El sol apenas asomaba en el horizonte y Vértice Global seguía siendo ese maldito infierno donde los relojes parecían haberse roto para no marcar ni un puto segundo de tregua. La noticia de lo que había pasado con Ramírez corría como una plaga, pero no era cualquier mierda: lo que realmente golpeaba esta vez no era la traición de un hijo de puta más, sino el daño irremediable que había pegado a Damián, el tipo que hasta hace poco parecía el puto emperador del barrio. El golpe no fue físico, pero clavó más profundo que cualquier bala: la reputación de Damián, ese líder al que muchos le temían y otros adoraban, estaba siendo despedazada en vivo y en directo. Maldita sea, ¿quién coño pensó que romper la alianza con Ramírez no traería consecuencias? La gente lo veía ahora como un tipo débil, u

