Como habíamos quedado en vernos, Maurice había planeado un paseo el domingo, me recogería en la Plaza de la Independencia , que se levanta en el centro, ubicada en el casco antiguo de la ciudad, mientras caminaba, advertí que estaba adelantada como una hora, ¡suprema ironía! en un país donde la impuntualidad es una costumbre, para evitar complicaciones por las diferencias gustativas de pitanzas, adelanté el percance recurriendo a un restaurante de nombre Tandana, como muy poco, esa debe ser la razón por la que parezco mas un esqueleto andante que persona, saludé y una mujer con pinta italiana, muy hermosa me dio la bienvenida:
—Ciao
Que mirada tan divertida tenía, daba gran contento mirarla y oírla.
—Buon giorno—La quedé viendo con mucha inocencia y con cara chistosa, en ese momento un hombre bastante delgado y alto se le acercó, tenía una barba abultada y con churos por doquier, estaba de terno, le dijo:
—No, qui no, La zona estera è dal centro in giù.
Mi anfitriona se disculpo con una ademán
muy característico, y él procedió a atenderme.
Al ojear la tabla de recetas sólo pedí agua de chía y leche de almendras. Mientras esperaba me di cuenta de unas revistas a la entrada del restaurante, con pomposa exposición mostraba imágenes de galaxias y nebulosas, cogí una con el interesante título: ¿Y si Dios no existe?, de la revista "Alteridad" ojeé minuciosamente las supuestas pruebas del autor que con cierta arrogancia se sentía con el derecho - al tener "supuestas" pruebas- de sacar a través de golpes ecuacionales la idea de un creador, el argumento del autor era que el universo era el resultado del azar, que era como jugar a los dados, si lanzabas y de las 6 caras del cubo te rifabas un numero especial, esa posibilidad existían a la hora de crearse un universo, de estos multiversos era increíblemente improbable que uno tenga las condiciones para crear hebras de ADN que hicieran posible la vida, también hablaba sobre números precisos sobre la masa de las partículas subatómicas, o la distancia perfecta del electrón al núcleo atómico, o la forma en la que operaba la fuerza nuclear fuerte o débil y la gravedad para recalcar que sin estas proporciones micro y macro el universo no podría existir como lo conocemos, ya que una pequeña desviación o diferencia de medidas haría al universo colapsar, por momentos inquirí que ésta en realidad era una prueba de Dios, se le llama argumento ontológico, pero el autor explicaba que todo era una ecuación increíblemente improbable, y que muchos universos deben ser inertes y éste específicamente es una suerte azarosa. por momentos me sentí rebajada ya que no uso métodos "Estandarizados" para comprobar la existencia de Dios, dejé la revista y como el mesero estaba próximo a mi, me dije a mis adentros:
¿Así que usted ha fracasado inexplicablemente para aislar el Poder Supremo en sus tubos de
ensayo? “Yo le recomiendo un experimento del
cual nada se ha oído. Examine sin parar sus pensamientos durante veinticuatro horas.
Entonces no se quejará de la ausencia de Dios"
—Godimento.—No pude evitar reírme al darme cuenta que esta zona era visitada en supremacía por turistas. El mozo se disculpo no sólo con palabras sino también con su cutis, la ruborizacion fue tan manifiesta que me heche a reír.
—Nessun problema—alardeé mis escasos conocimientos del idioma y creyó que le estaba tomando el pelo, en esos momentos unos monjes entraron al restaurante, quien a esas horas estaba vacío, algunos parecían benedictinos - por el hábito n***o característico
en oposición a los cistercienses, que llevan túnica blanca y escapulario n***o - por el escudo de armas de la orden con su correspondiente medalla, a pesar de esconder su fisionomía me percate que algunos tenían cuerpos muy fornidos, no me sorprendí ya que el lema de la orden es "Oración y Trabajo", eran demasiados y dos me pidieron de favor sentarse en mi tablero, uno era muy risueño y el otro parecía drogado, lo digo sin ofender, es característico de la vida contemplativa vivir en una especie de ~divina embriaguez~. Por sus modales y acento parecían subiacos, grata sorpresa me asaltó cuando me indicaron que conocían el español, lo más característico de los dos era su gloriosa nariz romana, me dijeron que eran maestros y que hiban a enseñar en el monasterio Santa Catalina. El risueño que estaba a mi lado me dijo que enseñaba Teología y el que parecía drogado Filosofía. Por unos instantes me pregunté qué pensarían ellos de la espiritualidad oriental, la literatura medieval o ¡que se yo! Thomas Hardy, no se los pregunte, solo les dije que la filosofía me encantaba.
—¿De verdad? ¡Fantástico! —su acento era muy bueno, muy Sovramagnificentissimamente—. ¿Que le gustaría saber o que ha leído?
—Pues vera, me interesan los exorcismos, ¿existe algo como eso, es real?.
—Claro, en primer lugar aclaremos que así como existe el bien existe el mal.—lo interrumpí:
—A eso voy, todas las culturas o religiones hablan de inframundos, no únicamente la católica.
—En efecto, es común a las demás religiones, por ejemplo en el Tíbet al observar los murales o las pinturas antiguas y mandalas, esta explícito la figura de demonios—no me esperaba una respuesta así, su mente era muy amplia y para nada rígida.
—¿Osea esos seres son reales?
—Si, el planeta esta plagado de astralidades.
—Bueno, aquí llegamos a un punto donde tendré que darles la contraria y es este asunto del infierno, me tiene preocupada, ¿existe el infierno, las almas condenadas no tienen salvación?
—Esta tocando temas fuertes y delicados, es el hombre el que decide a través de su libre albedrío perderse, no Dios, Dios es infinita compasión pero el hombre rehúsa con terca necedad perderse.
—¿Usted cree que existen personas que se perderán y no habrá salida, estarán en las llamas eternas del infierno?
—Es inusitado el destino del hombre, no todos pero he conocido casos en las que me he dicho: "Si no lo veo, no lo creo" ya que en la Tierra vemos avismos de maldad, podríamos decir que algunos casos están perdidos—Me sorprendió el grado de perfección con el que se expresaba en español, pero tenía más preguntas:
—¿Las personas irán a un lugar a sufrir?
—Yo no diría lugar, es un estado, las personas a través de sus pensamientos negadores, retrógrados, etc. Deciden aislarse del creador, no es Dios el que está lanzando fuego o dando con los tridentes— eso me despertó, lejos habían quedado los tiempos oscurantistas donde las metáforas y las figuras antropomorfas se mezclaban con la realidad.
—¿Que es el infierno?
—Es un estado al que caen las personas por su propia perversión, a tal grado que ellos mismos con su voluntad han decidido no darle cabida a Dios, puede ser indefinido—No quise darle la contraria ya que en otras religiones a esta supuesta caída irremediable del hombre siempre existe la posibilidad de revertirla, además dan un margen de tiempo mas largo para su salvación.
Como tenían una canasta vaticiné que estaban haciendo una colecta, les regale 10 dólares, estuvieron agradecidos y no me apeno dárselos.
—A sido un placer—Me dijo el más risueño y el otro se despidió con una sonrisa, eran la mar de la felicidad, tenía miedo que me preguntaran si era católica, eso fue lo que más me asustó y por eso no pude ahondar mas la conversación. Al salir del restaurante me percaté que faltaba un cuarto de hora para nuestro encuentro, mientras corría estaba siendo asediada por interrogantes existenciales: ¿De verdad existe el infierno? ¿Y la reencarnación? No refuto la idea del alma porque entre el estado despierto y supraconciente existe un avismo, estos avistamientos ~cuánticos~ - si se podrían llamar así - no pueden ser un truco del cerebro, no, porque en ocasiones parece más real que la propia realidad. Puras estupideces, en un manuscrito antiguo, gnóstico había encontrado este soneto:
"A aquellos de ustedes que se consideran malos, que se consideran indignos e irredimibles, les digo esto: no hay nadie entre ustedes que esté perdido para siempre ni nunca lo habrá, porque todos, todos, se están se están moviendo a través de la experiencia de la evolución." Si esta afirmación es cierta o no me vale, pero debemos reconocer que quién la escribió resultó ser más ingenioso, inteligente y misericordioso que el "creador".
Al observar la plaza de la Independencia con vista desde la entrada de la Catedral aviste el Monumento a los Próceres de la Independencia cuyo simbolismo recuerda el Primer Grito de la Independencia Hispanoamericana, corrí dando vuelta a la periferia del monumento y unos niños dedicados a lustrar zapatos me veían con humildad y algo aburridos, finalizando mi recorrido en el pequeño redondel me dije: "Que contraste, he aquí un monumento simbolizando libertad mientras la pobreza y trabajo infantil forzado les roba su libertad" insisto, este mundo se basa únicamente en las apariencias, podría jurar que para mantener las esculturas relucientes así como el mantenimiento general del Centro Histórico debían gastar millones, pero estos muchachos no tienen ni que comer, en efecto no importan las almas, solo la envoltura. Y podría criticar hasta el mismo lema: "libertad", este mundo se las a ingeniado para mantener al hombre esclavizado, en la antigüedad era esclavitud en todo el sentido de la palabra, antes de la Revolución Francesa y con la llegada de la Era Industrial el hombre no ha hecho mas que sobrevivir y luchar por ser libre, y el mismo se las a ingeniado para ligarse, ahora la esclavitud es laboral, como no existe un equilibrio las personas compiten despiadadamente y a cada cuadra hay alguien Intentando venderte algo, y el bendito marketing, y conforme llegamos a la era digital la manipulación y los métodos de control son todavía más sutiles, que no se den cuenta es otra cosa. Además la libertad es interna.
Sentada en una banca observaba con cierta inocencia - que a ratos el mundo intentar corromper - a chicuelos jugando de puro placer, creíanse dueños del territorio, imaginaban vivir en una isla que vendría a ser la estatua central, la periferia formada por césped serían los islotes, y la carretera circular de menor altura el mar, con todas esas caras arrugadas como peces o monstruos marinos, lo hubieran visto, se debe tener una imaginación descomunal para crear un escenario así.
Cerca de las 9: 00 am y con retumbante sonido de claxon divisé a mi amado (ya sé, estoy exagerando) lo advertí en un Buggati pero me avergoncé al formular que se trataba en realidad de un Volkswagen.
—Es hermoso.
—No es mío, me lo prestaron, ¿recuerdas a Patrick?—Asentí sonriendo, Maurice estaba dentro y se veía muy cachondo, parecía un niño jugando a los carros. El automóvil - a pesar de tener registro de 1954 - parecía de la actualidad, el tuning era perfecto, me explicó que habían usado el método Hot Rod y Racing.
Maurice me saludo y por instantes - en cuestión de nanosegundos - su mirada parecía devorarme, me dio miedo y creí que estaba drogado.
—No te lo he dicho antes, pero te pareces a Carmen Elías, ¡j***r tía y olé, me esperas en Andalucía! —como estaba cansada saque una risita y estuve avergonzada por escuchar una interpretación española tan ~castiza~. Maurice por lo general es muy tranquilo y serio, pero ese día estaba muy enérgico, se podría decir que me encendió. Además, estaba más confiado de lo habitual, no necesitaba verbalizarlo, con su actitud mostraba un autodominio imperial. Si miras a los buenos atletas y bailarines, invariablemente los mejores son aquellos que están más centrados en sí mismos, aquellos que están absolutamente tranquilos y dominan cualquier situación.
Nos subimos al auto y sonaba una canción de los Rolling Stones: ~satisfaction~, como todo era un mar de alegría, me obligó a cantarla a todo pulmón, lo hice a mi modo, osea tímida :
"That's what I say
I can't get no, satisfaction"
Tenía todo planeado y eso me satisfacía, entre ratos nos cruzabamos miradas hartas coquetas, actuaba con sobriedad, no era un Aven, era un natural, eso no se aprende, el nació así. Me sentí algo afortunada de que alguien así se fijara en mí, es lo que tengo: no me siento digna, mi autoestima entre ratos me hace poner a los chicos en un pedestal, y eso me asustaba, al no estar a la altura de Maurice, no tenía lo suficiente para alguien así, lo expreso pero vivirlo es horrible, te coloca en una situación compleja donde pueden salir a relucir la lucha por el poder, ya que las relaciones a modo general funcionan gerárquicamente, temía que se convirtiera en una guerra de egos.
—Te gusta conducir.
—Si, siento que la carretera y yo somos uno—¿de dónde habrá sacado eso, lo experimentaba de verdad o era pura retórica?—. Siento que la carretera es una serpiente y yo la recorro por toda la eternidad.
Que infantil sonó eso, que ~Gokuista~¡wey! Estas inspirado o solo te drogaste.
—Relájate Phoebe, hoy soy un indio amazónico, mi naturaleza es guerrera—Lo admito, no conocía esta versión de Maurice.
—¿Que ocurre, no dices nada?
—No tengo nada que decir— al terminar la frase un bache nos hizo saltar y mi cabeza tocó el techo del auto y casi me rompo la crisma
—Por favor, sé mas atento—lo dije preocupada ya que estaba excitado y no fijaba sus sentidos por completos a la vía.
—Vamos Phoebe ¡saca tu India innata! — Me sentí aún más tímida, quería que sacara la cabeza por la ventana gritando como una oriunda amazónica. Se puso a gritar mientras escuchaba Heavy Metal.
—Aja, la he escuchado, se llama the Trooper— Maurice sacó la cabeza por la ventana y sentí que mi vida corría peligro.
—Vamos Phoebe Bletsch, arriésgate.
—Maurice detente, para de una ves—No me escucho y casi sin razonar apagué la radio del auto.
—¡Maurice, para de una puta ves!
Paró el automóvil en lo que luego advertí era un mirador.
—Serénate, vamos, aviva ese espíritu juvenil, que te vas a ser vieja y arrugada de tanta seriedad—En otro tono lo hubiese considerado un insulto. Pero intuitivamente percibí el sabor sarcástico
—Confundes las cosas, nuestra vida corría peligro por tu insensatez.
—Soy diestro al volante.
¯Se nota—manifesté ironía
—Que seriedad, pareces mi madre—me quedé callada y ya que estábamos estacionados aproveché la oportunidad para recorrer el lugar, estábamos en un mirador, era muy temprano, aún se divisaba la neblina descender de los páramos, y las nubes del cielo, la refulgencia me despertó de sueños preexistentes en mi memoria, de haber vivido en tierras mágicas, el sol levantaba con vapores la humedad subterránea y la Tierra parecía una con el cielo, los diminutos caseríos aparecían en diminutos puntitos unido a otros puntitos móviles de autos que recorrían las vías de extremada extensión. Quito es una ciudad metida en un hoyo, a sus alrededores hartas montañas la mantienen hundida, si una inundación de proporciones bíblicas tuviese lugar en el planeta, los habitantes de la capital serían presa fácil al encontrarse en pleno agujero, desde casi cualquier mirador La Virgen del Panecillo es visible - Una estatuaeliquia que simboliza a la Virgen María, tal como se la describe en el libro bíblico del Apocalipsis, de 30 metros - enclavada en el corazón mismo de la ciudad, da la impresión de cuidar a los quiteños, esta ciudad es más larga que ancha, parecía desde la perspectiva del mirador un campo de aterrizaje con ondulación bidimensional ,encerrada a sus extremos por imponentes volcanes, nevados y montañas, me imaginé como golfista practicando mi swing lanzando mi bola que se elevaba llegando al casquete del Chimborazo, a estas alturas la soberbia permite ensoñar estulticias de este tipo.
Maurice se acercó a mi izquierda
—¿Qué piensas?
—Es solo el paisaje, me gusta.
—¿Que te envuelve más?
—¿Mmm? No sé, las nubes—la radiación solar era tenue y transparente que al no encender demasiado nuestros contornos podía advertir la figura matinal de Maurice. Caí en cuenta que era lampiño, sus vellos parecen muy separados—. Las nubes son como la eternidad, primero existen en estado líquido, siguiendo su curso natural se evapora por procesos naturales convirtiéndose en nube, continúa su viaje a modo de lluvia y el proceso continúa, jamás muere.
Mantuvimos contacto visual, es evidente que la percepción interna importa más que la externa, sentía pureza aún estando ausente él, pero ciertas sugestiones como los paisajes o él mismo; avivan pasiones ocultas. Bajé el rostro al ganarme su mirada.
—Vamos, creo que el objetivo aún no se concreta.
—Estás centrada en los resultados y no en los procesos, a mi parecer estos últimos tienen mayor valor.
—Tienes razón, aún no desarrollo la capacidad completa para disfrutar la vida.
Entré al vehículo y Maurice aún contemplaba el mirador, parecía perdidamente enamorado del sol, o eso creí. Estuvo así - en estado de shock - por varios minutos, creí que se trataba de una persona mecánica y práctica, pero me abrió sospechas de poseer tendencias contemplativas.
Quería preguntarle que había pasado por su cabeza al estar en el mirador, pero no me atreví, no se si un recuerdo o una vivencia o un amor pasado.
Recorrimos la autopista a una velocidad moderada, estábamos en silencio y no tarde en amoldearme a él, a su trato, su olor, su ser. Permanecimos callados la media hora de viaje y divisaba paisajes increíblemente remotos que encendían mi prístina imaginación, me ilusione al ver venados, conejos, caballos y osos cerca de las ramblas de los lagos cerúleos que lograba columbrar, es impresionante cómo afecta el lenguaje mudo o subconsciente a las personas - aunque callado - Maurice me transmitía paz.
Llegamos al parque Mormell y nos dispusimos a caminar, era un parque con forma de castillo - por sus pisos escalonados en forma de terraza - en su turno caminos angostos que encendían la imaginación por su forma de serpiente, los límites estaban circundados por una especie de muralla que caía en unas quebradas , subíamos a paso lento y después moderado, fue tan apolineo porque para llegar a la cima, al final del camino los árboles con sus características ramas creaban un túnel similar a los acuáticos, estaba poblado de animalitos: variedad de ratones, ranas, conejos y uno que otro gato montés. Lugar en el que es posible el cuidado y reproducción de árboles, plantas nativas y exóticas.
Caminamos como 2 kilómetros y compungí llevar mis Chandler negras, llena de sudor y algo mareada por recorrer el paseo a través de la bicisenda, le manifesté mi sed, y no tardó en buscar un bebedero. Nos dispusimos a descansar en un pequeño kiosco de madera debido a la inclemencia del sol.
—¿Que te parece? quería mostrarte este lugar.
—¿Ah si?¿ Es algo para ti?
—He recorrido este parque desde mi niñez, parece una escalera al cielo.
—Das la impresión de vivir en las nubes.
—Para nada, solo avivo las conversaciones, me considero un escéptico materialista. Me encanta la forma de estos caminos adoquinados con simetría aúrea, por eso cuando camino termino mareado. No me había dado cuenta, así que me paré a observar el caminito con la correspondiente sucesión de Fibonacci, esta manifestación matemática también está presente en la naturaleza, ¡Yo para ese entonces creía que mientras un número se acerque más a la perfección terminaba siendo un salto cuántico a otra realidad! Los pentágonos me mareaban, los observé con detenimiento y me dio la sensación de que las figuras transmitían energía, las imágenes tienen esta cualidad vibracional, por eso las sectas satánicas posicionan las estrellas simbólicas al revés, para invertir la energía, me embelecé observándola, por instantes me olvide hasta de mi nombre, Maurice me observaba y mi personalidad sentía esfumarse mientras me llamaba, cuando lo tenía en frente la disociación era evidente.
—¿Que te ocurre? —me observaba extrañado
—No es nada, me mareé
—Pareces otra, ahí dentro hay alguien.
—Tengo disociación
—¿Que es eso?
—Nada grave, entre ratos no se quién soy, tengo problemas en concretar mi personalidad.
—¿Es hereditario o algo así?
—He estudiado y al parecer es debido a un trauma.
—¿Es un truco de tu cerebro?
—La mente intenta protegerme de un trauma de infancia, ése es el problema, no tengo idea de qué me pasó.
—Si quieres vamos descendiendo—el viento movió con furia las nubes y el parque todo se oscureció mientras el viento nos golpeaba como advirtiéndonos que no nos quería más ahí.
—Vámonos—Bajamos corriendo y mi corazón latía aceleradamente, la contextura física de Maurice le permitía correr a niveles olímpicos.
—Espera, no doy más.
—Intenta recomponerte en brevedad, el cielo nos avisa una lluvia precipitada.
—Si, pero mira cariño, estoy que me ahogo—Se me acercó y con cierto aire angelical me observaba, solo se sentó a mi lado.
Caminamos a mi ritmo, me cogí de su hombro y notaba espaldas bastante anchas, es un león.
Finalizando el parque nos sentamos en un gimnasio al aire libre, estos juegos biosaludables estaban vacíos y bastante perdidos del resto del jardín, note que Maurice me miraba de reojo, casi sin poder mantener la compostura, no me atrevía a mirarlo fijamente, en cuestión de milisegundos lo miraba, observaba mi boca, hasta que se atrevió a besarme, lo hacía con mucha suavidad, la piel de sus labios era suave, me puso la mano en mis piernas, no puedo expresar los infinitos sentimientos que me producen los recuerdos, no me besaba con tanta lentitud, lo hacía como si estuviese consumiendo mis labios, parecía una actividad que acostumbraba frecuentar, como niña chupando una paleta lo besaba, no se apartaba a pesar de llevar en la misma postura como medio minuto, y el sol para dar más gloria a la escena esquivó a las nubes, todo era tan romántico, tan natural, tan ignoto. El ambiente tibio me encendió y Maurice agarró mi cadera con una mano, lo hacía con tanta naturalidad y hasta podría decirse inocencia que no lo consideraba una morbosidad, me gustaba y dejé que hiciese por instantes lo que le venía en gana, en efecto nuestros cuerpos fuertes - y sobre todo el de él -, pareciesen a la naturaleza dictarle que estamos en edad para estas cosas, por instantes creí que era de lo más natural, ¡bendita pasión! Me agarro el pelo, mi estado en aquel momento era dócil, no me importaba que me tocara, agarré su cuello y me sorprendí que fuese capaz de algo así, no había un alma y en breves instantes me preguntaba como acabaría todo, me ardía la cara de tanto rato besarme con él, mi cuerpo mortal necesitado me pedía cariño y protección de Maurice, su boca tenía un sabor dulce, no sé que había comido, su sabor no era de pasta dental, era de un dulce de natillas, también percibí su olor, no era una persona que comiese cualquier porquería chatarra de por ahí, eso lo supe al probar todo ese tiempo su saliva, desprendía su cuerpo un agradable aroma, aunque no me considero una adonis, mi cuerpo es brillante por la depuración de mis fluidos, también advertí que su sudoración no tenía un olor molesto, si las personas comprendieran la importancia de la alimentación en estos asuntos, vivirían a base de frutas y vegetales. Aún cuando describo mis impresiones externas, también fui consciente de su autocontrol, a pesar de estar completamente solos no dudo en recomponer su compostura, tenía el rostro rojizo, no de vergüenza sino de calor, estaba despeinado, parecía muy natural, me preguntaba cuántas experiencias tenía en este tipo de arrebatos.
Caminamos juntos y como el parque se dividía en dos segmentos, en cada salida se encontraba un guardia, al atravesar la primera parte un siniestro canserbero nos observaba, me llené de vergüenza ya que éste parque específicamente es testigo de escenas calienturientas y debe haber creído que nos revolcábamos dentro el muy marrano, a ratos me sentía sucia aunque lógicamente mi encuentro con Maurice no pasó a mayores.
Nos atrevimos a subir, aún el clima indicábanos lluvia.
—¿Te gusta este lugar?
—Desde luego, es muy acogedor, me siento libre.
Bordeamos una laguna artificial con miles de diminutos peces y gusarapos. Unos niños sin ropa se mojaban sin ningún decoro, admiré que no sentían vergüenza.
—Que me dices Phoebe, ¿que piensas de todo esto?
—Es un cuento.
—Mira la escasez de decencia de estos niños.
—No hay motivo para culparlos, su pureza no es corrompida por el ~decoro~.
—¿No deberían sentir vergüenza?
—Por supuesto que no. La vergüenza es una respuesta aprendida socialmente, no viene marcada en nuestra especie.
—¿Eres liberal?
—Me gusta pensar que lo soy, pero en otras cosas soy conservadora.
—Estamos igual.
Nos mirábamos largo rato y por instantes nos cogíamos la mano, quería experimentar pero también no quería un amor de ataduras.
Finalmente el clima nos forzó a guardar refugio, en un pequeño bosque con árboles como techo, nos dispusimos a acampar, pero los rayos no tardaron en aparecer y al correr hacia el Volkswagen nos empapamos de pies a cabeza, dentro del auto nos moríamos de risa por la escena tan humorística, Maurice me dió un suéter, temblaba, en cambio él estaba imperturbable, apenas sentía el frío, cómo lo envidio, los hombres naturalmente poseen mayor masa muscular y esta fina y demacrada mujer para el colmo con el pasar de los años iría perdiendo hasta su masa ósea, ¡no les fastidia!
En una esquina me compró un café caliente, transcurrido como una hora llegamos a mi departamento, no me percaté del viaje ya que me quedé dormida, ¿ven? También envidio el soporte físico masculino.
Lo observé detenidamente y agradecí el encuentro.
—Que día tan perfecto, eres encantador—que enmonada me veía, hasta podría decir que cursi.
Le di un pico, no se me ocurrió nada más.
Al llegar a mi habitación ¡oh sorpresa! Me había olvidado las llaves. Me llené de terror al cerciorarme que Maurice estaba detrás de mí, me hizo cosquillas
—¡No hagas eso! —Estaba que se me salía el corazón. Rió en breve.
—¿Que ocurre? ¿No me vas a permitir visitar tu departamento? —mi rostro transmitía inseguridad, además estaba en desorden todo. Lo observe algo indecisa y finalmente acepté.
¡Rayos! ¿Ven la importancia de la voluntad, los pensamientos y todo el conglomerado de manifestaciones humanas? si careces de uno de ellos - como la seguridad por ejemplo - no eres capaz de ser dueña de ti misma. Anhelaba con toda mi alma poder decir NO. Era toda yo un cúmulo de pensamientos indecisos, la trampa de vivir en la dualidad. Además temí que Maurice se pasara de listo conmigo, eso también me tenía preocupada.
Entramos y no se cual fue su pensamiento o impresión al ver mi habitación sucia y desordenada, también olía a sahumerio, exteriormente no transmitía nada, estaba hecho una tumba.
—Ya, es todo, aquí vivo, la pasé genial—lo miré con socarronería, mi disgusto evidente no hacía eco a su intuición, seguía ahí enfrente, aunque tranquilo. Le invite unos arándanos que tenía en la mesa y lo hice sentarse en mi cama. Lo note cansado.
—Phoebe, eres muy mona—transmití gratitud, mas para mis adentros: ¡j***r tío, vete de una vez!
Y fue cuando me agarro de la cintura con fuerza y empezó a besarme el cuello, me sentó en mi cama en la postura del misionero, debo admitir que ésta cama fue espectadora de quimeras dirigidas a él.
—No, aquí no, cariño. Aquí no, por favor.
Me besaba con cierta furia, lejos había quedado el chico inocente del parque, me intento sacar el suéter y yo lo negaba rotundamente, temía ser penetrada y empezó por la boca, sus besos ahora habían perdido su inocencia, eran besos de sexo. Internamente sentía curiosidad y quería hacerlo, pero me resistía para no parecer una chica fácil. Maurice tenía los ojos cerrados, lo imaginé estresado y en un arrebato de excitación me decía para mis adentros:
—"Vamos, debes estar muy estresado y cansado de tanto trabajar, yo te quito el estrés" — Es increíble a donde va uno a parar por la lujuria. Mentalmente quise quitarle la camiseta, en ese momento lo llamaron, cogió su móvil y regresó en sí. Su compostura y actitud cambiaron a velocidad luz, me vió algo apenado y disculpándose me abrazó, estaba muy apurado y salió cerrando fuertemente la puerta como un murciélago huyendo del infierno. Todo fue tan rápido, ~un día para morirse~ me decía. Me sentía sucia y con los nervios de punta, de algún modo estaba liada con Maurice, un tipo del que casi nada sabía en cuestiones comportamentales, además soy consciente de mi falta de experiencia, en introspección podía visualizar mis imperfecciones e inevitables caídas, "un camino largo" Phoebe, "un camino largo por recorrer"