Capítulo 1

3000 Words
- ¡DE NUEVO! Me froto la cara frustrada mientras mi padre se limpia la suya propia: menos mal que está vestido de n***o o la marca de la reciente explosión sería mucho más notoria. Bufo molesta conmigo misma y trato de volver a concentrarme para poder conseguir que la bola de luz no explote mientras toma el tamaño que le corresponde, o sea, que no suceda nuevamente lo que ha pasado las últimas siete veces. Agradezco de todo corazón que sea un hombre paciente o, seguramente, ya me habría asesinado y no habría alcanzado los veintiuno ni en sueños. Sin embargo, llevamos ya varias horas entrenando y mi cuerpo se siente sin energías por el esfuerzo. Él lo nota y se acerca a mí con una sonrisa paternal en los labios aún manchados de n***o; para ser franca, esta vez estuve mejor, al menos en esta ocasión, no todo lo que está a nuestro alrededor se elevó por los aires y se hizo añicos como si lo hubieran pasado por una trituradora sin que siquiera los hubiera tocado. Esa vez casi muero... a manos de mi madre. Aprendimos la lección a la fuerza que era mejor entrenar fuera y no en el medio de la sala donde están todos los adornos y demás cosas de mamá; podríamos haber terminado con dos fosas nuevas en el jardín, con nosotros en ellas y abonando las plantas que le gusta cultivar. No gracias. - Creo que fue suficiente por hoy, ¿no? - ¿Qué te hizo notarlo? ¿Mi cara de cansancio o la falta de energía blanca acumulándose en una bola y no explotando en tu rostro nuevamente? Mi padre se ríe y me abraza por los hombros, apretándome contra su cuerpo y haciéndome caminar hacia la puerta trasera de casa que da a la cocina. - Ay Iri, no te preocupes, tarde o temprano lo dominarás y ya verás cómo te sale sin siquiera pensarlo. Llevas un gran poder dentro, es solo cuestión de hacerlo salir. - Pues ya puedes irme diciendo cómo se supone que tengo que hacerlo porque, en lo que va de mi vida, no ha aparecido ni una sola vez. Empiezo a dudar de la visión de mamá. Él se para en seco, haciendo que yo también lo haga por estar agarrada a su costado y me obliga a alzar la mirada para darme de lleno con esos profundos ojos dorados que tanto cariño y calor me transmiten al mirarlos entretanto acaricia mi mejilla con el dorso de los nudillos. - Tu madre no se equivocó Iriabela, eres tú sin duda alguna, solo es cuestión de tiempo. Tu poder emergerá cuando sea el momento indicado, no lo fuerces, solo déjalo fluir. - Pero... ¿Y si nunca lo consigo? ¿Y si nunca emerge y no puedo...? - Cariño tranquilízate ¿sí? Eso no pasará porque es tu destino; el poder está dentro de ti y emergerá de tu ser cuando menos te lo esperes. Mientras tanto, seguiremos entrenando y te seguiré dando palizas en la Mortal Kombat para relajarnos, ¿qué opinas? - Me parece un excelente plan. Con una sonrisa en el rostro, ambos nos dirigimos hacia el interior a darnos cada uno una ducha y a relajarnos para luego, reunirnos frente a la TV y jugar una partida de Play-4; no soy mala jugadora, pero a comparación de mi padre, soy un queso y, literalmente, apesto cuando competimos: siempre me gana, mas yo no me rindo. Llegará mi momento de enrostrarle mi victoria, yo lo sé, es solo cuestión de tiempo. No importa que tenga más de veinte años, éste es mi ritual de relajación con mi padre luego de entrenar y lo tenemos desde que aprendí a usar una consola de videojuegos y somos felices con eso. Una vez dentro del baño de mi habitación, me quedo por un momento observando el reflejo de mi persona que me devuelve el espejo: tengo alguna que otra mancha negra en la piel, similares a las que le dejó la explosión de la bola de luz a mi padre, no obstante, no logran ocultar los rasgos que, tristemente, me señalan como la portadora del poder de la Luna como el pelo n***o y lacio llovido (cosa que a veces odio porque no puedo darle otra forma por más calor y fijador que use), la piel pálida como la nieve que no toma color sin importar cuánto tiempo me quede bajo el sol y los ojos casi blancos. Cualquier persona que me viera pensaría o que soy invidente o que soy una albina que se ha teñido el pelo. Me viene bien para disfraces aterradores y para poner nerviosa a la gente cuando quiero con solo mirarlas fijo, sin embargo, también implica que no puedo mirar a los chicos que me gustan porque los asusto y huyen o cosas así. Es frustrante ya haber pasado la mayoría de edad y, en todo ese tiempo, apenas haber tenido un par de besos por estar en la oscuridad o con lentillas para no atemorizar a la gente. Sí, lo sé, es patético, pero ¿qué más da? Tristemente para mí, no puedo hacer nada al respecto más que disfrazarme de "ser humano", cosa que en parte me molesta bastante tener que hacer. ¿Todas mis antecesoras habrán pasado por algo similar a esta desgracia que vivo actualmente? Al menos estoy en forma: no soy un palo vestido, ni una tabla de planchar, el entrenamiento con mi padre surte un gran efecto ya que tengo una silueta bastante marcada. No soy fina en ningún lado, tengo cuerpo entrenado porque la magia requiere un gran esfuerzo y resistencia física, no obstante, tampoco es que soy una luchadora súper musculada; con temor a parecer algo vanidosa, diría que tengo lo que tengo que tener justo donde debe estar y no estoy para nada mal. Estaría mejor que las contras antedichas no estuvieran, pero ¿qué se le va a hacer? No todo puede ser perfecto, ¿no? Suspirando, me quito la ropa y me meto en la ducha. Con la esponja me restriego el cuerpo para quitarme la suciedad y el sudor del entrenamiento, me lavo el cabello y salgo envuelta en una toalla. Aquí cabe destacar que, tener magia tiene sus beneficios y sus contras, mas en casos como este es genial: con un chasquido de mis dedos, el agua de mi cuerpo se evapora y mi ropa aparece sobre mi silueta. Como me voy a quedar en casa, me limito a ponerme un short de algodón y una camiseta de tirantes con mis pantuflas de garras. El pelo en una coleta alta suelta y listo. Ya en el salón, mi papá ya tiene listo el juego; me arrojo sobre el sofá junto a él, tomo el mando entre mis dedos y empieza la guerra. Esto es totalmente patético y humillante: mi padre me ha vencido tres veces seguidas, literalmente me aplastó, pero aunque no lo crean, no sé si eso es lo más humillante o el bailecito ridículo de victoria que está haciendo, moviendo el culo como si nada, feliz de haber derrotado a su hija de manera horrorosa para mí. ¿Esto puede ser peor? Una vocecita en mi cabeza me recuerda que sí, que podría estar viéndolo algún conocido mío y ahí sí que sería mi fin, estaría tres metros bajo tierra muerta de vergüenza. ¿Saben lo difícil que es para mí decir en público a veces que somos familia? - Te ganó otra vez, ¿no? La voz de mi madre a mi lado me hace dar un brinco por la sorpresa y me llevo una mano al pecho en tanto la miro acusadoramente, no obstante, ella ni caso me hace porque está disfrutando de lo lindo con el baile ridículo, pero feliz, de su marido. - ¿Se nota mucho? Pasa su vista a mí y me dedica una sonrisa torcida entretanto se encoje de hombros. La quiero mucho, realmente mucho porque me apoya y me ayuda cuando me hace falta, mas en momentos como éste me da vergüenza ser su hija: ver cómo se une a su marido en el bailecito y él termina besándola y poniéndosela al hombro para pasar frente a mí (con mi cara de horror) e irse a su cuarto... No voy a continuar con eso, la imagen que me viene a la mente me dará pesadillas, ya bastante tengo con saber que su vida s****l es mil veces más activa que la mía como para, encima, tener que verlo en mis pensamientos, ni que hablar de en vivo y en directo. ¡QUE ESPANTO! Sacudo la cabeza para que cualquier rastro de esa imagen desaparezca mientras miro el reloj que está sobre la chimenea a un costado: menos mal que es temprano y falta para la cena porque esos dos se van a pasar un buen rato ahí dentro. Decidida a no pensar en lo penoso que es que tus padres tengan más sexo que tú misma y en mí, no escasa sino más bien inexistente, vida amorosa y s****l, agarro el mando y vuelvo a meterme de lleno en las peleas virtuales; mejor ver sangre hecha de píxeles que tener pensamientos sobre las guarradas y escenas triple X que se deben de estar desarrollando en una de las habitaciones de arriba. No gracias, paso de eso. Me estiro en la cama, saliendo de la posición en la que llevo al menos una hora mientras leía y miro el reloj en mi mesa de luz: es media noche, ya debería irme a dormir porque mañana tengo que volver a la universidad. Qué rápido que se pasaron las vacaciones de invierno, casi parece que fue ayer que llegué a casa para pasar estas dos semanas con ellos y ya estoy en la última noche. Sé lo que están pensando y no, no voy a Hogwarts tristes muggles, lamentablemente esa escuela no existe. Nop, yo voy a una universidad normal, con humanos normales y, mezclados con ellos como yo, seres sobrenaturales. No, Edward Cullen tampoco está ni Jacob Black, esto no es Crepúsculo señoritas, es la vida real y Taylor Lautner y Robert Pattinson son simples personajes, meros actores, no forman parte real de este mundo, así que no se gasten. No, sí que hay vampiros y hombres lobo en la universidad, además de otras criaturas como otros brujos, cambiaformas de todo tipo, hadas, seres elementales, etc., etc., etc., pero ni de broma son como los de esas novelitas rosas (con respeto a quien le gusten). No, ni de cerca, aunque bueno, los humanos no tienen por qué enterarse de eso, ¿no? Mejor que sigan creyendo esas cosas a que sepan la verdad y cunda el pánico... Eso solo haría más difícil mi trabajo. Dejo el libro a un costado y me meto entre las mantas; mi mente se remota a la cena y no puedo evitar sonreír nostálgica: situaciones como las de hoy, por más que me queje y alegue una absoluta vergüenza y hasta que soy adoptada en algunas ocasiones, son las que no puedo evitar anhelar cuando estoy en la soledad de mi habitación en el campus. Sí, es verdad que Arabella está ahí (no es que esté menospreciando a mi mejor amiga precisamente), mas no es lo mismo, siento que falta algo y me hace feliz cuando puedo volver a casa y pasar, aunque sea, unas horas con ellos. Un golpeteo en el vidrio de la ventana llama mi atención y me levanto, corriendo las cortinas para encontrarme con una cara redonda y blanca que me mira fijo. Sinceramente me ha asustado, pero ignorando eso, abro la ventana y le dejo el camino libre a mi plumífero amigo. Síp, así es, tengo una lechuza cara de luna como mascota, ¿o la mascota soy yo? No lo tengo muy claro a decir verdad, no es como si yo la hubiera elegido, Darkwing simplemente apareció una noche y se quedó conmigo, desde entonces va y viene a donde sea que esté y a veces, como hoy, me pide de entrar y me hace compañía. No tengo ni idea de cuánto es que vive su especie, pero él hace años que viene a visitarme, y no me pregunten sobre cómo sé que es macho, porque no tengo ni idea, simplemente lo sé y ya. Muy horondo, camina por el piso de mi cuarto hasta mi cama en tanto yo vuelvo a acomodar la ventana como estaba y, antes de que vuelva a meterme entre las mantas, el plumífero ya está acomodado en el cabecero. Sus ojos, como dos canicas negras brillantes, me miran fijo mientras me introduzco entre las cobijas; al principio, eso solía ponerme incómoda, sin embargo, con el tiempo, ya me he acostumbrado a que lo haga. No es como si pudiera evitarlo precisamente. - ¿Listo para dormir amiguito? Sí, lo sé, soy rara y parezco loca hablándole a una lechuza, no obstante, aunque parezca descabellado, he llegado a notar que, si bien no creo que sea al completo, él me entiende a pesar de todo. Y llámeme demente, mas hasta creo que me ha llegado a contestar en algunas ocasiones... Lo cual quizás da miedo si lo piensan. Menos mal que estoy acostumbrada a locuras de este tipo y más. El emplumado se limita a cerrar sus oscuros ojos y tapar su cabecita con su ala, dándome a entender que está de acuerdo y yo hago lo mismo, pero con mis sábanas. Mañana será un nuevo día y hay que volver a la universidad. ¿Es normal que no tenga ganas? Sangre, dolor, fuego, gritos, metal brillando ardiente... Guerra. A mi alrededor solo hay eso, personas sin rostro que se baten a duelo, asesinatos a sangre fría al tiempo en que, ese mismo líquido carmesí que escapa de los cuerpos mutilados, corre a ríos por la tierra, ahogándola en ella y manchando todo a su paso. No puedo moverme, estoy congelada en mi lugar, por más que lo intento, mi cuerpo no me responde. Uno de los guerreros cae a mis pies y mi grito queda ahogado en mi garganta al ver el rostro de mi padre, empapado de rojo, con los ojos fríos y sin vida, tirado a mis pies, MUERTO. No obstante, no importa que mi grito no haya salido a flote, otro ocupa su lugar y sé al instante que es mi madre quien lo profirió. Mi mirada se desliza a toda velocidad hacia ella y veo cómo corre hacia el cuerpo de su amado, desesperada por llegar a él. La distracción le cuesta caro: antes de que alcance el cadáver sin vida que reposa frente a mí, una espada se alza y se clava en su espalda, causando que profiera un nuevo grito y caiga también al suelo... Sin vida. No... No, no, no, no, no, esto no puede estar pasando. Siento el calor del fuego que nos rodea, el aroma ferroso de la sangre, la luz roja y mortecina que cubre el lugar haciéndolo aún más tétrico y violento de lo que es ya de por sí, aun así, sigo sin poder correr hacia ellos, sin poder hacer nada, estoy cada vez más desesperada e impotente ante lo que está pasando y mi incapacidad de hacer algo al respecto. ¿¡DE QUÉ CARAJO ME SIRVE SER LA BRUJA LUNAR SI NO PUEDO HACER NADA AL RESPECTO PARA DETENER ESTA MATANZA!? - No puedes hacerlo Iriabela, no puedes hacer nada a menos que elijas. ¿Qué...? ¿Qué demonios es eso? Esa voz doble... Dos pares de ojos aparecen frente a mí, ambos iguales, pero no son más que eso: un par de ojos y una silueta oscura cada uno, una copia exacta del otro. - ¿E-elegir? - Tienes que elegir Iriabela, solo tú puedes terminar esto. - Pero... ¿Elegir qué? No entiendo... - Tienes que elegir, es la única solución. - Pero... No... Yo no... - Tienes que elegir. - Pero no sé... - ¡TIENES QUE ELEGIR! - ¡PERO NO SÉ QUÉ TENGO QUE ELEGIR! El silencio se hace, el mundo de horror a mi alrededor se detiene en el aire, como si el tiempo mismo se hubiera detenido. Lentamente las figuras ante mí, las siluetas con ojos comienzan a tomar forma, aunque al mismo tiempo, una bruma oscura inicia a surgir del suelo y a ocultarlo, tapando también los cuerpos que están emprendiendo su aparición. Pronto, ambas figuras están casi completas, mostrándome a dos hombres o chicos (dependiendo de cómo se los mire), altos, grandes, de cabello color chocolate y piel ligeramente bronceada. Sus ropas son negras, como de combate, mas cuando estoy por conocer sus rasgos, la bruma los tapa por completo, impidiéndomelo y cubriéndome de oscuridad. - A uno de nosotros... Me despierto sobresaltada, respirando acelerada y el sudor frío resbalando por mi cuerpo, sintiendo las gotas heladas recorriendo mi espalda. La habitación sigue en penumbras, casi no hay luz, pero sí la suficiente para ver a Drakwing sobre mi regazo, mirándome con sus perlas negras de manera fija y sin dilación. Sus plumas están un poco infladas, casi como despeinadas, sin embargo, por lo demás parece tranquilo y me permito acariciar su cabeza al tiempo en que regularizo mi respiración. Empuja su cabecita contra mis dedos y suspiro aliviada por fin, notando que todo fue un sueño, que nada de ese horror fue real. - ¿Tú también viste eso? Mi plumífero compañero no me responde, pero sí que me vuelve a contemplar con fijeza, como si intentara decirme algo o transmitirme calma. Extrañamente, parece conseguirlo, porque mi ritmo cardíaco se regulariza y mi mente y cuerpo se relajan. Algún espasmo aún recorre mis extremidades, mas nada del otro mundo. Pasados unos minutos, el caos de mi mente se disipa y puedo pensar con claridad; solo una pregunta ronda mi mente. - ¿Quiénes son esos chicos?
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD