Prólogo.

457 Words
Kim Pete no cree en el amor.  - - - Estaba seguro que en su vida había hecho muchas veces el ridículo. Pensaba... alguna vez en su escuela secundaria entró a un concurso de comer hotdogs, él comió tantos que terminó vomitando todo, así que lo que recién había hecho no era tan ridículo, ¿verdad? También cuando estaba en el grado doce uno de sus compañeros le bajó los pantalones dejando ver unos calzoncillos de ositos, bueno, estaba seguro que eso había sido más vergonzoso que lo que había hecho ahora mismo, y también... ¡Basta! ¿Por qué lo piensas tanto, Pete? No es tan malo. Se dijo a sí mismo mientras respiraba y seguía mirando su teléfono celular. Pete sonrió pero de inmediato volvió a alborotarse el cabello, ¡Quería morirse! No entendía el por qué su maldita boca había dicho esas palabras. Volvió a respirar y leyó de nuevo el mensaje de texto que había enviado: [¡Necesito tu ayuda! Es de vida o muerte! Debía ser un dramático si quería que sus palabras fueran leídas, aunque las posibilidades de que alguien que no conocía y que al parecer era bastante popular le respondiera eran quizá unas cien... ¡Dentro de un billón! Pero Pete intentaba pensar positivo. Recargó su rostro sobre su antebrazo y la miseria lo visitó de nuevo después de mucho tiempo, ¿Había sido tan necesario hacer aquello? ¿Por qué se empeñó tanto en mentir? Bueno, ahora ese sería su karma, el que todos en la universidad se burlaran de él por ser un mentiroso. Pero ya no importaba, ya se había dado por vencido. Pete suspiró frustrado y se levantó de su cama. Estaba jodido pero debía verse radiante porque así era él, un chico picante, con gracia, muy guapo y risueño. Pete era el prototipo de chico perfecto que a nadie le gustaría ser, aquello era tan irónico que lo hacía delirar constantemente. Normalmente todas las películas que veía le mostraban que el protagonista era un chico guapo, alto, de hombros anchos y bien parecido, aquel que hacía volver locos a todos. Bueno, Pete realmente cubría ese perfil pero, ¿Por qué siempre era tan miserable que nadie se acercaba a él? ¡Eso era patético! ¿Sería alguna clase de maldición? ¿O acaso no era lo suficientemente bueno! Y cuando iba a derramar la primera lágrima el sonido de una nueva notificación lo hizo mirar a su teléfono móvil y ver de que se trataba. Él no esperaba ver aquel mensaje: [¿Hola?] ¡Había obtenido una respuesta! No podía creerlo, quería saltar de la emoción hasta que recordó... ¿Ahora cómo rayos le pediría que fuera su novio falso? Nunca creyó que llegaría tan lejos. Había dos cosas que Pete debía hacer en ese momento: número uno; defender su dignidad y la dos; llorar. 
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD