La pantalla parpadeaba con una maldita noticia que parecía haber caído directo del infierno. Clara la miraba con los ojos entornados, clavando la rabia en cada palabra sucia que lanzaban contra ellos. La prensa había soltado una sarta de mentiras sobre supuestas irregularidades financieras en Vértice, un puto ataque desde otro frente, más sucio y cobarde.
—¿Qué carajo es esto? —gruñó Clara, lanzando el teléfono sobre la mesa con toda la furia contenida—. ¡Esto es una mierda fabricada para hundirnos!
Fernando se acercó y agarró el teléfono, bajando el volumen para que la voz estridente no reventara el bunker con más mierda de la que ya tenían.
—Las redes están explotando —dijo, revisando con rapidez el festival de comentarios, mensajes y videos que ya se viralizaban—. Esto nos va a joder
