Tonterías

2158 Words
Deben seguirme a modo de diario cuando les comento que esta Tierra y sus paisajes me tienen loca, de verdad, pero la vida del Espíritu también tiene su lugar, entre ratos me regaño y me digo: ¡no Phoebe! Que este mundo físico no te envuelva demasiado, tu sabes que éste es uno de los tantos escenarios que vamos pasando. Aquella mañana del 22 de noviembre de 1996 lo recuerdo con claridad, estaba en mi casa, en bienaventurada beatitud, bebiendo las bienhechoras aguas del espíritu, mi quietud era tal que perdí la noción de la transición del día, al levantarme ¡he aquí la noche me daba la bienvenida ! Corrí hacia el teléfono y era Maurice. ¯Aló, si, Phoebe, ¿Eres tu? —¿Si? , como estas, te molestaste en llamarme ¿Tienes la más mínima idea de la hora que es? —Lo dije a modo de costumbre, en aquel estado el día y la noche los percibía igual. —Disculpa, pero quería invitarte— qué directo era el tío, a la mínima señal se mostraba atrevido. Quedé unos instantes en silencio y le dije: —Maurice, ¿a dónde me llevarás? —Vamos a un parque, sé con exactitud donde te llevaré. —¡Sorpréndeme!— Lo pensé por un momento y creí que lo que había manifestado era una estupidez. —¡Diablos Maurice! Son como las 2, te agradecería ser más coherente en tus planes , se nota tu falta de práctica, mañana hablamos más calmadamente— Se disculpó como un millón de veces y de inmediato me despedí y colgué, a hartas horas de la noche, había probado el inconsciente y su sabor era amargo, guardo energías discordantes porque todo me parecía n***o, mis recuerdos profundos aparecían con gran dolor, se me venía a la cabeza que todo saldría mal, a veces hacemos de esta vida un infierno, pero me tranquilice sabiendo que todo es pasajero, en la mañana me sentiría mejor, mientras tanto no podía ni imaginar un encuentro con Maurice. Por la mañana corrí dando vueltas por toda mi habitación, daba grandes zancadas, practiqué mucho yoga físico , quería que Maurice se enamorara de mis pasos, que me viera con encanto al observar mi lenguaje corporal y lo familiar que me resultaba todo el mundo de la materia, sería una experta en las miradas y mi cuerpo seguiría un curso tan natural que lo acabaría volviendo loco, experimenté todo lo que en aquel instante se me ocurrió, canté viéndome al espejo, me observe tantas veces que terminé viéndome guapa, me acostumbre a mi mirada de pájaro, terminé por aceptar - al menos en ese instante - mi cuerpo con sus supuestas falencias, me miraba de frente, hacia atrás, en todas las perspectivas, me vi hablando como una mujer madura, otra como una simple cría, otras como seductora, también practiqué cantos y mi voz expresaba con facilidad las expresiones faciales concernientes al drama, me enamoré de mí , sentí que era demasiado para Maurice, sabía que eso pasaría, que al final terminaría siendo yo misma, me maquillé a mi modo, lo que sentía era la belleza, las bellezas de este mundo son raras para todos, usamos lineamientos universales para juzgar rostros agraciados, tenemos incrustada en la cabeza imágenes de Hollywood y el representativo rostro caúsico, que pensar que alguien - por ejemplo- un indígena es bello/a muchas veces nos resulta inadmisible, como de costumbre supe que todo no era más que una fabricación de mi mente, sólo importa como te sientes tu, pero alcanzar ese nivel - donde lo que los demás piensan no te roce - también es una tarea ardua y no se consigue husmeando por ahí. De hecho hay que ganárselo, hablo desde mi propia óptica, otros alcanzarán esto sin dificultad, pero a veces son así de nacimiento. Aquella mañana me sentía calmada, no saben lo que es la tranquilidad para una persona que a la mínima provocación se le encienden los nervios, realmente odio la timidez, no crean que no me fastidia. Al final me decidí por usar suéter marrón herrumbre, blusa y falda formal negras, unas licras color caoba y unas botas chelsea, me teñí el cabello de rojo y me hice una trenza hacia atrás, mi cabeza se notaba de grandes proporciones y en su declinación descubría un rostro caído en punta, intente maquillarme inspirándome en personajes de Uk, Margott anteriormente señaló que al ver mi estilo me había pasado por un payaso y creía que no era maquillaje sino una presentación para un circo, me lo dijo tantas veces pero aún así me sentía bien con mis arreglos, ~la ironía de tener gustos antisociales~ en mi mente me veía muy mona, la mar del encanto, j***r que era la reina de la belleza, ¡Pero como comprobarlo con las estrechas idiosincracias cuyo juicio implacable no tolera nada ajeno a la hermosura de los cines! No podía ser sólo el exterior - aunque tengo la costumbre de vivir hacia afuera y estoy endiabladamente obsesionada con mi vanidad - sentí pavor de que no me encontrara sobria y en todo momento coherente con mis actos, uno no sabe qué loco encontrará por la calle, somos dos locos, hemos vivido en este planeta cuya implacable influencia nos a marcado con comportamientos no sanos, encontrar a una persona normal es todo un reto y Maurice lamentablemente es un individuo más, sé las implicaciones que conlleva, con todas mis fuerzas intente deslastrar la ineptitud y escoria propia de esta generación, inclusive así el mundo en muchas ocasiones me a hecho trizas, pues la gente a modo general se levanta ante cualquier acontecimiento que atente contra las costumbres, no estoy en contra de ellas, estoy en contra de aquello que no nos sirve, lastimosamente las tradiciones entran en este entramado inservible que concibo como humanidad. Maurice se me acercó por detrás, como habíamos quedado por encontrarnos en El Capulí, me asustó e inmediatamente regrese a ver, era él, parecía más alto, estaba vestido con una chaqueta y un jeann color blanco hueso y unos tenis rosados, lo advertí relajado, con una mano en su bolsillo, parecía mayor. Miró mis pies y dijo: —¿Donde has dejado el caballo? — solté una risotada, era la mar de ingenioso e internamente me avergoncé de mis chelsea. Eran como las cuatro de la tarde, los contrastes que creaba el sol eran de una rediactividad divina, los contornos de Maurice se asentuaban de tal forma que lo consideré guapo, lo comparé con varios chavales de análogas contextura y estatura y entre periodos a quien reconocía de frente era a un chico hindú ¡menuda troleada! Estaba con alguien que marcadamente se diferenciaba de los demás individuos con su manifiesta diferencia racial. —Phoebe, estas hermosa—pude haber escuchado mi nombre en sus labios por toda la eternidad y jamás me cansaría, lo dijo sin siquiera ver mi densidad, parecía que estaba seducido por mis ojos, ya que era la única parte de mi cuerpo que distinguía. Entramos al metro, por obvias razones al ser un viernes se encontraba libre de gentío, en silencio observaba sus contornos de perfil, la juventud está marcada por este tipo de reflejos y esta tendencia al juicio visual, Maurice entre ratos despabilaba en mi inconsciente un rostro griego, así es ¡Maurice de perfil es un griego! Durante todo el transcurso que duró nuestro viaje solo intercambiamos miradas, de ves en cuando sonreía y me apartaba su vista, también le regale miradas harto garbo que no podría catalogar como coquetas, estaba serio y calmado, me preguntaba que clase de deporte hacía para tener proporciones tan vigorosas, empero por razones subconscientes me agradaba el misterio de no conocerlo bien. Definitivamente es un tigre al moverse, si supiera el esfuerzo faraónico que tuve que practicar para moverme como el viento ¡que creería! Caminamos juntos por el parque, la brisita tenía un sabor matutino, no obstante encontrarnos cercanos al atardecer, la percepción del tiempo es cíclica, más a veces la linealidad temporal suele engañarme, crecí siendo volátil a los cambios estacionarios y me quedaría con este ~Maurice de verano~, mientras caminábamos nos pareció el mundo algo secundario, yo era el grito de rebeldía que exijia un cambio de consciencia y libertad, ¡qué no daría por una vida libre de ataduras! y ese es el problema de la visión universal del amor, ¡te ata a una persona! Si me das a elejir entre libertad y Maurice sin pensar escogería la libertad, esa es mi naturaleza a la hora de decidir, me llamó la atención que no se dejó dominar por los sentidos a pesar de las miles de caras bonitas que aparecían por doquier ¿tendrá dominio sobre los salvajes sentidos? Salvo si fuese asexual no podía admitir tal grado de autocontrol, Maurice pertenece a la clase media, al menos como lo catalogamos aquí en este país. —Eres muy callada, tu silencio es abrumador. —Bueno, a mi el silencio no me incomoda — No te molesta que no tenga nada que contarte. —No hablar evitaría un montón de pleitos. —¿De que acostumbras a hablar? —De todo menos lo que concierne al ser humano —Creí que te interesaba el comportamiento humano, la psicología humana. —Es una tarea ardua rebuscar en una psique tan compleja como la humana, en el mundo de las terapias es sensato, en las relaciones salen a relucir nuestros errores y la psicosis está a la vuelta de la esquina. —¿Lo dices por ti? —Estoy en la etapa de conocerme —¿Que descubriste? —Que en mi cabeza hay demasiada basura, es lo que observas cuando usas tu tiempo para observar tu mente. —Esos pensamientos son tuyos, te sientes identificada con ellos. — Están enraizados en mi, desde una conciencia elevada los observo pero son parte de mi, hasta haber encontrado la forma de disolverlos para siempre y no darles la bienvenida jamás—¡Rayos! "no seas tonta, no uses un lenguaje tan sofisticado" me repetía un centenar de veces, ésta sería la última salida de mi vida por mi maníaca obsesión por la espiritualidad. Guardamos silencio, quería conocer a Maurice también y observe que no se sentía incómodo, no se hasta donde las personas son capaces de fingir pero me atreví a preguntar: —Maurice y tu ¿a qué te dedicas? —Estoy en camino de ser piloto, me encantan las alturas, degusto la mecánica.—Quería seguir hablando pero lo interrumpí —¿Cómo eres tu? —¿Cómo que? Mi manera de ser, actuar¿ así...? —Si, ¿como te identificas? —Soy tranquilo, aunque me sientas abierto soy ~introspectivo~—si no usaba esa bendita palabra hubiese dado por muerto todo , si no conoce lo más mínimo de su mente, estába frente a un impostor, sé que no debería ser tan sincera pero no hay tiempo para engañarse. —¿Eres tolerante, rencoroso, etc...? —¡Jey! Eso no lo sabremos hasta que lo comprobemos, la única forma de sacar a relucir eso es a través de las vivencias. —Por eso ¿que me dices de tus vivencias, como respondes a situaciones así? —Me haces preguntas raras, ¿eres una especie de psicóloga? —No, yo solo... —Si me das la oportunidad te demostraré como soy en situaciones extremas. —Su tono a ratos eran de una energía y descarga desconcertantes, es de naturaleza masculina, siento una gran fuerza cuando Maurice está conmigo —¿Que pasó Phoebe? , ¿acaso tus ideas preconcebidas te impiden experimentar nuevas andanzas? —Sabes que no es así. —Tienes demasiada información, tu cerebro no admite nuevas verdades, como niña intentas interpretar lo que no conoces, lo inefable. —Conozco como funciona la psique y por eso soy precavida—Me gusto su manera de percibirlo, entre ratos también usaba la sofisticacion, además hay que tener en claro que no todas las personas tienen una mente de mierda, muchas personas nacen con buenos genes. Maurice tenía un cuerpo espectacular, lo notaba sano, solo quería entrar más en su mente, queria ver su actuar y cómo operaba en situaciones extremas, eso me llevaba a situarlo constantemente a pruebas. Caminamos mucho, en una esquina me detuvo y dijo que quería un beso, se notaba lo desesperado que estaba, me hice la difícil y tras la negativa me dijo que quería solo un pico, y al negarme de manera sutil quiso robármelo, aparté su cabeza antes de que se explayara en la mía, aunque fue sutil me sentía dueña de mi cuerpo para apartarlo contiguamente. —Te dije que no, ni siquiera un pico—Lo dije muy natural, no estaba enojada ni avergonzada, fue inexpresivo, se notaba su falta de experiencia ante estas situaciones, podría jurar que era la primer vez que intentaba algo así.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD