la vista del plató abriendo los ojos, como cuando te pillan haciendo algo malo. —No, no, bueno… quería hablar contigo. —Vale, dime. —Verás, nunca te he hablado de esto, yo…— Victor se atascaba, no le salían las palabras. —Papá por favor ¿Pasa algo? Me estás preocupando. —No, tranquila, no es nada malo, o así lo pienso yo al menos. —¿Lo quieres soltar de una vez por favor? Ya estoy de los nervios. —Es que te he visto esta semana preocupada por Carly, y claro, no me he atrevido a… Sabrina dejó los cubiertos en el plato y miró fijamente a su padre, Victor se dio cuenta que no podía demorarlo más, tenía que decírselo ya. —Sabrina, yo, hace tiempo que voy con una persona… —¿Qué vas con una persona?— Victor resoplaba. Ella volvía a agarrar los cubiertos y comía. —Quiero decir, que tengo una relación, o algo parecido con una persona… —¿Una persona? —Sí Sabrina, una persona humana.— Acabó de decirlo y Victor pensó, pero qué coño estoy diciendo. —¡Ah vale! ¿Y esa persona humana? ¿Tiene sexo? Victor se tensaba cada vez más, se limpiaba la boca con la servilleta y bebía nervioso. —Claro, es una mujer. —Pero de esto hace ya tiempo ¿No?— Preguntaba segura Sabrina. —¿Y tú como coño lo sabes? —¡Papá hostia! Que tonta no soy, sobre todo, porque a veces tus camisas huelen a perfume, y que yo sepa, tú no te pones perfume de mujer. Se hizo un silencio, para Sabrina solo fue la confirmación de algo que sospechaba de hacía tiempo, la ropa de su padre a veces hacía un olor a perfume, y siempre era el mismo, así que debía de ser la misma mujer. Para Victor fue una sorpresa, pensaba que su hija no sospechaba nada. —¿Y tiene nombre?— Preguntaba con cierto cachondeo Sabrina. —¿Quién? —La persona humana papá. —Sí, sí claro, se llama… María. —¿María? —Sí, María ¿Qué pasa? ¿No te gusta el nombre? —No, no, si a mí me da igual como se llame. Sabrina se levantó de la mesa recogiendo los platos, los vasos y cubiertos. —¿Quieres algo de postre?— Le preguntaba a su padre, mientras entraba en la cocina. —No gracias.— Sabrina salió de la cocina. —Vale, pues así, me voy a seguir con el proyecto un rato. —Espera, espera.— La avisaba Victor. —¿Hay algo más? —Sí, sí, verás, es que este fin de semana… —Papá ¿Me estás pidiendo permiso para irte de fin de semana con una mujer? Haz lo que quieras. —No te pido permiso, te informo, que es diferente. —Lo que tengo que ver, que mi padre me pida permiso para irse a follar el fin de semana… —¡Sabrina Coño! —No me dirás ahora qué vais a pasear, a ver el paisaje y los pajaritos. Los pajaritos los veréis de tanto follar. —¡Sabrina para ya! Que soy tú padre coño. —Toma precauciones ¡Eh! No me vengas con una sorpresita de aquí un tiempo. —La madre que te parió, que a gusto se quedó hija mía. Sabrina desaparecía por el pasillo muriéndose de risa. Era muy tarde, casi las dos de la madrugada, cuando el móvil de Sabrina se iluminó en la oscuridad, ella abrió un ojillo, lo inclinó y leyó. Carly… Muy bien esta tarde, mejor de lo que me pensaba. Sabrina sonrió y siguió durmiendo.
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